Francisco Rodríguez pide en el Senado consolidar el "encuentro social y empresarial" con los "hijos y nietos" de la emigración a América
El empresario de la multinacional láctea asturiana, presidente de la la Fundación Archivo de Indianos, comparece en el Senado para exponer la labor de la institución y reivindicar la necesidad de fraguar nuevos vínculos con el inmenso legado de los españoles emigrantes a América
La senadora asturiana Teresa Mallada (PP), que promovió la comparecencia de Rodríguez en la cámara alta, incidió en la importancia de las compañía fundadas por los emigrantes en América como fuente de inspiración "para las empresas familiares actuales"

Francisco Rodríguez, a la izquierda, durante su comparecencia en el Senado de este jueves por la mañana
E. Lagar
España, y Asturias, tienen que “poner el acento en la necesidad de continuar con los esfuerzos de conexión con las jóvenes generaciones, los nietos de aquellos (emigrantes) que marcharon”. Hay que "consolidar un punto de encuentro social y empresarial con nuestros compatriotas, sus hijos y nietos en América". Este fue uno de los mensajes claves que en la mañana de este jueves lanzó en el Senado el empresario asturiano Francisco Rodríguez, presidente de la multinacional láctea asturiana Reny Picot, que compareció en la Comisión de Asuntos Iberoamericanos de la cámara alta en su calidad de presidente de la Fundación Archivo de Indianos- Museo de la Emigración de Colombres.
Francisco Rodríguez, que compareció en la comisión del Senado a iniciativa de la senadora asturiana Teresa Mallada (PP), detalló la historia, objetivos y actividades del Archivo de Indianos, ubicado en Colombres, en la quinta Guadalupe, cuyos colores azul y plata, “quieren simbolizar los tonos cambiantes del mar, el viaje ultramarino y la riqueza y progreso aportados a España por los emigrantes a América”. El Archivo aspira a ser, precisamente, uno de esos puntos de encuentro entre Asturias y sus emigrantes.
La intervención del presidente de la Fundación tuvo más vuelo que el referido únicamente al detalle de actividades de la institución radicada en Colombres. Francisco Rodríguez, un hijo de la emigración pues su padre volvió “sin fortuna” a Trascastro (Cangas del Narcea) después de tres décadas en Buenos Aires, incidió en que “la consolidación de las repúblicas americanas no se puede entender del todo sin el concurso de nuestra emigración y los procesos paralelos de integración mutua experimentados en los países de acogida. No fue pues asunto solo de libertadores y de nombradas figuras históricas, que en definitiva son la espuma, por debajo siempre hay una corriente humana, muchas veces ignorada, pero determinante del curso histórico”. Aquella oleada que entre el tránsito de los siglos XIX al XX llevó a América a más de 300.000 asturianos fue realmente “un segundo descubrimiento de América”, apuntó el empresario asturiano.

Por la izquierda, Santiago González Romero, Teresa Mallada y Francisco Rodríguez, con otros representantes del Senado, en la mañana de este jueves. / .
Habló Francisco Rodríguez de la visión social de las comunidades asturianas en América, que se anticiparon al Estado del Bienestar fundando instituciones ejemplares para atender, en el ámbito sanitario o educativo, a los compatriotas más desfavorecidos. Perfiló figura del indiano, pero recordó también a los “derrotados” que volvieron sin aiga y la maleta vacía. Y, entre estos polos del triunfo y el fracaso, reivindicó a “la gran mayoría” que permaneció en sus países de acogida “en los que continúan sus descendientes”: “Fundaron allí casa, familias y empresas, pero para Asturias y España, muchos quedaron en el olvido. Recuperar su memoria y promover con ellos relaciones sociales y culturales es otro objetivo de nuestra fundación. Aquí tenemos que poner el acento en la necesidad de continuar con los esfuerzos de conexión con las jóvenes generaciones, los nietos de aquellos que marcharon”, remarcó.
La necesidad de reforzar y actualizar los vínculos entre las dos orillas fue algo en lo que Francisco Rodríguez insistió en su intervención final, tras los comentarios que los senadores iniciaron a su ponencia inicial. El presidente de la Fundación Archivo de Indianos incidió en la necesidad de seguir consolidando relaciones empresariales y sociales entre España y América aprovechando que “600 millones de personas hablan español, ¿no les parece que este fenómeno no tiene parangón?”. Y añadió: “Europa y América se necesitan en el orden económico y desde ahí en el orden social. Y eso pasa por el español como lengua de encuentro”.
También apuntó que el uso del español va más allá de Hispanoamérica. “En EE UU es un fenómeno que crece sin parar”. Y ahí hiló una crítica a las nueva políticas migratorias del presidente Trump. “Yo le preguntaría qué está haciendo con esos 40 millones de mexicanos que están ayudando a su país a crecer. No están allí porque no los toleren los nativos (estadounidenses), están allí porque los llaman los nativos, aunque no lo parezca”.
En el turno de intervenciones, la senadora Teresa Mallada, tras agradecer la presencia de Francisco Rodríguez en el Senado y elogiar la “fabulosa actividad” de hace el Archivo, incidió en la importancia de la institución para “mantener viva la memoria y servir como lugar de encuentro, cultura y reivindicación de la asturianía en Iberoamérica”. También reconoció Mallada la “abnegada y entusiasta labor” de Santiago González Romero como director de la Fundación.
En su intervención, la senadora popular sintonizó con la demanda expresada por Francisco Rodríguez de reforzar los vínculos con los descendientes de aquella emigración. “En el Encuentro Hispanoamericano del año pasado (celebrado en el Archivo de Indianos), el presidente de la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar, Vicente Alciturri, afirmó que ‘en estos tiempos tan duros, hay que hacer una reflexión y ver lo que hicieron esas personas en aquellos tiempos’, en referencia a los emigrados. Y terminó diciendo que ‘Son una inspiración para las empresas familiares actuales’”. Eso le dio pie a la representante asturiana en el Senado a “incidir sobre el último de los propósitos de la Fundación que ha citado el compareciente y que es: consolidar un punto de encuentro social y empresarial con nuestros compatriotas, sus hijos y nietos en América para que la Fundación contribuya a mantener viva la relación de España y América en el marco de una renovada Hispanidad”.
La Casa de la Emigración
(Intervención íntegra de Francisco Rodríguez, presidente de la Fundación Archivo de Indianos, en la Comisión de Asuntos Iberoamericanos del Senado)
Supone para mí una satisfacción dirigirme a todos ustedes para presentarles nuestra “Casa de la Emigración”; porque, eso es en esencia el Archivo de Indianos, una casa y un lugar de homenaje a los asturianos transitivos y a los españoles que emigraron a los distintos lugares de América.
El Archivo de Indianos es una fundación cultural constituida en mayo de 1987; cuenta ya 38 años de historia y un importante balance de realizaciones. Tenemos la sede en Colombres, Asturias. Es ese edificio que se muestra en las fotos con tonalidades de azul y plata. Esos colores quieren simbolizar los tonos cambiantes del mar, el viaje ultramarino y la riqueza y progreso aportados a España por los emigrantes a América.
Ha sido una iniciativa del Principado de Asturias a la que se sumaron varias entidades e instituciones, públicas y privadas. La idea surgió en vísperas de la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y como contribución asturiana a los actos conmemorativos de 1992. Pero el proyecto fundacional puso su mirada, más que en el primer descubrimiento –lo que con matices podríamos llamar etapa colonial-, a lo que, con acierto, se nombró el segundo descubrimiento de América, es decir el operado por nuestra emigración a los países de habla hispana durante los siglos XIX y XX.
Y en ese ámbito temporal, nuestra fundación tiene como fines el estudio de las instituciones creadas por los emigrantes, la formación de un archivo documental sobre su presencia en América, y, sobre todo, convertirse en punto de encuentro entre españoles, emigrantes y sus descendientes en el espacio simbólico de la Quinta Guadalupe.
Sin duda, el movimiento migratorio a América por su magnitud y trascendencia económica, social y cultural, ha sido uno de los fenómenos más importantes de la historia contemporánea, tanto asturiana como española.Pensamos que la consolidación de las repúblicas americanas no se puede entender del todo sin el concurso de nuestra emigración y los procesos paralelos de integración mutua experimentados en los países de acogida. No fue pues asunto solo de libertadores y de nombradas figuras históricas, que en definitiva son la espuma, por debajo siempre hay una corriente humana, muchas veces ignorada, pero determinante del curso histórico.
Así que, cuanto más se reflexiona sobre esto, podríamos concluir que “nunca estuvimos más unidos que desde que estuvimos separados”. Porque, no solo los conflictos, como algunos sostienen, la cooperación es también motor de la historia y, en la conciencia histórica de los países hermanos de América, cada vez se reconoce más el papel de los emigrantes españoles. Argentina sería uno de los mejores ejemplos.
Como sabemos, una figura arquetípica de esa emigración fueron los indianos, que precisamente dan nombre a nuestro archivo. En consecuencia, investigamos sobre su vida y obra, acumulando información sobre su contribución a la modernización de España. Cómo no recordar aquí, entre otras aportaciones, las fundaciones docentes y las escuelas creadas por ellos.
Sin embargo, los indianos, son solo una parte de un mundo social más complejo, protagonizado por otros sujetos menos visibles para nuestra historia y cultura. Por ejemplo, muchos emigrantes - hombres, mujeres y niños - fueron derrotados por circunstancias de la vida y tuvieron que regresar: enfermos unos, viudas, huérfanos; sin ocupación o trabajo otros; desilusionados, pidiendo ayuda a parientes o amigos volvieron por la puerta de atrás, sin reconocimiento alguno. El contrapunto indiano tiene pues un lado dramático. Su historia también cuenta para nosotros y en parte está recogida en los cientos de fichas y expedientes de emigrantes repatriados conservados en la Quinta Guadalupe.
Entre ambos polos, triunfos y fracasos – aunque no todo regreso puede tildarse como fracaso-, otros emigrantes, la gran mayoría, permanecieron en los países de acogida en los que continúan sus descendientes. Fundaron allí casa, familias y empresas, pero para Asturias y España, muchos quedaron en el olvido. Recuperar su memoria y promover con ellos relaciones sociales y culturales es otro objetivo de nuestra fundación. Aquí tenemos que poner el acento en la necesidad de continuar con los esfuerzos de conexión con las jóvenes generaciones, los nietos de aquellos que marcharon.
Un segundo campo de trabajo se centra en la dimensión agregada de los emigrantes en Centros y Sociedades y estudiar su papel en la integración en los países de acogida, conexión histórica que no ha recibido atención suficiente hasta hace poco tiempo.
Las sociedades de la emigración española en América han sido muchos centenares en diferentes países; aunque no todas han llegado al presente histórico. Un ejemplo, solo en Cuba, las asturianas eran más de doscientas-esto sin incluir las cerca de cien delegaciones que tenía el Centro Asturiano de La Habana a lo largo de Cuba, Tampa, Key West y Asturias-. Qué decir de Galicia y otras regiones españolas. Su prevalencia en el tiempo ha estado en relación con el volumen de emigrantes en diferentes destinos y etapas, y, salvo en grandes ciudades, la mayoría ya se han agotado biológicamente. Su patrimonio documental se ha perdido en la mayor parte de las ocasiones. La información documental que se logra recuperar apenas cubre la huella de su ausencia.
Aunque con el tiempo han ido variando los propósitos que animan a las sociedades de emigrantes, para entender su importancia histórica hay que retrotraerse al periodo clásico de la emigración, durante el último tercio del siglo XIX, y la ausencia por entonces del estado social tal y como lo conocemos hoy.
Sin duda la constitución temprana de sociedades de emigrantes por regiones españolas contribuyó a mantener en América la identidad de cada una de ellas, las costumbres, el folklore y otros valores de los mayores. Los centros españoles, contribuyeron a mantener entre todos la cohesión y el orgullo por el origen nacional.
Pero el móvil para la formación de agrupaciones sociales no fue solo sentimental o festivo; fue la necesidad de llenar los vacíos existentes, para evitar que ningún compatriota en América se convirtiese en carga pública por motivos económicos. Así aparecieron las sociedades de beneficencia. También se buscaba que ningún emigrante careciese de asistencia sanitaria, formándose sociedades de socorros mutuos. Ambas, tienen su linaje en las antiguas agrupaciones gremiales y las cofradías. Si bien, estas últimas, representaban el ejercicio de la caridad, frente al modelo desarrollado por los emigrantes que estaba basado en la mutualidad, la solidaridad y el altruismo. Otro antecedente de las sociedades fueron las agrupaciones musicales, como las Corales Asturianas , gallegas, castellanas o catalanas, entre otras, en Cuba, o en Buenos Aires, que también tenían una dimensión social añadida a su función artística. A partir de ahí fueron surgiendo los Centros Regionales de los que todos hemos oído hablar: gallegos, asturianos, canarios, vascos y, en fin, de prácticamente todos los territorios de España.
Por poner un ejemplo. El Centro Asturiano de la Habana ha sido considerado la obra cumbre del mutualismo social de la emigración en América. Se fundó el 2 de mayo de 1886. Ya en 1900, los asturianos proclamaban con orgullo que su centro superaba a cualquier institución filantrópica de los Estados Unidos de América. Su hospital – La Quinta Covadonga de La Habana- fue de los más importantes del mundo en su tiempo. Su funcionamiento democrático, la orientación laica- con respeto absoluto a los sentimientos de religiosidad de sus asociados-, su benemérita Junta de Beneficencia, su Plantel Jovellanos y planes formativos para los emigrantes lo engarzan, a través de Rafael María de Labra o de Rafael Altamira, con la Institución Libre de Enseñanza. Repatriaba a quienes quedaban sin recursos o enfermos, extendiendo su acción mutual a la península de Florida y a Asturias, donde contaba con delegaciones y hospitales, asumiendo una función que el estado no podía realizar; integraba a la comunidad asturiana, española y cubana en el Palacio Social de La Habana, completando la triada de: Beneficencia, Instrucción y Recreo, haciendo efectivo, en cierto modo, el corpus de doctrina social inspirado por Concepción Arenal y luchando contra el pauperismo. No por citar al Centro Asturiano, restamos la importancia mutualista que desarrollaron el resto de centros de otras regiones, con sus hospitales, sociedades de beneficencia y sus prácticas solidarias que anticiparon en América lo que llamamos el estado social[3].
Así que cuando hablamos de los centros de la emigración, hay que recordar todo esto, y precisar que nunca fueron estrictamente reductos de identidad impermeables y contenidos en sí mismos en las sociedades de acogida. Hablamos de espacios abiertos de transculturación que es el proceso por el que una cultura se integra en otra mediante la comprensión fecunda y el mutuo respeto. Los emigrantes sintieron los países de América como una nueva patria.
Al destacar el papel que representaron los emigrantes y sus sociedades, también quiero poner en valor la necesidad de perseverar en la tarea de recuperación documental que la Fundación viene realizando en diferentes países de América. Los fondos reunidos hasta el presente, en virtud de donaciones y depósitos, permiten inducir investigaciones sobre los mundos sociales de la emigración a lo largo de su dilatado periodo de implantación en América. Una de las actuaciones más importantes que acompañan esa labor es la digitalización de las documentaciones acumuladas y que se están poniendo a disposición pública de investigadores y personas interesadas a través de internet.
También, con las generaciones jóvenes que participan en los Centros Asturianos, se promueve que conozcan la región de sus padres y abuelos, y, desde hace más de una década, anualmente se organizan encuentros en Colombres de jóvenes del Centro Asturiano de México, del Centro Español de Chile o del Centro Asturiano de Buenos Aires.
Complementando lo anterior, la fundación ha promovido y promueve investigaciones relacionadas con la emigración a América de las distintas regiones de España y cuenta con un importante catálogo bibliográfico, actas de simposios, catálogos de exposiciones y conferencias magistrales. A través de la extensión universitaria de la Universidad de Oviedo, profesores visitantes de universidades de Hispanoamérica, imparten conferencias en nuestras instalaciones.
Por último, los logros obtenidos en los campos señalados se deben a la colaboración activa y al compromiso de la emigración con el proyecto fundacional. La Asociación de Amigos de la Fundación en México y los centros de emigrantes de Cuba, Tampa, México -con sus dos migraciones la económica y la política, representadas por el Centro Asturiano y el Ateneo Español respectivamente-, Argentina, Chile, Uruguay, Colombia, Guatemala, Puerto Rico y República Dominicana, han levantado simbólicamente sus banderas en Colombres y queda como tarea levantar muchas más.
Comprometer a los emigrantes y las sociedades en este trabajo común de recuperación histórica, coadyuva a un último propósito: consolidar un punto de encuentro social y empresarial con nuestros compatriotas, sus hijos y nietos en América. La Fundación, señorías, quiere ser una aportación más, en concurrencia con otras iniciativas españolas- sin duda de mayor importancia- que modestamente contribuya a mantener viva la relación de España y América en el marco de una renovada Hispanidad.
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