Luis Fernández-Vega, homenajeado en México: “La inteligencia artificial quizá podrá hacer diagnósticos, pero el médico seguirá teniendo el control de las emociones”

“Mucho más importante que la inteligencia es la voluntad”, afirma el oftalmólogo asturiano en una charla en el Instituto Tecnológico de Monterrey

“La investigación básica nos otorga muchísimo valor para ayudar a resolver los problemas que se nos presentan en la clínica”, afirma

Luis Fernández Vega, entre Guillermo Torre, a la izquierda, y el decano de Monterrey y Chihuahua de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del TEC.

Luis Fernández Vega, entre Guillermo Torre, a la izquierda, y el decano de Monterrey y Chihuahua de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del TEC.

Luis Fernández-Vega Sanz cura desde hace mucho tiempo con un “fármaco” que tiene la patente de su padre. Se llama “Cicacoa” y es “el acrónimo de ciencia, cariño, comprensión y ánimo, porque mi padre decía que cada médico tenía que tener la intuición suficiente para poder saber qué dosis de cada una de esas cosas tenía que darle a cada paciente”. El oftalmólogo asturiano, presidente del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, contó de nuevo la anécdota este miércoles en Monterrey (México), al asomarse al futuro de la medicina y pronosticar que la inteligencia artificial probablemente podrá algún día “diagnosticar por nosotros, o a lo mejor no, pero algo que de momento no tiene es el control de las emociones. Eso es lo que el médico debe seguir aportando, y la empatía con el paciente lo que va a diferenciar a unos de otros…” En el Instituto Tecnológico de Monterrey (TEC), prestigiosa institución académica privada que esta semana visita una delegación de la Universidad de Oviedo para explorar vías de colaboración y proyectos conjuntos, el médico, catedrático y expresidente de la Fundación Princesa de Asturias fue el primer “invitado de honor” del año en el evento “Gigantes de la medicina”. 

La charla, en formato de diálogo informal con el rector de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, del TEC, Guillermo Torre, recorrió la trayectoria profesional del oftalmólogo y desembocó en el futuro. Al levantar la vista, Fernández-Vega intuye que es la inteligencia artificial “lo que seguramente va a marcar los próximos años, sin olvidar la genética o la personalización de los fármacos para cada paciente”. “¿Curaremos la ceguera? ¿Podremos trasplantar ojos?”, le desafió Torre. “En los próximos diez años, seguro que no”, respondió el ponente. “El nervio óptico es una barrera difícil de solventar en ese plazo”, argumentó.

Luis Fernández-Vega, con Ignacio Villaverde a su izquierda y los responsables de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Instituto Tecnológico de Monterrey.

Luis Fernández-Vega, con Ignacio Villaverde a su izquierda y los responsables de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Instituto Tecnológico de Monterrey. / .

La charla quiso ser un trayecto inspirador a través de la vida y obra de la cuarta generación de la saga de oftalmólogos, por la génesis y auge de su institución médica en Oviedo, el camino hasta los 100.000 pacientes de todo el mundo que se reciben cada año en la capital del Principado y lo que le aguarda a la quinta hornada de la familia y a las que vengan a continuación. Después de doctorarse y convertirse en Madrid en el catedrático más joven de España, confesó que le costó volver a la clínica que su padre y su tío tenían en Oviedo, pero se animó pensando en grande.

“Si la Clínica Mayo está en Rochester (Minnesota), un sitio pequeño donde hace mucho frío y no se come tan bien como en Oviedo”, con más razón cabría un proyecto de grandes dimensiones en Asturias. Con la broma quería decir que “si eres capaz de dar prestigio” a una iniciativa funcionará, y acertó. Ante el atento auditorio mexicano contó los viajes que hizo de Italia a Estados Unidos para tomar nota en las clínicas “más señeras del mundo”, la convicción de que tenía que crear una empresa y el proceso que la hizo crecer “por fases”. Como recta difusa, esa convicción de que “soy muy perseverante. Es difícil decirme que no, muy difícil que me doblen”.

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Escuchaba un auditorio escogido de profesores y estudiantes en el que se encontraba el empresario asturmexicano José Antonio Fernández Carbajal, componente y expresidente (2012-2023) del consejo directivo del TEC y presidente de la poderosa empresa Fomento Económico Mexicano (Femsa). El recorrido vital, familiar y profesional de Fernández-Vega se detuvo un rato en el soporte fundamental de la investigación, y en su concepción de la medicina en tres dimensiones. “Siempre la entendí como docencia, asistencia e investigación”, señaló, y siempre tuvo claro que en el crecimiento paulatino del Instituto Oftalmológico tenía que guardar un momento para añadir la investigación básica.

“No teníamos muchos ejemplos en los que mirarnos”, recordó. “Ninguna clínica privada tenía  una unidad de investigación básica y lo que hice fue rodearme de gente que me pudiese ayudar” hasta llegar a la situación actual en la que esa tarea tiene 25 personas y se ha revelado “fundamental para poder trasladar a los investigadores básicos los problemas no resueltos que se nos presentan en la clínica y tener ayuda para buscar las soluciones”.

Luis Fernández-Vega posa con estudiantes y profesores de la facultad de Medicina del Instituto Tecnológico de Monterrey.

Luis Fernández-Vega posa con estudiantes y profesores de la facultad de Medicina del Instituto Tecnológico de Monterrey. / .

Pasó la ruta por su etapa como presidente de la Fundación Princesa de Asturias (2018-2023), un honor que “más que ocuparme, me preocupaba”, porque todos los días había alguna cosa que teníamos que resolver”. Ocasiones hubo, recordó entre risas, en las que “me culpaban de haber dado el premio a no sé quién, o de no habérselo dado a no sé qué otro…” Con la guía del rector de la universidad mexicana, Luis Fernández-Vega fue pasando por las pasiones y los desvelos de la carrera de un médico al que siempre le gustó tanto lo que hacía que "a veces, cuando no podía dormir, pensaba en una operación que estaba haciendo”. Con el paso del tiempo se ha dado cuenta de que "a medida que soy más mayor entiendo mejor a la gente, tengo más empatía con mis pacientes", pero acaso no haya dejado nunca de ser el líder al que siempre, “desde pequeño”, le gustó “estar en los sitios de decisión. Nunca me gustó que decidiesen por mí”, sentenció antes de terminar su intervención con una receta sobre el liderazgo. “Mucho más importante que la inteligencia es la voluntad”, dejó dicho. “Voluntad, determinación y perseverancia” son los rasgos fundamentales, concluyó, porque “nada se consigue sin esfuerzo y sacrificio”.

La visita del oftalmólogo a la escuela de ciencias sanitarias del Tecnológico de Monterrey se inscribe en la misión mexicana que ha emprendido esta semana una delegación de la Universidad de Oviedo encabezada por el Rector, Ignacio Villaverde. Los emisarios asturianos están desde el lunes en el país azteca para explorar colaboraciones con cinco universidades, dos públicas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional, y tres privadas, además del TEC la Universidad Iberoamericana y la del Fútbol y Ciencias del Deporte de Hidalgo, propiedad del Grupo Pachuca, máximo accionista del Real Oviedo. Con ésta tienen previsto firmar un acuerdo de colaboración, con el TEC estrechar lazos en lo tocante a la investigación médica y con las cinco entablar vías de cooperación, fortalecer vínculos ya existentes y encontrar proyectos conjuntos.

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