La historia de una asturiana que es Vicedecana en una Universidad de EEUU: "Con Trump hay más control político sobre lo que se enseña"

Lucía Garmendia, experta en lingüística, cuenta como el castellano está amenazado tras el regreso del presidente

Lucía Garmendia

Lucía Garmendia / LNE

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Con la economía mundial tiritando por los aranceles de Donald Trump, en la universidad Tech University (Saint George, en el estado de Utah), hay una asturiana que pone el foco en la educación pública. “La situación es preocupante desde la llegada de Trump. Hasta ahora nunca me había preocupado de estar hablando castellano con mis hijos, pero el asunto está cambiando. Y para mal”. Habla Lucía Garmendia (Oviedo, 1981), conocida profesionalmente como Lucía Taylor, que es profesora catedrática y Vicedecana de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales en la Tech University, una universidad pública de más de 12.000 alumnos en Utah.

 Garmendia, académica en el campo de la filología española y la lingüística aplicada, con un enfoque particular en la enseñanza del español como lengua extranjera, lleva desde 2009 en Estados Unidos impartiendo castellano, después de haber impartido clases de español en la Casa de las Lenguas de la Universidad de Oviedo. Cruzó el charco por un convenio entre la institución académica asturiana y la de Utah, estado tradicionalmente mormón y muy conservador, y allí escribió su tesis doctoral, mientras completó un máster en pedagogía de Lenguas. Se casó, tuvo dos hijos, echó raíces en el estado de Utah y ahora vive a dos horas en coche de Las Vegas.

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El regreso de Trump a la Casa Blanca, al margen de todas las consecuencias económicas, ha hecho poner pie en pared a la educación pública. Lo saben en la Universidad en la que trabaja Garmendia, que depende del estado de Utah, tradicionalmente republicano, “un puntal para Trump, todo es rojo”, destaca. Y sigue.  “Desde el punto de vista administrativo estamos algo más tranquilos, porque esta Universidad, que es pública, no depende directamente de la Administración, sino del estado”. Pero hay mucha letra pequeña. A Lucía Garmendia todos los movimientos de Trump le afectan por partida doble: da clases de Castellano y el presidente anunció la conversión del inglés en lengua oficial y su intención eliminar el español de la web Casa Blanca y de otros portales públicos de la administración. Todo ello, explica, está creando un caldo de cultivo que afecta a la convivencia diaria. “Eso es lo que nos preocupa. Uno de mis colegas se jubiló de la Universidad y se fue de la ciudad. Era hispano y un día le dijeron: ‘Vete a tu casa, no pintas nada aquí”, lamenta la ovetense. Repite que lo económico, por los aranceles, se une a lo social.

“Lleva habiendo tensión una temporada, en todo. Ayer mismo fui al supermercado y no había huevos (en referencia a la crisis por la escasez de estos alimentos). Lo económico se suma a lo político. Respecto a la educación pública se ha abierto la veda: hay más control político sobre lo que hacemos, sobre lo que se enseña a los alumnos”, asegura Garmendia, en referencia al desmantelamiento que Trump tiene en marcha del Departamento de Educación. La preocupación crece, pero también, narra, hay confianza en los contrapesos del sistema.

La ovetense es una de las miles de asturianas que sigue muy de cerca la actualidad del Principado desde la distancia. Dice que lo ve “regular”, que el turismo está bien, pero que los problemas generales, como la vivienda, van en aumento.  También, como académica y lingüista, opina sobre el futuro del asturiano y la oficialidad, asunto de incesante debate político en la región, que Garmendia sigue desde Estados Unidos. “No sé hablar asturiano, nunca lo aprendí, pero desde el punto de vista lingüístico no hay ninguna razón para decir que no es una lengua, porque proviene del latín, igual que el catalán o el castellano”, zanja. 

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