Asturias exporta talento

Carlos Magdalena, el gijonés que juega a ser dios del clima desde Londres

El llamado "mesías de las plantas" ruega a los asturianos: "Please, please, please, conserven las especies joya del Principado, ¡el urogallo y el salmón se nos van!"

Carlos Magdalena.

Carlos Magdalena.

Tino Pertierra

Tino Pertierra

El trabajo de Carlos Magdalena como horticultor en el Real Jardín Botánico de Kew en Londres transcurre dentro de una caja de cristal: "Jugamos a ser el dios del clima e intentamos controlar temperaturas, luz y humedad. El efecto invernadero también se usa para cultivar pimiento. Superviso horticultores, estudiantes y aprendices. Juntos mantenemos las colecciones vivas, proporcionamos plantas a las exhibiciones públicas, a los científicos, a otros jardines, de cuando en vez salimos ‘al campo’, lo cual, cultivando plantas tropicales, siempre está lejos, viajo también para dar charlas, y en el medio de todo esto, festivales del jardín, reparaciones de instalaciones, inventarios, dar cursillos, que te los den a ti, permisos, propuestas y, en mi caso, a menudo dar entrevistas o participar en eventos".

Stop, stop. "El resto es comer, dormir, comprar. Pagar, declarar y reclamar. Lo que menos me gusta es aplicar y usar productos químicos, que tratamos de evitar a toda costa. Lo menos gratificante es el sueldo, está la cosa muy fea y la vida muy cara. Lo mejor es poder trabajar contemplando formas de vida aprendiendo de sus comportamientos, formas y síndromes. También he podido ver mucho mundo viajando, a menudo, a áreas no tan visitadas y bien remotas. Contribuir a la conservación de especies es siempre un placer".

Desde que tiene uso de razón se siente "totalmente fascinado por cualquier forma de vida. Mis padres también me lo inculcaron porque los dos tenían también un gran interés. Supongo que cuando no había mucha tele ni existían los móviles o tabletas estábamos menos apantallados y nos entretenía más la realidad exterior donde lo natural siempre era más fascinante y misterioso. Teníamos todos menos ‘efectos especiales’. A mi padre le gustaban los peces, las gallinas y los frutales. Los dos estaban fascinados de forma distinta por los pájaros y a mi madre le encantaba la huerta y, además, era floristera. Me pasé la infancia leyendo enciclopedias de ciencias naturales y también de horticultura y jardinería. Como don Quijote, me radicalicé leyendo libros. Siempre había algo que era ‘lo más importante’, unas veces los pájaros, otras los peces. De cuando en vez, astronomía o geología, pero ‘los bichos y las plantas’ era el nicho central. Crecí y no se me pasó… y aquí estoy pasados mis 50 abriles".

Recuerda en el invernadero de la memoria "los monstruos marinos que vendían en la plaza del pescado en Gijón. Era un museo de ciencias del mar que cambiaba exhibición todos los días, menos los lunes que estaba cerrado si mal no recuerdo. Me fascinaba ver galernas de mar desde el confort de la ventana de un piso 12 en el Muro, tremendo y dramático, a veces con el ‘Castillo de Salas’ varando y rompiendo incluido. El olor a chopos del parque de Isabel la Católica. La mezcla de olor a crema de sol con los señores que vendían barquillos que guardaban en contenedores rojos con ruletas en la tapa. Solo las sidrerías huelen como las sidrerías. Bollos preñaos en el pueblo de Asturias, quesos de Cabrales y pájaros de todo tipo en el Rastro de los domingos, ir en burro a la hierba en el pueblo de los abuelos. La matanza de gochu, la obligación de llevar cadenas en Pajares, la llegada de las golondrinas e, incluso, ver un urogallo en los montes de Campo Caso, donde ya está extinguido. Y por ponerle sonido a la cosa, los ‘Ilegales’, Tino Casal, los cucos cantando en el monte cantando y un gaiteru al que no se le veía la cara, tapada por su sombrero y que se hacía solo en el Muro o la calle Corrida, dignos de Jimmy Hendrix..."

Stop, stop. Deténgase en los obstáculos: "Querer entrar a trabajar en lo que realmente te apasiona y no poder hacerlo de ninguna forma otra que dejando todo tu universo detrás. La ventaja es que he llegado a lugares que no sabía ni que existían. Aprender una segunda lengua que también es muy universal te abre puertas. Desde que cambié de país, siempre he tenido una sensación de progreso, con alguna excepción como la crisis del covid, siempre he conseguido sentir que algo nuevo estaba ocurriendo. Asturias, una vez que me hice adulto, era un poco como el día de la marmota. También tengo esa sensación aquí a veces. Pero no siempre y a menudo es lo contrario. Quizá tengo un culo un poco inquieto, no lo sé". La falta de fondos es el principal escollo "para cualquier proyecto, gestionar permisos también. Las envidias y lo de ‘al clavo que sobresale…’".

Asturias tiene "un paisaje alucinante. Hace poco volé de Londres a Madrid, y os vi desde Cantabria, los Picos de Europa eran de película del ‘Señor de los anillos’. Es muy desconocida aquí, en Reino Unido, pero siempre que la conocen o ven vídeos la reacción siempre es muy positiva. Nadie espera un rincón así en la imagen que tienen de España. Asturias tiene una mística y una magia única. Una calidad de vida insuperable y una naturaleza y geografía envidiable en el contexto europeo. El clima, en el contexto de extremos al que no enfrentamos, debería de ser una ventaja en comparación a otras zonas de la península. El agua y la capacidad de almacenarla gracias a la geografía. La cultura y los recursos naturales".

Aunque "temas de desarrollo rural y comunicaciones son importantes, please, please, please, conserven las especies joya del principado. ¡El urogallo y el salmón se nos van! Son joyas del patrimonio natural pero también cultural".

De sus padres aprendió las ganas de vivir y de Felix Rodríguez de la Fuente "ver el mundo por la misma lente, la de los prismáticos. Dos consejos de mi madre que repetía una y otra ver: ¡apaga la luz!, muy ecowarrior y además, ayuda ahora que está no sé cuántos por cien más caro, y también ‘¡Carlos, calla y come! Hay también, personajes que vieron ‘algo en mí’, como Ian Leese, el principal de la Escuela de Horticultura, quien, después de una conversación corta, me lanzó un salvavidas en forma de internado no remunerado en Kew. Como estudiante, siempre que le lloraba lo difícil que todo era y lo duro que era el calendario de pruebas test y exámenes, me decía: ‘lo sé, sigue, no te achiques, y seguro que llegaras a donde tienes que ir’. Y, más o menos, siempre ha funcionado. Para el resto está Obi One Kenobi y su ‘use the force’ y Yoda con el invencible ‘do or do not, there is no try’". Ah, y "¡y puxa Asturies!".

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