Eliana Álvarez escuchó en Sudán del Sur y en Indonesia las últimas voces de la Tierra
La cineasta llanisca asentada en Nueva York participa como directora de fotografía en "Voces de la Tierra", una espectacular serie documental, que ahora se estrena en Filmin y fue rodada por todo el planeta
Las historias de una docena de agricultores y ganaderos de los cinco continentes retratan la estrecha relación de mutua dependencia que tiene el hombre con los animales: es una llamada de alerta contra la destrucción de los ecosistemas naturales

Eliana Álvarez, en el rodaje de Indonesia, rodeada de niños / Equipo de rodaje de "Las voces de la Tierra"
La cineasta llanisca Eliana Álvarez, residente en Nueva york, nunca olvidará el mes que pasó con la tribu de los Mundari, en Sudán del Sur, como directora de fotografía del primer documental que se rodaba en una zona de África donde esta étnia nilótica vive del ganado vacuno, que no solo ocupa un lugar central en su vida –como moneda, sustento o símbolo de estatus- sino que también considera a estos animales como medio de conexión con su deidad creadora, Ngun.
El ser humano conectado con los animales y, a la vez, con la Tierra. De eso va “Voces de la Tierra”, la espectacular serie documental que acaba de estrenarse en la plataforma Filmin. Una serie rodada por todo el planeta y que puede verse como una seria advertencia de la deriva ecológica del ser humano, que está a dos pasos de autodestruirse a fuerza de cortar sus conexiones con el resto de seres vivos y el planeta que los acoge a todos.

Eliana Álvarez grabando un juego tradicional con niños de la tribu Mundari en Sudán del Sur. / Toni Espadas
“En esta serie se ve claramente esa relación simbiótica, recíproca, que tenemos el ser humano y los animales. Hay animales que subsisten gracias a los humanos, pero los humanos subsistimos también gracias a los animales”, apunta Eliana Álvarez sobre el impresionante trabajo documental dirigido por Aner Etxebarría y Pablo Vidal. Se trata de una producción de ambición y hechura internacional que partió de la productora vasca Gariza Films, de la cineasta Lara Izagirre, la misma de la exitosa película “20.000 especies de abejas”, que se llevó tres premios en la Berlinale y un Goya, entre otros galardones.

Eliana Álvarez con parte de la comunidad Mundari en Sudán del Sur. / Toni Espadas
Las voces de la tierra son muchas. Es la voz de Mogga, de la tribu de los Mundari, en Sudán del Sur, donde Eliana confiesa que vivió en unas condiciones muy duras para un occidental acostumbrado a tener electricidad, un colchón donde dormir y un entorno aspirado. “ Respirábamos polvo todo el rato. Además, nunca había rodado en esas condiciones técnicas. Teníamos que llevar generadores para cargar las baterías”, añade. "Voces de la Tierra" también la voz de Bayandalai, el último pastor de renos de la taiga de Mongolia; la de Thedelly, un recolector de miel de la India que protege las colmenas salvajas de la apis cerana, la abeja melífera oriental, el insecto que no solo ha dado miel y cera a la humanidad desde hace milenios, también es el agente polinizador de las cosechas. La serie es también la historia de Hafsteinn, recolector de plumón de Eider en la isla de Flatey (Islandia), y la de Zafiloy, guardian del lago de los cocodrilos sagrados en el norte de Madagascar; o la de Diandra, que mantiene viva la tradición gallega de “A rapa das bestas” en Cuspediños…

Eliana, en el centro, con grupo de mujeres en Indonesia en una plantación de arroz. / Aner Etxebarria.
Y la historia de Hardinkas, recolector de café en Sumatra, del pueblo Gayo de Indonesia, que mantiene un pacto sostenible con la civeta salvaje. Ellos no las enjaulan para hacerlas producir el kopi luwak, un café selecto de origen muy sorprendente. Eliana Álvarez también fue la directora de fotografía en el rodaje de su historia. Explica el origen de un café tan apreciado: “Rodar con ellos fue una pasada. Estábamos en el norte de Sumatra, en un pueblito musulmán mayoritariamente. Tienen una curiosa relación con las civetas. Estos animales se meten a las plantaciones de café y se comen los granos que son más dulces. Y luego hacen caca y sacan los granos de café enteros. Estos animales también comen muchas frutas. Entonces los granjeros recolectan su café normal, pero, aparte, recolectan los excrementos de las civetas porque ahí están los granos de café, que luego pasan por un proceso de limpieza extrema y se comercializan. Hay quien captura a las civetas y las pone en jaulas para que estén constantemente comiendo granos de café. Los recolectores que nosotros grabamos, no las capturan. Recolectan de manera ancestral. Es el café más caro del mundo. Yo todavía tengo un poquito en mi casa”
-¿Y qué tal?
-Es supersuave y tiene un sabor afrutado casi, diría yo. Porque los jugos gástricos del animal hacen que esos granos de café tengan otro sabor, por la mucha fruta que comen.

El cartel de la serie "Voces de la Tierra", disponible en Filmin / .
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