La asturiana que estuvo nueve horas en Madrid como voluntaria dirigiendo el tráfico durante el apagón: "Los conductores me hacían caso"

La avilesina Claudia Arganza se llevó una ovación después de haberse ofrecido para ayudar a desatascar la circulación en la capital

La historia de la asturiana que estuvo nueve horas en Madrid como voluntaria dirigiendo el tráfico durante el apagón: "Los conductores me hacían caso"

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Más de nueve horas de pie en la calle dirigiendo el tráfico ante el caos por el apagón. Fue lo que hizo en las calles de Madrid una asturiana, la avilesina de 22 años Claudia Arganza, ayer en la capital de España, mientras duró la gran desconexión nacional que dejó a todas las calles sin semáforos para circular. En Madrid se notó especialmente el apagón, que causó atascos brutales en la ciudad y en las autovías. "La gran mayoría de los conductores me hizo caso y mucha gente me dio agua y bocadillos", explica Arganza, que fue agente de la autoridad por unas horas.

La peripecia de esta asturiana empezó ayer pasadas las 12 y media, momento del gran apagón. Arganza, estudiante de un doble grado de Ingeniería Informática y Matemáticas en la Universidad Alfonso X El Sabio, salió de clase rumbo a su casa, en la calle Bravo Murillo, de cuatro carriles y dirección única, pero que corta con Donoso Cortes y Viriato, y donde se acumulan cada día una gran cantidad de coches. "Subí a casa y desde la terraza vi la situación del caos en la circulación y tomé la iniciativa de bajar a controlar el tráfico. Despues se unieron tres vecinos mas y nos distribuimos por la calle", explica.

Al poco de bajar, otro voluntario le dio un chaleco reflectante, por lo que en medio de grandes dudas, numerosos viandantes confundieron a la asturiana con una responsable del ayuntamiento o una verdadera guardia de tráfico. "Yo no tenía ni idea de ordenar el tráfico, pero como conozco la zona, porque vivo ahí, fui parando a unos y a otros y dejándoles pasar o seguir. La gente fue súper amable", relata. A hora punta el tráfico fue muy elevado, pero el civismo imperó y no hubo que lamentar ningún accidente en esa zona. "La gente tiene cabeza, sabía que era una situación excepcional y nadie hizo locuras", señala.

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Arganza estuvo todo el tiempo del apagón al pie de calle, ordenando a los coches parar o seguir. Solo hizo un brevísimo parón para cambiarse el calzado y la ropa. Su trabajo finalizó cuando volvió la luz, sobre las diez de la noche, y se encendieron por fin los semáforos. Se llevó una ovación de los conductores después de numerosas anécdotas tras nueve horas de pie. "Una chica me confundió con personal de la ORA, otra que si era del ayuntamiento, otra que si me había mandado la Policía...". También deja una leve críticas: "Los Policías que pasaron por ahí casi ni nos lo agradecieron, en cambio la gente se volcó". Queda dicho.

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