Álex Galán conquista Groenlandia antes que Trump: el nuevo proyecto de exploración ártica del cineasta asturiano más viajero
Álex Galán, director de Corvera asentado en Cangas de Onís, acaba de regresar de la región ártica, donde rodó un documental sobre el explorador madrileño Ramón Larramendi: "Hicimos la primera expedición con energía solar"
El cineasta hizo una inmersión en la cultura inuit: "Hablamos de una isla con grandes recursos minerales, pero tienen un recurso mucho más valioso: su memoria indígena”

Álex Galán, en la expedición en Groenlandia
Álex Galán (Corvera, 1988) es un director de cine, productor de documentales y también guía de expediciones que, sin duda, es una rara avis en su sector. Desde hace varios años, vive en Cangas de Onís y, cuando se le pregunta por su visión sobre Asturias, responde de forma corta y al grano: “No solo es el lugar (Asturias) en el que nací, sino también el que elijo para vivir. Dedicándome al cine, lo más fácil sería irme a cualquier otra comunidad en la que haya más oportunidades. Sin embargo, esta tierra me ofrece otras cosas que pesan más que lo económico. Aquí puedo llevar una vida más coherente con lo que me identifico: por lo tanto, no solo soy más feliz, sino que me inspiro más y mejor. Vivir en Cangas de Onís me aporta infinitamente más a nivel personal e incluso creativo que vivir en Madrid, aunque allí se muevan más las cosas y aquí tenga que pelear en solitario para sacar adelante los proyectos”, asegura.
Su arraigo en Asturias no quiere decir que Galán no viaje por el mundo. De hecho, el corverano, cuyas obras tienen un enfoque especial sobre la naturaleza, acaba de regresar de un viaje de un mes por Groenlandia, donde elaboró un documental sobre la figura del explorador Ramón Larramendi, a quien acompañó en la travesía por esta región ártica que acaba de saltar a la actualidad internacional por las intenciones de Trump de comprársela a Dinamarca. Pero el objetivo de Galán en este nuevo trabajo audiovisual es bien distinto: “La motivación del documental es, además de la expedición, arrojar un poco de luz sobre una figura (Larramendi) que es casi una leyenda en el Ártico, pero que en España no acaba de tener un reconocimiento a la altura de sus hazañas”, recalca. Larramendi es el diseñador de un trineo eólico que está destinado a la investigación por esas regiones heladas. Larramendi ya ha recorrido 40.000 kilómetros por estos territorios.
La estancia del cineasta asturiano consistió en varios días de convivencia en el pueblo de Narsaq, que está al sur de la isla, y después una larga expedición sobre la capa de hielo para atravesar la isla de costa a costa. Esta aventura, además, tiene algo de récord, ya que es “la primera expedición realizada con energía solar en el Ártico”, explica el asturiano, lo que supone “una vuelta de tuerca más a la larga trayectoria de Ramón Larramendi”.
Una expedición con energía solar implica que, durante el tiempo transcurrido, todas las herramientas necesarias para el viaje funcionaron mediante esa energía, sin necesidad de usar otros combustibles o generadores eléctricos.
Galán vio de primera mano el día a día en Groenlandia, un país difícil de explicar en el sentido geopolítico y cultural, que se encuentra en el continente americano, aunque es una especie de condado de Dinamarca, de quien depende políticamente. En los últimos tiempos, sobre todo desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, Groenlandia ha copado titulares: el presidente de Estados Unidos declaró su intención de hacerse con el país, muy valioso por su situación geográfica y por sus reservas de petróleo, aunque Groenlandia tiene la explotación muy limitada por el deshielo. Galán pone el foco en lo que vio: un estado indígena, “probablemente el mayor estado puramente indígena del mundo”.
Y lo explica así: “Los groenlandeses y la cultura inuit están presentes en todo el territorio y mantienen la esencia de la vida en el Ártico. Hablamos de una isla con grandes recursos minerales, pero tienen un recurso mucho más valioso: su memoria indígena”. El asturiano observó de cerca cómo viven los groenlandeses, muy alejados del estilo europeo o del americano. “La cultura inuit es la única verdaderamente adaptada para la vida en el Ártico y son esas poblaciones las que guardan un pedacito de nuestras raíces como especie. Es muy fácil calcular el valor de un determinado mineral, pero se nos olvida lo que valen todas esas lecciones ancestrales que también tienen. Y no por eso es una población que debamos mirar a través de un escaparate”.
Galán pone el foco también en un manido tópico, el que sostiene que los indígenas, y también los habitantes de las zonas más rurales, viven aislados, sin noticias del exterior. “Los inuit también tienen su acercamiento al mundo moderno, hasta el cazador más remoto tiene Facebook o los pescadores utilizan lanchas modernas. No debemos caer en el cliché del indígena aislado que no se entera de por dónde va el mundo. Ellos lo saben igual que cualquiera, pero mantienen unas raíces muy potentes”, destaca.
La amenaza de Trump está en el día a día de Groenlandia, un país ya acostumbrado a que lo muevan como una marioneta, como representa bien la serie danesa "Borgen" en uno de sus capítulos. El regreso del magnate, explica Galán, ha provocado que “los groenlandeses miren a Dinamarca como una especie de mal menor, y probablemente lo más útil para la isla sea moverse entre dos aguas, obteniendo beneficios de unos y de otros, pero manteniendo sus raíces lo más intactas posibles”.
Galán, ya en Asturias, tiene ahora mucho trabajo por delante: organizar todo el material y pasar a la fase de montaje. Además, el corverano, que dirige su productora, Nunatak, estrenará este año su cuarto largometraje, "Valle blanco, gallo negro", una historia surrealista rodada en Asturias durante el invierno que trata sobre una mujer que pretende montar una empresa de avistamiento de urogallos donde no hay esos animales, “una historia casi de Berlanga”, explica.
Galán lleva ya varios años realizando expediciones y ha estado en Sudamérica, Siberia y Asia central. Entre sus documentales destaca "Salvajes", un docu-western que explica el conflicto entre pastores y lobos. Su segunda obra fue "Il mulín", que explora la identidad y el autogobierno de una pequeña comunidad rural del suroccidente asturiano, por el que obtuvo una mención especial en el Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX). El año pasado, el asturiano fue el único director español en el Festival Internacional de Cine de Moscú, con su tercer largometraje, Territory, que protagoniza Darko Peric, y que fue seleccionado en festivales conocidos como Torino, Bogotá o El Cairo.
El director también pone el foco en su obra en Asturias, del que, además de valorar sus posibilidades, también tiene una visión crítica. "Veo cosas que me preocupan. Cada año el turismo parece estar probando hasta donde puede forzarse la máquina y no veo decisiones reales hacia un camino diferente. Por otro lado llevamos años escuchando que no hay relevo generacional en el campo y tampoco hay planes nuevos. Estamos dejando de ser productores para ser un gran servicio turístico y es así porque la gente prefiere tener una casa rural que un rebaño de cabras, obviamente todos buscamos lo cómodo pero igual había que incentivar más lo primario porque si vendemos paisaje el paisaje alguien debe mantenerlo", finaliza.
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