Así fue el primer concurso de escanciadores de América: el campeón es un psiquiatra argentino
El Centro Asturiano de Santa Fe, en Argentina, celebra el primer concurso de escanciadores del continente con éxito de asistencia y con una sidra que salió a 12 euros el culete: "Ficimos historia"

X. Fernández / A. Domínguez

"Toy reventáu, pero muy contentu. Ficimos historia". La frase del langreano Alejandro Blanco, directivo del Centro Asturiano de Santa Fe (Argentina), define a la perfección lo vivido el pasado fin de semana al otro lado del charco. Por primera vez, y después de mucho esfuerzo y un sinfín de trabas burocráticas, un cargamento de sidra asturiana entró en Argentina tras dos décadas, y con él se pudo celebrar el I Concurso de Escanciadores de América, un evento declarado de interés turístico en Santa Fe y que, además, nace con vocación de continuidad de forma itinerante por todo el continente. De hecho, el Centro Asturiano de Chile ya pretende organizarlo en 2027.

Alejandro Blanco, durante su charla. |
Venció "de casualidad", dice el propio ganador, el argentino Ignacio Alassia, que no tiene descendientes asturianos. Aunque el podio fue lo de menos. En el Centro Asturiano de Santa Fe se juntaron más de 500 personas para celebrar el concurso, en una larga jornada festiva, desde las 11 de la mañana hasta las 6 de la tarde, en la que también hubo bolos asturianos, bailes tradicionales y castañas asadas. Fue un chute de asturianía. Ni la intensa lluvia que cayó fue problema para el gran día, aunque sí provocó un cambio de última hora, trasladando la fiesta al patio interior.

Dos asistentes a la fiesta tocan el acordeón y la gaita.
Nada hubiese sido posible sin la insistencia de Alejandro Blanco, que consiguió que 12 cajas de sidra natural (72 botellas) cruzasen la frontera. En las últimas dos décadas fue imposible, al no estar la bebida asturiana incluida en la lista del Instituto Nacional de Alimentos, lo que impedía su importación. Este langreano consiguió cambiar la historia a un precio elevado: contando todos los gastos, 72 euros la botella, lo que se traduce en 12 euros el culete de sidra. Una vez conseguida la bebida, el Centro organizó la gran fiesta, con varias actividades relacionadas con la sidra —Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco— y con la participación, además, del Colegio Covadonga, el único en el mundo perteneciente a una institución asturiana, donde se desarrollan todo tipo de actividades relacionadas con Asturias. Hubo mucho más. En Santa Fe se cantaron y bailaron canciones tradicionales de la mano de La Panoya, el grupo folclórico del Centro, como aperitivo del concurso. Hubo incluso una anécdota multicultural: un japonés y un argentino asaron las castañas en un tambor de lavadora. "Era una cosa de no creer", dice el organizador.
Blanco calcula que más de la mitad de los asistentes eran personas ajenas al Centro, prueba de su tirón. Acudieron, incluso, curiosos de Uruguay o Chile. Todo arrancó con una charla online para los asistentes, a cargo del historiador Luis Benito García —impulsor de la candidatura de la sidra ante la Unesco—, y con unas breves palabras del propio Blanco. Después empezó el concurso. Se presentaron 28 candidatos, que ensayaban con agua. Luego accedían a la fase final los cinco mejores clasificados, que competían ya con sidra natural. El jurado medía el tiempo, la medida del culete y la técnica, como en los concursos de Asturias, y puntuaba con una nota final.
El ganador fue el psiquiatra argentino Ignacio Alassia, que nunca había escanciado en su vida y que se enteró de la celebración del concurso el mismo día. Lo explica él mismo: "En realidad fui a ver a mi hijo, que jugaba a los bolos. Ahí me encontré a Alejandro Blanco, que me convenció para participar. Probé con agua, luego con sidra, y me gustó. ¡Nunca la había probado y está riquísima!".
La vinculación con Asturias de Alassia viene a través de su exmujer, María Marcela Codes, con raíces en Villanueva (Santo Adriano) y Pola de Siero, que quedó tercera en el concurso, siendo segundo Alejandro Ledesma. Los tres se llevaron un diploma y un trofeo, y luego siguió la fiesta, por todo lo alto en lo gastronómico. Hubo 80 menús, que consistían en dos bollos preñaos, dos raciones de tortilla, una de callos y un frisuelo. En total había 400 bollos preñaos, 38 tortillas, 300 frisuelos y 80 raciones de callos. Todo voló en 45 minutos. "¡Menos mal que llovió!", dice con gracia Alejandro Blanco, ya que de haber acudido más gente la organización hubiese tenido problemas para dar abasto y atender a todos los asistentes.
Lo que sobró fue sidra, cuidada durante el fin de semana como un tesoro: se utilizaron 12 botellas, entre las vendidas (2), las utilizadas para el concurso y las degustadas. "Esto ye un tesoru", dice, todavía en una nube, Blanco, el organizador de un cita para la historia. n
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