Bienvenidos al concejo asturiano que tiene su propio centro en Argentina donde todavía se echa la partida y se juega a los bolos (y ya llevan así 100 años)
Cangas del Narcea celebró el fin de semana el centenario de su institución en Buenos Aires: "Mejoramos mucho en los últimos años"
Acudieron representantes de Centros Asturianos de todo el país y también fue Olaya Romano, directora general de Emigración: "Escuchamos sus necesidades en primera persona"

Presidentes de Centros Asturianos de Argentina, con Olaya Romano en el centro, brindan en la fiesta del Centro Asturiano de Cangas del Narcea en Buenos Aires
“Tuvimos un cambio radical para bien en los últimos años. Mejoramos las instalaciones exteriores, los salones… En la fiesta que hicimos había 350 personas, es una barbaridad”. Lo cuenta desde Buenos Aires Carlos Antonio Ferré Rodríguez, argentino, descendiente de cangueses y desde hace diez años presidente del Centro Asturiano de Cangas del Narcea en la capital argentina, una institución con 400 socios que está de enhorabuena: este año cumplió 100 de existencia y lo celebró con una multitudinaria fiesta que tuvo lugar el pasado fin de semana.
El origen de este Centro singular, cuya sede está en el barrio de Palermo, tiene que ver con el sentimiento de arraigo a Cangas del Narcea que sigue presente con el paso del tiempo. La institución fue fundada en 1925 por un grupo de emigrantes asturianos en Buenos Aires, que decidieron tener un centro propio, ajeno al Centro Asturiano de Buenos Aires, más global, que había echado a andar en 1913. En su local de Palermo se sentían más libres para dar rienda a sus tradiciones, como los bolos, a los que siguen jugando cien años después. Con el tiempo, el Centro Asturiano de Cangas del Narcea se convirtió en un símbolo para otros emigrantes, no solo del concejo, sino también de municipios cercanos. La institución destacó durante años, y aún lo sigue haciendo, por organizar grandes fiestas.
“La pertenencia al centro pasaba de generación en generación”, asegura Ferré. El ejemplo de lo que dice es él mismo, hijo de una canguesa de la aldea de Curriellos que emigró en 1936 a Argentina, al poco de empezar la Guerra Civil, en busca de un futuro económico mejor. Allí haría su vida y formaría su familia, siempre apegada al Centro.
Conoció al que fue su marido, de origen gallego, y juntos trabajaron en la fábrica Philips. Luego nacería Carlos Antonio Ferré. Pero el Centro Asturiano fue clave en toda esta historia. “De las primeras cosas que hizo mi mamá fue acudir al Centro Asturiano de Cangas del Nrcea. Allí se daban clases de bailes asturianos. Yo iba mucho de chico, sobre todo a las fiestas, nunca perdí contacto”, recuerda el presidente que, como anécdota, ha tenido que modificar los estatutos de la institución para poder seguir al frente del Centro. Antes, el mandato estaba limitado a dos años, pero poca gente se ofrecía a llevar las riendas.
Susana Markendof, que forma parte de la directiva, es otro ejemplo palpable de lo que supone la existencia de la institución. Explica así lo que supone formar parte del Centro Asturiano: “Yo todavía ubico a la gente por los pueblos y sus casas, no por sus apellidos”, asegura esta nitea cangueses, que tiene un apellido germánico porque su madre se casó en argetina con un alemán. Lo hizo a diferencia de muchas de sus primas, que se casaron e hicieron familia al otro lado del charco con otros descendientes asturianos que precisamente conocieron en el Centro Asturiano.
La institución tiene mucha vida. La rutina es sencilla y muy de pueblo. Los socios y las socias llegan después de comer a las instalaciones, que tienen dos pisos, con un restaurante abajo abierto al público y unos salones arriba. Por la tarde, los hombres suelen jugar la partida: mus, tute, dominó… “Como en cualquier chigre de Asturias”, bromea el presidente. Las mujeres suelen merendar hasta las 20.00, cuando cierra el centro. Los jueves entrenan los equipos de bolos (se juega a la modalidad celta) y el tercer sábado de cada mes siempre hay una fiesta: se celebran los cumpleaños de los socios de ese mismo mes.
Durante el año hay cinco festividades: el aniversario, el Carmen, el Día de Asturias, la Fiesta de la Amistad y la de Despedida. Además, una vez al mes las socias se reúnen para tejer gorros y bufandas para los niños internados en un hospital y para los enfermos de cáncer que están en hospitales públicos.

Conjunto Pelayo (la banda de gaitas del Centro Asturiano de Buenos Aires), durante la fiesta con Olaya Romano / LNE
Toda esta larga historia se conmemoró este fin de semana,con una gran fiesta a la que acudieron varios presidentes de Centros Asturianos de Argentina (Buenos Aires, Mar del Plata, Lanús, La Plata, Santa Fé, Centro de Siero y Noreña y la Asociación Tenitense), de Uruguay y representantes de otras instituciones, así como el embajador de España en Argentina, Joaquín María de Arístegui Laborde y funcionarios del Gobierno de Buenos Aires. No se lo perdió Olaya Romano, directora general de Emigración del Principado.
La fiesta duró toda la mañana y empezó con un torneo de bolos celtas, que además ganó el propio Centro. No faltaron las gaitas, que interpretaron el himno de Argentina, el de España y también el de Asturias. A su vez, hubo participaciones musicales de la mano de Ariel Zamora, un reconocido cantante argentino de copla. Durante la fiesta, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció que el Centro será reconocido como organismo de interés cultural, prueba de su arraigo en la ciudad.
También se entregaron placas conmemorativas como reconocimiento a expresidentes y a los miembros más veteranos, entre los que estuvo Emilia Martínez, la socia más antigua, con 73 años de vinculación.
Para finalizar hubo una comida y se soplaron las velas de un pastel, todo bajo la atenta mirada de Olaya Romano, que iba mesa por mesa hablando con este y con aquel. “Estos encuentros demuestran la unidad y la unión que hay en todos los centros. Es muy gratificante ver cómo se apoyan y la unión que tienen, porque todos somos asturianos. Además, nosotros tenemos la ocasión de escuchar en primera persona las necesidades de la emigración, que es algo que tenemos que hacer como Gobierno”, destaca la directora general de Emigración. En 2026 el Centro Asturiano de Cangas del Narcea, con buena salud, volverá a soplar las velas. Esta vez serán 101 años.

Emilia Martínez, la socia más antigua, recibe su placa / LNE
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