Carlos Díaz-Rosillo, ex asesor de Trump: "El hecho de que a alguna gente no le guste el Presidente de EE UU, no quiere decir que nuestra democracia esté en peligro"

"Muchas universidades se han ido a un extremo de la política y han empezado a adoctrinar a los alumnos, y eso frustra profundamente el presidente Trump y a millones de americanos, incluyéndome a mí"

"Aquí lo que hay que entender es que a Trump lo han elegido para ser presidente de Estados Unidos, no para ser secretario general de la ONU, no para ser popular en Bruselas"

Carlos Díaz Rosillo, en una reciente intervención pública.

Carlos Díaz Rosillo, en una reciente intervención pública. / Efe

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

El cubanoamericano Carlos Díaz-Rosillo, consultor y estratega político, es el director fundador del Adam Smith Center for Economic Freedom, un centro de pensamiento de la Universidad Internacional de la Florida cuyo objetivo “es informar, influir, e inspirar a los líderes actuales y futuros a desarrollar e implementar políticas públicas innovadoras, significativas, y efectivas para promover la libertad económica y la prosperidad”. Entre 2017-2021, Díaz-Rosillo trabajó como asesor del presidente de EE UU Donald Trump, fue director de Políticas Públicas de la Casa Blanca, portavoz de Trump para los medios de comunicación en español y, entre otros cargos, Subsecretario de Defensa para asuntos de Seguridad Internacional en el Pentágono. Recientemente, visitó Asturias como asistente al VI encuentro ciudadano de la Fundación Libertad y Desarrollo, presidida por el empresario y comunicador Dionisio Gutiérrez, de raíces asturianas. Buena parte de los ocho expresidentes latinoamericanos que participaron en la cita de Oviedo forman parte del centro académico que preside Díaz-Rosillo.

-Usted participó en la primera administración con Trump. ¿Si echa la vista atrás se arrepiente?

-En absoluto, no, no, no. Lo sigo apoyando.

-Sigue siendo trumpista, entonces.

-Sí, totalmente.

-Entenderá que en Europa estemos un poco asustados con él. ¿Cómo tenemos que interpretar a Trump?

-Independientemente de si están de acuerdo o no están de acuerdo con lo que Trump está haciendo, todos tienen que estar de acuerdo en que no hay sorpresas. Ha venido a hacer lo que prometió en su campaña y no hay ninguna sorpresa. Ha venido a cumplir sus promesas. Y en el caso de Europa, lo que ha venido diciendo, no solamente ahora como presidente ni como candidato, sino desde hace décadas, es que considera que a Estados Unidos se le ha tratado muy mal. El tema, por ejemplo, de la reciprocidad de los aranceles es muy importante. Sí le interesa el libre mercado, pero también que el mercado sea justo. Si la Unión Europea pone aranceles a productos americanos, él considera que lo más correcto es que Estados Unidos responda con un arancel recíproco. De la misma manera habla del asunto de la OTAN. Él entiende perfectamente la importancia de la OTAN para Estados Unidos, para la seguridad de Estados Unidos. Pero si bien la OTAN ha sido muy importante para Estados Unidos, lo ha sido aún más para Europa. Y si la gran mayoría de los miembros de la Unión Europea han acordado unánimemente pagar un 2% de su presupuesto en gasto de seguridad de defensa, cuando Trump llegó al gobierno la primera vez, la gran mayoría de esos países no gastaban el 2%.

-Europa se siente incómoda en la alianza del Atlántico Norte con Trump. El discurso del vicepresidente Vance en la conferencia de Munich  dejó perplejos a muchos dirigentes europeos.

-Aquí lo que hay que entender es que a Trump lo han elegido para ser presidente de Estados Unidos, no para ser secretario general de la ONU, no para ser popular en Bruselas. A él no le importa lo que piensen de él en Bruselas o en las capitales de Europa, o de cualquier parte del mundo, lo que le interesa es avanzar en los intereses de los norteamericanos. Y los norteamericanos han expresado un gran descontento por políticas internacionales, tanto de demócratas como de republicanos, que han enfatizado mucho más el rol internacional del país y se han olvidado un poco de las necesidades internas del votante norteamericano. Y Trump viene a defender esos intereses, independientemente de que sean populares o no en el resto del mundo.

-¿Pero los intereses de Estados Unidos no estaban muy tejidos con la otra orilla europea?

-Totalmente. Pero desde el punto de vista del norteamericano promedio se ve que se ha enfatizado mucho el atender asuntos fuera del país, dejando olvidados sus asuntos internos. Y lo que se quiere es no necesariamente abandonar las alianzas. La política del “América primero”, “Estados Unidos primero”, muchas veces se malinterpreta como "Estados Unidos solo". Y no es así, “Estados Unidos primero” no quiere decir “Estados Unidos solo”. Al presidente Trump le importan a las alianzas, pero si bien Estados Unidos ha sido un gran aliado, él espera que los otros países también sean aliados de Estados Unidos de la misma manera. Por eso cuando esos países considerados aliados, entre comillas, no pagan este 2% de defensa no están actuando como aliados. Por eso Trump dice las cosas como las dice, directamente. Y entiendo perfectamente que generan miedo y descontento en el resto del mundo, claro.

-También generan desequilibrios internacionales, caídas de las bolsas. El mercado de los bonos reaccionó inmediatamente a los aranceles. Incluso con pánico, podíamos decir. No lo sé cómo lo vio usted

-Mire, la bolsa bajó, pero ya empezó a subir y le aseguro que a medio y largo plazo va a estar más alta que cuando Trump comenzó con los aranceles. No creo que haya un impacto de largo plazo. Del mismo modo, muchos expertos, economistas, han dicho que los aranceles van a generar mucha más inflación en Estados Unidos, pero no se ha visto todavía. Y creo que no se va a ver. En gran parte porque, sin bien hay una presión inflacionaria y puede subir por un arancel, hay una presión que va a bajar la inflación gracias a la política energética. Trump está promoviendo la exploración y la distribución de petróleo y está bajando el costo de la gasolina. Entonces, los expertos te dicen que va a haber más inflación en Estados Unidos, pero no la hemos visto y creo que no la vamos a ver tampoco. Creo que la inflación se va a mantener bastante estable o va a subir muy poco. Cuando Trump llegó a la presidencia por primera vez, de forma muy parecida a la manera en que Reagan llegó en la presidencia en los Estados Unidos en los años 80, mucha gente, sobre todo en Europa, decía que Trump iba a meter a Estados Unidos en todo tipo de guerras. Y fue el único presidente en la historia moderna de Estados Unidos que no solamente no metió a Estados Unidos en ninguna guerra, sino que no mandó a un solo soldado a un nuevo conflicto bélico. Y más: empezó a sacar soldados. Así que la percepción que se tiene de él es muy diferente a la realidad.

-Sin embargo, es verdad que Trump tampoco hace por dar una imagen conciliadora.

-No le interesa dar una imagen. O sea, su labor no es dar una imagen. Le repito, no lo eligieron como secretario general de la ONU. Le interesa que su pueblo lo apoye, no que los europeos lo apoyen.

-Usted también trabajaste en asuntos de política internacional y defensa. ¿Cómo ve el conflicto con Ucrania?

-Es un conflicto que va a tardar más de lo que se pensaba en resolverse. Y creo que el único que puede lograr que tanto Zelenski como Putin se sienten en una mesa de negociación es precisamente el presidente Trump. Muchos líderes del mundo han tratado de conseguir eso. En Europa, Macron por ejemplo lo ha intentado muchísimo y no ha logrado absolutamente nada. Ninguno ha logrado absolutamente nada. La guerra continua. El único que puede lograrlo es precisamente Trump. Obviamente va a ser algo complicado. Ambas partes tienen que ceder.

-¿Putin va ganando la partida?

-Los medios de prensa, desde que Trump fue electo la primera vez, han dicho que Trump tiene una relación particularmente estrecha con Putin, que Putin lo manipula, cosa que no es cierta en absoluto. Las palabras fuertes que tuvo en contra de Putin recientemente creo que lo demuestran. Las sanciones que se le pusieron a Rusia durante el gobierno de Trump lo demuestran. Ahora, también ha sido muy directo y ha hablado de los errores que han cometido Zelenski, que cada vez que abre la boca mete la pata. También en lo que puso en redes sociales más recientemente sobre que Putin se está volviendo loco y está actuando de manera incorrecta. Los criticó a los dos y sí, Zelenski actuó de una manera muy arrogante exigiendo cosas.

-El plazo que prometió Trump para solucionar la guerra no se está cumpliendo.

-Es cierto, pero eso no quiere decir que vaya a dejarlo de tratar.

-¿Qué pensó usted cuando vio la escena con Zelenski en el Despacho Oval?

-Yo he estado en muchas reuniones parecidas y ahí lo extraño no es lo que pasó, lo único extraño ahí es que los medios de prensa estaban presentes. Cuando los medios de prensa no están presentes ese tipo de reuniones es muy común y corriente. Mucha gente nada más ha visto los tres, cuatro, cinco minutos controvertidos, pero creo que poca gente ha visto la entrevista entera. Si ves la reunión entera, es una reunión muy positiva, muy cordial, muy amable. Y al final de la reunión, por un reportero, no por Trump, por un reportero, comienza esta disputa. Es cuando un reportero le pregunta a Zelenski si no le parece una falta de respeto que vaya a ver al presidente Trump vestido como está vestido. Porque, vamos a dejarlo claro, el señor Zelenski no es un soldado, no es un general, puede perfectamente poner el traje. El periodista le pregunta si no es una falta de respeto que vaya vestido así y, cuando empieza a responder, se mete J.D. Vance y empieza a tener una especie de debate con él. No fue Trump quien comenzó la pelea. Después Trump se mete y acabó la reunión de la manera en que vimos en el video. Pero el noventa y tantos por ciento de la reunión fue amable y cordial. Ahora, si un líder va al Despacho Oval a reunirse con Trump, tiene que estar preparado a que pueda ser una reunión fuerte, en donde Trump le va a decir las cosas directamente a su cara. Trump no se va a aguantar de contar las cosas tal y como él las ve. No va a hablar de manera diplomática solamente porque es lo correcto. Él dice lo que piensa directamente, cosa que le gusta muchos sus seguidores.

Carlos Díaz-Rosillo.

Carlos Díaz-Rosillo. / Efe

-En la reciente cumbre de Oviedo, en la que participaron líderes de la derecha de Latinoamérica, algunos de ellos cuestionaron a Trump, lo calificaron de populista y apuntaron que la democracia americana puede estar en riesgo. ¿Lo está?

-La democracia americana definitivamente no está en riesgo. Es una de las democracias más sólidas del mundo. El hecho de que a alguna gente no le guste el presidente de Estados Unidos, no quiere decir que la democracia americana esté en peligro. En absoluto. Estados Unidos tiene instituciones extraordinariamente fuertes y en el pueblo norteamericano, de una manera contundente, eligió al presidente Trump. Gústele a quien le guste. Ahora, el populismo… Depende de cómo definamos el populismo. Si se define el populismo de la manera en que se definió: un sistema en el que un líder manipula la opinión pública para conseguir su objetivo, obviamente la connotación es muy negativa. Pero si define el populismo como un sistema en el cual los líderes entienden que hay mucha sabiduría en la opinión del pueblo, que hay mucha sabiduría en lo que pueda pensar un plomero, un electricista, un chófer o un mecánico, esa es una versión positiva. Todo depende de cómo vea el populismo.

-Que un líder haya sido elegido por el pueblo no impide que luego pueda convertirse en un dictador. De hecho, hubo y hay dictadores elegidos por el pueblo, ¿no?

-Totalmente, totalmente. A lo largo de la historia hemos visto eso y en Latinoamérica, actualmente, ese es el modelo más común de convertirse en un líder autoritario. Con la excepción de uno, el caso de Cuba, todos los líderes autoritarios de América Latina llegaron de manera democrática al principio. Totalmente. Pero eso es muy diferente a decir que el presidente de Estados Unidos es autoritario porque le cae mal a la gente.

-¿Y no puede tomar también ese camino que usted ha descrito?

-No creo. Estados Unidos tiene instituciones, repito, extraordinariamente sólidas. Yo no veo de ninguna manera que la democracia americana esté en peligro. Ahora, la democracia es frágil en todo el mundo y hay que cuidarla. Eso no quiere decir que un país u otro, por muy poderoso que sea, resulte el inmune a ese peligro. Pero, en este momento, no veo ese peligro en Estados Unidos.

-Carlos, ¿por qué sigue siendo trumpista?

-Porque creo en el proyecto de gobierno del presidente Trump, porque creo que, durante décadas, tanto el partido republicano como el partido demócrata en Estados Unidos se han olvidado de muchas de las necesidades del pueblo norteamericano. Creo que ha ignorado unas necesidades que el pueblo quizás no expresaba claramente, pero Trump, de una manera muy hábil, pudo leer el sentido de lo que quería el pueblo norteamericano como ningún otro político. Y, por lo tanto, ha venido implementando una serie de reformas que eran muy necesarias para el país. Una serie de reformas que ningún político, de ningún partido, se había atrevido a hacer. La gran cantidad de abuso, de fraude, de mal gasto en el presupuesto del gobierno norteamericano… Ningún político se había atrevido a enfrentar eso directamente. O lo que era el gran problema con la emigración. Los políticos, los presidentes, hacen muchas promesas de campaña, pero después llegan y no cumplen. Y aquí, independientemente de la opinión que se tenga de Trump, creo que es alguien que ha venido a cumplir con las promesas de campaña.

-Y como latino y estadounidense, ¿usted se siente criminalizado por esa visión que Trump da de los emigrantes o de algunos emigrantes?

-Por supuesto que no, por supuesto que no. Tal es así que el apoyo que el presidente Trump recibió de la comunidad latina en Estados Unidos fue histórico. Ningún candidato en la historia moderna de Estados Unidos, desde que se mide en las encuestas, recibió más apoyo que el presidente Trump. Ningún candidato republicano había recibido más apoyo. Y lo recibió porque la comunidad latina, al igual que la comunidad no latina, tiene las mismas necesidades, quieren tener un país seguro, una economía que crezca, un buen sistema de salud, de educación. Entonces, a diferencia de otros políticos que le hablan a la comunidad latina de una manera, a la comunidad negra de otra manera y a la comunidad asiática de otra manera, el presidente Trump le habla a todo el mundo igual, no cambia su mensaje. Yo creo que es un parte de su éxito.

-¿Usted es doctorado por Harvard? ¿Cómo ve ese conflicto entre la administración Trump y la universidad más emblemática de Estados Unidos?

-Es un conflicto muy, muy complejo. Si bien es cierto, que el gobierno federal ha apoyando a universidades en proyectos muy importantes para el desarrollo del país, para las investigaciones científicas, también es cierto que ese apoyo federal no es un derecho, es un privilegio. Y las universidades tienen una responsabilidad de asegurarse de que no estén adoctrinando a los estudiantes. Y lo que se ha visto por muchos años es que las universidades, -diría no solamente en Estados Unidos, en todo el mundo- se han ido demasiado a la izquierda. La labor de una universidad no es representar ni a la izquierda ni a la derecha, ni a ningún partido político, ni a ninguna ideología, es precisamente educar a los jóvenes y dar la oportunidad de que los jóvenes tengan acceso a información de todo tipo. Y muchas universidades han ido a un extremo de la política y han empezado a adoctrinar. Y eso frustra profundamente el presidente Trump. A millones de americanos, incluyéndome a mí.

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-¿Realmente Harvard pecó de antisemitismo? Porque esa es la acusación, ¿no?

-La manera en que esta universidad y muchas otras universidades manejaron las protestas a raíz del ataque de Hamas a Israel sí fue totalmente inapropiada. Muchas personas hicieron ataques y la universidad tenía que haber dicho: esto no se permite aquí. Mucha gente, por decir o por hablar de la libre expresión, permite todo tipo de expresión, independientemente de si se convierta en violencia o no. Y cuando la libre expresión pasa a la violencia, no depende del contexto, como dijo la ex rectora de Harvard. Hay cierto tipo de cosas que no se pueden decir, punto. Entonces, sí. Yo creo que se manejó muy mal la manera en que mucha gente estaba protestando.

-¿En este conflicto entre Trump y las universidades peligra una de las grandes fortalezas de Estados Unidos, que es su sistema científico y de producción de conocimiento?

-Creo que eso va a continuar. Estoy prácticamente seguro de que cualquier dinero que venga del gobierno de Estados Unidos, que se ha congelado, y que no le llegue a las universidades, va a llegar de sector privado. Creo que el éxito de Estados Unidos, y de cualquier sociedad democrática, es precisamente que el sector privado tiene un papel importante.

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