Habla Nemesio Fernández-Cuesta, el hombre clave en el cierre de las minas: "La minería era un fraude, pero en Asturias convenía a todos"
"Lo más duro que viví durante el cierre de las minas fue el fallecimiento de un manifestante: teníamos un acuerdo casi cerrado con los sindicatos, pero me dijeron que sin una huelga no pactarían con el PP", asegura el que fuese secretario de Estado de Energía

Nemesio Fernández-Cuesta. / José Luis Roca
Nemesio Fernández-Cuesta (Madrid, 1957), técnico comercial y economista del Estado, fue un hombre clave en la descarbonización de Asturias y en el cierre de la minería desde su puesto de secretario de Estado de Energía (1996-1998) durante el primer gobierno de José María Aznar (PP). Fernández-Cuesta, que tuvo una larga trayectoria en el sector privado, ocupando varios cargos en Repsol, atiende a LA NUEVA ESPAÑA en un despacho del grupo financiero Alantra, en Madrid, donde dirige el grupo de transición energética. Habla de energía y hace memoria.
El apagón nacional fue el pasado 28 de abril y la ciudadanía no sabe todavía con detalle los motivos. ¿Cómo puede ser?
Es muy difícil de explicar que no se sepa. Yo creo que se sabe, pero no se está contando. Se están haciendo comprobaciones y análisis adicionales, pero obviamente la secuencia de hechos la tienen que tener claramente determinada.
¿Qué intuye?
Lo que se puede intuir es que Red Eléctrica estaba gestionando el sistema asumiendo una serie de riesgos que no debería asumir. Creo que habían publicado un tuit la semana anterior diciendo que se había alcanzado el récord de integración de energía fotovoltaica…
¿Puede marcar un antes y un después en la confianza del sistema?
Yo creo que es un problema que se ha derivado de una gestión de la que todavía no conocemos todos los detalles. Pero hay datos que indican, por ejemplo, que el día 28 había solo tres ciclos combinados funcionando. El consumo de gas en generación eléctrica, en cambio, se ha disparado en mayo.
¿Por qué?
Porque ahora están tomando las medidas que tenían que haber tomado. A lo mejor no todas. Tú puedes ir sin cinturón y con tirantes, o con cinturón y sin tirantes, pero ahora vamos con cinturón y tirantes. Eso indica que hay cosas que no se hicieron, o que se están haciendo ahora, distintas al día 28 de abril
Usted habla mucho de "lo verde", ¿qué es eso?
Bueno, lo verde es casi todo. Pero mi opinión es esta: el mundo tiene un problema, que es el exceso de emisiones de CO₂2. Ese exceso viene de quemar carbón, petróleo o gas. Todo eso genera CO2₂, que es un gas de efecto invernadero, que no es malo, todo lo contrario, es esencial para la vida en la tierra. El efecto invernadero es la capacidad de nuestra atmósfera para retener calor Si no existiese el efecto invernadero tendríamos por las noches 50 grados bajo cero. No habría vida. El efecto invernadero es esencial y solo depende de una parte muy pequeña de la atmósfera, que se compone en un 99 por ciento de oxígeno y nitrógeno, que no retienen calor. ¿Quiénes lo hacen? El dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno…Es menos del 1 por ciento de la atmósfera. Son esos equilibrios asombrosos de la vida en la Tierra: ese 1 por ciento determina que exista vida. Lo que estamos haciendo ahora es variar la composición de la atmósfera, quemando grandes cantidades al año de CO2, por lo que crece el acumulado. ¿La consecuencia? Que hace más calor. ¿Qué pasa? Pues ahora nada, pero a finales de siglo en España, de seguir esta evolución, tendremos las temperaturas medias que tiene ahora Qatar y eso es un problema para todo: para la industria turística, para la agroalimentaria, para los praos de Asturias.
¿Qué consecuencias tendría en Asturias?
Asturias pasaría a tener el clima mediterráneo, que no está mal, pero sería un problema.
¿Y qué hacemos?
El problema es doble. Uno, hay que poner a todo el mundo de acuerdo y eso es muy difícil. Y dos, España tiene que abordar una serie de inversiones en todos los asuntos relacionados con el agua, que va a ser el bien escaso a final de siglo. Al mismo tiempo, ir descarbonizando, lo que debería hacer todo el mundo. Por otro lado, debemos generar energía eléctrica con renovables, es más barata.
¿Las renovables nos van a sacar de este apuro?
Deberían sacarnos del apuro, sí, tanto desde el punto de vista de emisiones, como de generación de una electricidad barata, pero obviamente hay que hacer las cosas bien. Hay una serie de restricciones técnicas que están ahí y hay que mantener.
Pero ya son una realidad.
El año pasado la eólica fue la energía que más generó en España, seguido por la nuclear y la fotovoltaica. Es una realidad que hay que mantener y cuidar. No consiste en renovables por renovables, sino porque son baratas y no generan emisiones.
En Asturias hay muchos proyectos en marcha de instalaciones de parques de baterías, ¿hubiesen evitado el apagón?
Hubiesen venido fantástico. Uno de los complementos imprescindibles de las renovables es el almacenamiento. Su pregunta inicial: ¿Qué es lo verde?. Pues es todo. Alguien dice: "No se pueden poner baterías". ¿Por qué no? Porque te dicen que arden. Oiga, pues todo puede arder. Hay que prohibir las corridas de toros, la caza, lo otro...
¿Se han hecho políticas energéticas con demasiada ideología?
Esa es mi opinión. Si aquí hay un problema de emisiones, pues resolvámoslo. Todo lo verde es un modo de vida que nos quieren introducir. Nos dicen: "No, aquí hay que decrecer económicamente". Pues mire, así no se resuelve ningún problema. Hay que crecer, pero de una forma más sana.
¿Cree que estamos entre los extremos? Hay ultras climáticos, pero también negacionistas climáticos.
En una sociedad polarizada hay polos para cualquier cosa. Trump dice que el cambio climático es un engaño, que es una filfa, y aquí hay gente que le sigue el juego. En el fondo, EE UU es el mayor productor del mundo de petróleo y de gas, esa es su ventaja competitiva y no va a renunciar a ella. Aquí, en Europa, tenemos prohibido el fracking (técnica que facilita la extracción de gas o petróleo del subsuelo) que es lo que ha permitido esos niveles de producción de EE.UU. ¿Si tengo un recurso porque no lo voy a utilizar? Toda actividad industrial tiene riesgos, en Asturias se conocen bien los de la minería. Lo verde, como decía, es una ideología que nos trata de decir cómo tenemos que vivir y la realidad es que eso no funciona, porque no vamos a aceptar que nos digan como tenemos que hacerlo.
Nucleares, el debate eterno.
Las nucleares producen electricidad las 24 horas del día y sin emisiones. Las renovables son intermitentes, producen cuando hay sol y cuando hay viento. No hay generaciones todas las noches, por tanto son un complemento perfecto. Además, las nucleares viejas son baratas. Cerrarlas no tiene sentido. ¿Construir nuevas? Si alguien quiere hacerlo que lo haga, pero con su dinero, no con el de los españoles.
Usted fue secretario de Estado de Energía (1996–1998) y se sentó en la mesa donde se tomaban las decisiones claves en el cierre de minas en Asturias. ¿Qué se encontró cuando llegó a su cargo?
Una actividad económica sin sentido. Bajabas a una mina, veías las vetas de carbón asturiano, los picadores trabajando… Te quedabas admirado de la fuerza y la dedicación de esos profesionales, pero el sistema económico no era coherente. Los costes no tenían sentido y había mucho dinero público para mantener todo eso.
¿Cómo funcionaba?
Todo el sistema estaba trufado de fraude. Es decir: para proteger a las minas, una parte se subvencionaba con dinero público directo, pero otra parte consistía en asumir un precio del carbón que se utilizaba para generar energía eléctrica y todos los españoles lo pagábamos en la tarifa. Para eso había que dar a cada mina un cupo y con ese cupo se vendía a una eléctrica. Había un señor que compraba minas por el cupo, pero importaba carbón de otro lado, para luego venderlo. Dices: oiga, hemos montado todo un sistema y aquí se está produciendo una desviación de fondos públicos del dinero de todos los españoles. Todo esto se sabía en ese momento, pero a todo el mundo le convenía mantener aquel sistema.
¿A quién?
A los sindicatos y a las autoridades políticas asturianas, fueran del color que fueran.
Cuando usted llegó al Ejecutivo en Asturias gobernaba el PP, con Sergio Marqués.
Sí, sí. Marqués pidió mi cabeza a Piqué (ministro de Industria), siendo presidente del Principado.
¿Por qué?
Cuando lanzamos los fondos de recuperación él quería utilizarlos, sino recuerdo mal, para arreglar edificios. Le dije que ni hablar, que serían para cualquier empresa que crease empleo, no para poner, por ejemplo, Mieres muy bonito. Eso fue parte de la discusión.
¿Y los sindicatos que decían?
Había un férreo control por su parte. No querían soltar la minería.
Se sentó con José Ángel Fernández Villa.
Sí. Y puedo decir que era un hombre sensato y negociador.
¿Cómo fueron esas negociaciones, que implicaban el cierre de una industria que generaba miles de empleos?
Eso se hace con mucho tiempo y con mucho dinero, no hay más. ¿Qué hicimos? Pagar a los empresarios por cerrar y jubilar a los empleados a los 40 años. También dar dinero para reindustrializar. El proceso salió, porque no se puede pretender arreglarlo tú todo en un corto periodo de tiempo político. Liberalizamos y nos cargamos los cupos, porque era el gran fraude instalado. El precio del carbón que sea lo que cueste, el del mercado, eso dijimos. Y ya que tenemos carbón vamos a usar el nuestro. No se podía mantener esa estructura.
¿Qué fue lo más duro que le tocó?
Lo más duro fue una huelga que se organizó en medio de las negociaciones. El acuerdo ya estaba prácticamente cerrado con los sindicatos, pero me dijeron que no podían llegar a un acuerdo con el PP sin celebrar una huelga. En esa huelga, poniendo unas barricadas en la autopista (A-66), hubo un fallecido. Para mí eso fue durísimo, al ser completamente inútil. No se necesitaba esa huelga, y el acuerdo ya estaba listo, era todo cosmético.
¿Se sorprendió con la fuerza sindical que existía en Asturias?
Tenían muchísima fuerza, por eso no vas a enfrentarte con ellos, solo introducir argumentos de racionalidad económica para demostrar que eso no se sostenía. Había veintipico mil trabajadores en aquel momento. El problema de Asturias es que hay que invertir.
Aquella negociación se produjo también en medio de un gran enfrentamiento entre Sergio Marqués, presidente del Principado, y Francisco Álvarez-Cascos, en aquel momento vicepresidente del Gobierno. ¿Tuvo consecuencias?
No, no afectó. Ese conflicto se encapsuló. Cascos estaba muy interesado en los problemas de Asturias y Marqués tenía sus criterios. Aquella pelea era más por ver quien mandaba en Asturias que por otra cosa.
¿Se quedó satisfecho?
Me hubiese gustado más que los miles de millones que pusimos en la reestructuración de las cuencas mineras se hubiesen utilizado mejor. Los mineros se podían jubilar con 41 años, pero no vas a dejar a la gente sin nada... Intentamos contratar empresas para que se ocupasen de los trabajadores que se iban a la calle, para darles formación y que se siguiesen ganando la vida con otras funciones. Eso no se hizo. Yo tenía discusiones con los sindicatos, me decían que con la geografía asturiana no podía haber una industria. Yo les decía: "Te recojo en coche y nos vamos a todos los valles del País Vasco, que están hasta arriba de industria y de fábricas". La cuestión no era esa. Al final lo que se quería era grandes industrias públicas para que hubiese un férreo control sindical, pero eso no funciona, ni va a funcionar. Cada empresa es la que conoce mejor sus restos y sus problemas.
Dígame un personaje que le haya sorprendido en Asturias en aquella época.
Pues mire, Javier Fernández (expresidente del Principado), que era asesor de la UGT. Estuve con él en alguna reunión y me pareció sensato y con visión. Sabían bien lo que manejaba y entendía que esto había que sacarlo adelante entre todos.
Una anécdota.
Recuerdo la primera reunión con Fernández Villa. Claro, te viene Villa, no tienes experiencia en negociar con sindicatos… Al principio de la reunión se sacó un puro y pidió un té con limón. Ahí ya pensé que no sería tan fiero como lo pintaban. También recuerdo lo de la "unidad de acción".
¿Qué era eso?
Negociábamos con todos los sindicatos, nos sentábamos en la mesa, estaba todo prácticamente cerrado, a falta de algún fleco y me decían: "Nemesio, por favor, tenemos que ponernos de acuerdo. Unidad de acción". Eso significaba dos horas en la mesa, ellos hablando de no sé qué y nosotros en mi despacho esperando. Llegaba la una de la mañana y nada. Hacían tiempo para que la negociación pareciese más dura, eso siempre me llamó la atención.
Ha quedado Arcelor, ¿va en el buen camino Asturias?
Ha costado, pero irá recuperándose. Está ahora todo el tema de los parques de baterías. ¿Por qué las empresas van a Asturias? Porque hay más subestaciones libres, al no haberse puesto renovables. Pues que se pongan baterías, estupendo. Me gustaría que Asturias tirase para arriba, voy bastante, cuando puedo, aunque no tuve más contactos con autoridades desde aquello.
¿Es más duro el mundo de la política o el de la empresa?
Son duros ambos, pero en distinta manera. En política tienes que aceptar que una parte se dedicará a denostar todo lo que haces, y si te puede insultar, lo hará. Cuando ves pancartas con tu nombre por las calles… Es más gratificante la política, porque trabajas para todos y aprendes muchísimo. Queda la satisfacción. La primera vez que se bajó el coste de la electricidad en España fue en 1996.
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