Japón en madreñes
Un culín japonés: el país de la sidra naciente, donde incluso empiezan a escanciar
Japón tiene un pequeño mercado de sidra artesanal de unos 8 millones de litros al año y "al estilo francés" pero en algunas prefecturas con muchas pumaradas, como la de Aomori, están produciendo ya sidra "a la asturiana" e introduciendo la moda de echarla desde lo alto

Una muestra de sidras producidas en Japón / A.E.
Arturo Escandón es catedrático en Educación de Lenguas Extranjeras en la Universidad de Nanzan, en Nagoya (Japón) y escribe para la edición "Asturias Exterior" de LA NUEVA ESPAÑA una serie de artículos en los que irá detallando su visión de la sociedad japonesa. Escandón nació en Santiago de Chile, en el seno de una familia asturiana. Por lo que se define como "asturiano, español y chileno". Se afincó en Japón a principios de los años 90 y desde entonces comenzó a viajar con mucha frecuencia a Asturias, a donde acude cada verano junto a su pareja, la asturiana Gisele Fernández, también profesora universitaria en Japón.
No es fácil echar unas sidrinas en Japón. Bueno, quizá la situación sea mejor que la del Centro Asturiano de Santa Fe, Argentina, donde cada culete cuesta unos doce euros, debido a las tasas que imponen las autoridades a la importación de bebidas alcohólicas. Pero, aun cuando las restricciones son mínimas y los impuestos al alcohol son muy bajos en Japón, hacerse con una botella de sidra natural asturiana está sujeto a múltiples factores siempre cambiantes: los vaivenes del mercado, la escasez de manzana, la apreciación del euro, la carencia de un consumo masivo, y más recientemente, a la creciente producción sidrera japonesa.
La sidra japonesa concentra aproximadamente el 80% de la distribución de sidra del país. Se trata de un mercado de unos 8 millones de litros al año, en comparación con los 30 millones de litros asturianos.

Una botella de sidra natural japonesa / A.E.
En un principio, en Japón se fabricaba una sidra artesanal muy parecida a la francesa, que se consumía directamente en los lagares, en tiendas en línea, o en los festivales gastronómicos o culturales de las regiones con gran producción de manzana, tales como la prefectura de Aomori, que produce anualmente 450 mil toneladas—El Principado produce en un buen año unas 35 mil toneladas—, pero recientemente están produciendo sidra “a la asturiana”. Incluso han introducido la moda de escanciarla. Se trata, en cualquier caso, de un consumo marginal.
Por otra parte, el motor del consumo de sidra se localiza en la venta a supermercados y supermercados exprés (los llamados combini, almacenes omnipresentes en el panorama urbano), y no en la venta en restaurantes y bares. Tres grandes productores y distribuidores de licor del país, Asahi, Kirin y Mercian, concentran alrededor del 60% de la venta a supermercados y pequeños comercios. Estos dos últimos productores y distribuidores han tenido mucho éxito introduciendo un “vino de sidra sin aditivos”, con lo cual han conseguido que la sidra (por llamarla de alguna manera) tenga un lugar destacado en la lista de bebidas listas para tomar en el país. En cualquier caso, la penetración en el mercado masivo de los licores en Japón siempre pasa por llegar a algún acuerdo con estos productores, puesto que dominan los canales de distribución.
Estas firmas han creado una categoría de bebidas denominadas luscious (rashas en japonés) compuesta de espumantes de frutas, entre los cuales se encuentra la sidra, la sidra de nueva expresión, y otras versiones de bebidas listas para tomar.

Algunas de las sidras japonesas que hay en el mercado. / A.E.
Hace muy poco, di con un botellín de luscious que mezclaba sidra de manzana francesa (en alguna de sus versiones) con yuzu japonés, el cítrico asiático que se emplea con abundancia en la cocina japonesa. Los 330 ml de este no sabemos qué me costaron unos cinco euros. Su volumen de alcohol del 2,5% y su sabor están más cercanos al de un brebaje para sobrellevar el catarro. Quizá sería mejor si le añaden cafeína. Bueno, prefiero no dar ideas.
Los mayores consumidores de sidra de este país son mujeres entre los 20 y los 40 años de edad, que prefieren beber licores de baja graduación, pero cuyas botellas resulten atractivas —de allí el surtido de etiquetas con manzanas doradas y plateadas—, y hombres de entre los 30 y los 50 años de edad, quienes se consideran sofisticados.
De la sidra que Japón importa de Europa, Francia ocupa el primer lugar, seguida de Bélgica y España. La sidra asturiana se comercializa principalmente en tiendas especializadas en línea y es casi imposible localizarla en supermercados y licorerías. También llega bastante sidra vasca. El precio de la botella ronda los 10 euros.
Así que si bien es más fácil conseguir sidra asturiana en Japón que en Argentina, también es cierto que el consumidor debe salir de cacería por las plataformas digitales de venta directa para hacerse con una caja de la auténtica. Meterle gas carbónico al jarabe para la tos no es una opción.
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