¿Cómo se vestía en Asturias en 1925? Bienvenidos a la gran exposición en Madrid de trajes regionales (en la que está presente el modisto de Rodrigo Cuevas)

La muestra "Raíces", que se puede visitar en el Museo del Traje (Madrid), recupera varias piezas de la Exposición del Traje Regional que se celebró hace un siglo

Asturias aportó 22 muestras de indumentaria a aquel museo y tuvo un papel esencial "con una notable sensibilidad", apunta Laura Jiménez, comisaria de la muestra

El avilesino Constantino Menéndez, autor del innovador vestuario de Rodrigo Cuevas, luce con un diseño en el que busca una "reinterpretación contemporánea de elementos icónicos del vestir tradicional"

Diseño de trajes de una pareja de Asturias, de Morcín y Riosa, en 1925

Diseño de trajes de una pareja de Asturias, de Morcín y Riosa, en 1925 / Antonio Prast

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Laura Jiménez, historiadora del arte, retrocede en el tiempo exactamente un siglo. Vislumbra Asturias once años antes de estallar la Guerra Civil mientras enseña este y aquel rincón de Raíces, una exposición de trajes regionales que se puede visitar hasta octubre en el Museo del Traje (Madrid). Tiene unas 300 piezas. Jiménez, conservadora de museos en el departamento de la institución, trabajó casi dos años en este proyecto y analiza la forma de vestir regional. Escuchándola, queda claro que hay tópicos que son ciertos y que, además, no entienden de épocas, sea 1925 —sin redes sociales ni WhatsApp— o 2025, en la era de la hiperglobalización y la conectividad.

Tópico número 1, con demostración: en los pueblos no se viste igual que en las ciudades. Tópico número 2, también real: en la forma de vestir siempre influye la clase social. Asturias, cuenta Jiménez, siempre tuvo una “tradición bastante comarcal”. Lo explica: “Es un territorio que aguantó bastante en el tiempo las tradiciones regionales respecto a otras comunidades. Es posible que eso se deba a que estuvo siempre más alejado de centros como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao. Con la industria y la globalización se fueron perdiendo las formas de vestir. En Galicia, Andalucía y Asturias aguantaron más”, razona.

Asturias, pese a su aislamiento y su tamaño —pequeño respecto a otras grandes comunidades—, tuvo una gran importancia en la Exposición del Traje Regional de 1925, cuyo centenario es el motivo de esta muestra. Para muchos expertos e historiadores del arte, aquella exposición, inaugurada el 18 de abril en el Palacio de Bibliotecas y Museos de Madrid, fue un acontecimiento que marcó las modas posteriores.

“Fue uno de los grandes momentos de la historia de los trajes regionales”, afirma el avilesino Constantino Menéndez, creador de la marca "Made by kÖs" y diseñador del vestuario del artista Rodrigo Cuevas. Menéndez diseñó un conjunto que luce en esta muestra, en una sección dedicada a diseñadores actuales, donde también hay piezas de Oteyza, Lorenzo Caprile, Teresa Helbig, Leandro Cano, Dominnico y Carmen17.

Aquella exposición supuso una revolución en la época, con más de 3.000 prendas, 668 fotografías y 237 acuarelas. Fue inaugurada por el conde de Romanones. Dos años después, en 1927, echó a andar el Museo del Traje Regional e Histórico, germen del actual Museo del Traje, hoy ubicado en la zona de Moncloa, a tiro de piedra de la Ciudad Universitaria de Madrid.

El objetivo de Raíces es recordar aquella muestra, rescatando las prendas que aún se conservan y aportando documentos históricos. Asturias fue clave, aportando diseños y objetos tradicionales, como una cocina de época, pero no tuvo suerte: nada original procedente del Principado pudo rescatarse para esta colección. Los trajes que se expusieron en 1925 fueron devueltos a sus prestadores y no han podido localizarse. Hay teorías, no confirmadas oficialmente, que apuntan a que muchas de las piezas asturianas fueron quemadas en la Revolución de 1934.

Los pintores asturianos Luis Menéndez Vidal y José Ramón Zaragoza, entre otros, organizaron el envío de trajes desde Asturias a Madrid. Aunque no se pudieron recuperar aquellos diseños, en Raíces sí se pueden ver varios objetos relacionados con la región, como una acuarela de un vestido, fotografías históricas realizadas por Antonio Prast (fotógrafo de la exposición), unas madreñas, y, ya en la parte superior, el diseño de Constantino Menéndez.

Prast fue una pieza clave, ya que sus fotografías permitieron conservar el recuerdo, pese a que se perdieran los objetos. Capturó con su cámara un traje de mujer de Oviedo, otro de Llanes, uno de fiesta de Cangas del Narcea y otro de una pareja asturiana, de Morcín y de Riosa. Las madreñas, de madera de haya, que sí están en el museo, fueron recopiladas por la Escuela Superior de Magisterio, mientras que la acuarela es obra de Jacinta García Hernández, una de las artistas que contribuyó a la exposición de 1925.

Las aportaciones de Asturias en 1925

En la exposición de hace cien años, Asturias tuvo un papel crucial, aportando 22 trajes de diferentes puntos de la región, además de otros objetos. “Asturias evidenció una notable sensibilidad hacia la diversidad interna del territorio, al seleccionar un conjunto de indumentarias que reflejaban la pluralidad de tipos regionales existentes”, explica Jiménez. Lejos de ofrecer una única imagen del traje asturiano, se optó por una representación matizada y geográficamente variada, con conjuntos de Llanes, Morcín, Oviedo, Riosa, Cangas de Tineo o Aller. Cada uno mostraba diferencias en tejidos, cortes, accesorios y usos, vinculadas a los modos de vida locales, las actividades económicas predominantes y el relieve del paisaje, según la comisaria.

Hay una matización importante: hasta entonces nunca se había hecho una muestra de trajes regionales, y la intención era mostrar los tradicionales, aunque la exposición acabó incluyendo un poco de todo: el ropaje de los ganaderos, la alta costura para las fiestas madrileñas y catalanas... Fue una gran mezcla, organizada en diez grandes regiones. Asturias quedó encuadrada en la del Norte, junto con Galicia y Cantabria.

“El traje de Llanes, por ejemplo, destacaba por su riqueza ornamental y el uso de colores vivos, en línea con las influencias costeras y transatlánticas que caracterizaban el Oriente asturiano”, destaca la comisaria.

El conjunto diseñado por Constantino Menéndez

El conjunto diseñado por Constantino Menéndez / Raíces

En contraste, los trajes de Morcín, Riosa o Aller, más sobrios y funcionales, evocaban el ambiente rural y montañoso del centro de la región, con piezas como sayas oscuras, refajos de lana y monteras. La presencia de trajes del Occidente, como los de Cangas de Tineo (actual Cangas del Narcea), completaba el abanico, mostrando variantes menos conocidas en las que predominaban los paños gruesos, las mantillas y los complementos elaborados con materiales locales.

Madreñas, recopiladas por la Escuela Superior de Magisterioa

Madreñas, recopiladas por la Escuela Superior de Magisterioa / Raíces

“Esta diversidad tipológica no solo reforzaba la idea de Asturias como una región culturalmente rica y compleja, sino que respondía también a un interés científico y patrimonial por documentar las formas de vestir tradicionales en su especificidad comarcal”, asegura Jiménez, quien cree que “la exposición supuso, en ese sentido, un ejercicio pionero de puesta en valor del patrimonio inmaterial vinculado al vestido, que hoy puede considerarse antecedente de los estudios etnográficos y antropológicos contemporáneos sobre la indumentaria tradicional”.

Traje de mujer de Llanes, que se expuso en 1925

Traje de mujer de Llanes, que se expuso en 1925 / Antonio Prast

No solo hubo trajes. En 1925 se montó una cocina ambientada en una aldea asturiana, que puede verse en una fotografía del museo actual.

Trajes ibicencos

Trajes ibicencos / Raíces

El museo actual

En el museo actual, inspirado en el de 1925, se exponen más de 300 piezas, con tres maniquíes por zona (las diez mencionadas anteriormente). “Hemos recuperado todos los trajes que hemos podido”, explica la comisaria. Muchos colaboradores del museo de 1925 hicieron donaciones perpetuas. La exposición duró unos meses, de abril a julio, pero al surgir la idea de un museo temporal, la mayoría de los diseños pudieron conservarse.

Pareja de Asturias, con traje de Morcín y traje de Riosa

Pareja de Asturias, con traje de Morcín y traje de Riosa / Antonio Prast

La muestra se organiza en cuatro grandes espacios: dos dedicados a escenografías provinciales, otro para trajes regionales con maniquíes y otro para vestimenta histórica. La idea es reconstruir el recorrido de hace 100 años. Destacan, por ejemplo, los trajes de payeses ibicencos —padre, madre e hijo—, encuadrados en la región catalana.

Trajes regionales de la región cantábrica

Trajes regionales de la región cantábrica / X. F.

También el traje tradicional de labradora valenciana, con saya, enagua, camisa y delantal, uno de los que más llama la atención. Hay otro de aldeana del País Vasco, con camisa, chaqueta y faja, que luce en la muestra.

Acuarela de falda de Asturias, de Jacinta García Hernández

Acuarela de falda de Asturias, de Jacinta García Hernández / Antonio Prast

El catálogo es prácticamente inabarcable. De la región cantábrica, donde se encuadra Asturias, están el traje de hombre de Santiago de Compostela, con calzoncillo, polainas y zapatos, y el de mujer de Coruña, con dengue, jubona, saya y delantal. También hay objetos como cabezas de maniquíes originales de 1925, así como otros cuerpos que hicieron de modelo. La sala de indumentaria señorial, que ya se mostró hace un siglo, destaca hoy con un jubón femenino del año 1670.

Instalación de Asturias en la exposición de 1925

Instalación de Asturias en la exposición de 1925 / Antonio Prast

Traje de fiesta de mujer de Cangas del Narcea

Traje de fiesta de mujer de Cangas del Narcea / Antonio Prast

Parte superior: actualidad y diseñadores históricos, con un asturiano

En la parte superior del museo hay dos pequeños espacios diferenciados. En uno se presentan siete diseños actuales, incluyendo una diadema. Se observa un vestido de Leandro Cano, otro de Teresa Helbig, uno de Lorenzo Caprile… En ese espacio sí hay una pieza original asturiana: el conjunto diseñado por Made by kÖs, la marca de Constantino Menéndez.

“Este diseño es una reinterpretación contemporánea de elementos icónicos del vestir tradicional. La prenda inferior es una falda-pantalón de silueta amplia, con encuentros en delantero y trasero, que aporta movimiento y volumen”, explica el diseñador gijonés.

Conjunto Made by Köss

Conjunto Made by Köss / Raíces

“En la parte superior, el modelo incorpora una camisa con cuerpo elástico que se ajusta al torso, contrastando con las mangas amplias de organdí negro, que evocan una estética etérea y ligera. Cubriendo el busto, se presenta una versión revisitada del tradicional dengue, confeccionado, al igual que la falda-pantalón, en tafetán tornasolado de tono verde, aportando brillo y riqueza visual al conjunto”, destaca.

El look se completa con un fajín y unas puñetas elaboradas en seda roja, ornamentadas con picados en paño negro que dibujan motivos de ringo-rango, junto a delicados bordados hechos a mano, que aportan un toque “artesanal y refinado”. A simple vista, el conjunto no tiene ningún toque distintivo asturiano, como admite el propio diseñador, "podría ser de otra comunidad". La Comisaria da contexto. "Hace cien años, había modelos bastante similares de una comunidad a otra, con pequeñas diferencias, a veces inpercetibles. Las diferencias más notables llegaronc on el paso de los años"

Según Menéndez, lucir un diseño en Raíces es un “orgullo”, más aún si se comparte folleto con “Balenciaga o Fortuny”. Y es que, en otro espacio cercano al de los diseñadores actuales, hay piezas de modistas icónicos ya fallecidos, que en su día se inspiraron en los trajes populares. Raíces los ha recuperado. Lucen allí obras de Victorio & Lucchino, Óscar de la Renta, Manuel Piña, Pedro Rodríguez, Elio Berhanyer, Balenciaga y Fortuny (con un diseño propio y otro junto a Madrazo).

Sorolla, también presente

La pintura también tiene su espacio en Raíces, con una atención especial al arte regionalista histórico, con cuadros de Rosario de Velasco o Delhy Tejero. Joaquín Sorolla, que pintó varios cuadros en Asturias a principios del siglo XX, también tiene presencia en la muestra. Y tiene explicación.

El pintor recorrió toda España entre 1912 y 1919 para pintar una serie de paneles que luego se expusieron en la Hispanic Society of America, en Nueva York. En total realizó 14, para los cuales hizo varios bocetos a tamaño real. Algunas de las personas que ayudaron a Sorolla a seleccionar las piezas fueron precisamente prestadores del museo de 1925. Por ese motivo, en Raíces se expone Tipos sorianos (1912), un cuadro en el que el pintor captó a campesinos en la fiesta del pan. Uno de ellos lleva la capa blanca de Villaciervos, una prenda que se mostró en el museo de 1925.

Tipos Sorianos (Joaquín Sorolla), en Raíces

Tipos Sorianos (Joaquín Sorolla), en Raíces / Raíces

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