José Antonio Quirós se lo juega todo en cada película: si hablas mucho ‘yes un babayu’, si no cuentas nada ‘yes un zorru’"

El cineasta quirosano, que casi perdió su casa para financiar "Cenizas del cielo", diagnostica que "el problema de Asturias es el cainismo y ciertos complejos

José Antonio Quirós.

José Antonio Quirós. / LNE

Tino Pertierra

Tino Pertierra

José Antonio Quirós (Madrid). Nacido en Quirós y criado en Morcín, en 1991 crea El Nacedón Films. En 1996 conmueve con "Solas en la tierra", documental sobre viudas de mineros. En 1999 sale a la carretera con "Pídele cuentas al rey". En 2003 evoca a Tino Casal en "Gran Casal, me como el mundo". En 2008 llueven "Cenizas del cielo". En 2010 inicia la Trilogía de la Soledad, con las películas documentales "Objetivo Braila", "Desde Rusia con dolor" y "Despoblados". El año pasado estrenó "El Amigo de Todos"

El director, productor y guionista quirosano José Antonio Quirós tiene claro que su trabajo es "un acto de comunicación con el público. El cineasta decide cuánto quiere exponerse, cuánta honestidad está dispuesto a compartir. A veces, y aunque suene paradójico, negarse a contar según qué historias puede ser la mayor muestra de lealtad hacia el público y hacia uno mismo. En mi caso, solo ruedo historias propias; así que, para bien o para mal, la responsabilidad es siempre mía. En la ficción siempre hay algo de verdad, y en el documental, algo de uno mismo".

El cine es una industria, "y es lógico que todos queramos barrer para casa, pero creo que debe haber límites. Si uno no puede defender su propio proyecto sin menospreciar el trabajo de otros colegas, dudo que ese proyecto merezca realmente la pena. En esa línea, todas las fases creativas –guion, rodaje, montaje– tienen sus luces y sus sombras. Mis últimos trabajos han sido documentales, y ahí el montaje se vuelve determinante. Es, probablemente, la fase más satisfactoria, siempre que cuentes con alguien que entienda lo que has soñado desde el inicio y sepa ver la película que aún está escondida. En ese aspecto –el de rodearme de buenos profesionales– suelo acertar".

Su vocación nació "entre montañas. Me crie en un valle. Las montañas son intrigantes, te interesa saber qué esconden, qué hay detrás, qué mundo se mueve fuera. Ni siquiera lo sabía en ese momento, pero los personajes que entraban en el bar de mis padres fueron de gran ayuda para mi vocación. Me fijaba en los veraneantes, los que vivían en Madrid o Barcelona, o en otros países, durante el año y regresaban en verano a ver a la familia. Y yo tenía claro que también saldría de mi entorno a conocer el mundo. Que Madrid, donde hice los estudios universitarios, sería mi primera escala, y a partir de ahí adonde me llevara el viento. No hace falta irse muy lejos para encontrar personas interesantes con historias que contar".

Era buen estudiante "y mis padres querían para mí una carrera ‘de provecho’. Me costó vencer la resistencia de mi padre a aceptar que lo que yo quería era contar historias, hacer cine. Pero luego tuve todo su apoyo y es algo que agradecí siempre. Nuestra profesión es muy inestable". Atención, futuros cineastas: "Lo principal es que no pretendan hacerse ricos. Lo de trabajar por amor al arte no es filfa. Vocación, entusiasmo y resistencia, imprescindibles. Que no pierdan la curiosidad ni el interés por lo que les rodea. Cuando ruedo me gusta contar con gente joven dentro de mi equipo, todos tuvimos nuestra primera oportunidad. Y no es inteligente menospreciar la falta de experiencia. Los jóvenes aportan frescura e innovación, porque han mamado la tecnología, hablan idiomas… En esos aspectos facilitan muchísimo el trabajo. Pero también han heredado esa urgencia, esas ganas de llegar deprisa, de no querer perderse nada, de incluso tirar de titulitis, y cuando los veo en ese plan se lo digo: No tengas prisa, que las prisas no son buenas para nada. Tener un buen expediente está muy bien, pero lo que te da oficio es empezar desde abajo, no saltarse ningún paso, porque el cine es muy exigente y todo lo que aceleres ahora te va a tocar retrocederlo en algún momento". Flashback: de guaje acompañaba a su padre al monte, "y un día le dio por darme esquinazo y marchar sin mí para, supongo, ponerme a prueba. Buah, me perdí, oscureció... y yo, que tendría unos ocho años,─ venga a llorar y dando vueltas y más vueltas. Pero, al final, llegué a casa. Estos paisanos de antes eran así, porque así les habían enseñado a ellos a coger callo para la vida y el trabajo. Pero mi padre quería que yo estudiara, y ya siendo yo adulto entendí aquello de dejarme tirado en el monte, o unos años después, cuando mis notas bajaron, que me obligó a bajar a la mina, no eran cosas que hiciera para mancarme sin más. El propósito de él era que yo comprendiera que tenía una oportunidad que a él nadie le había dado: la de formarme y tener una vida mejor. Y funcionó".

Falsas promesas, falsos elogios, proyectos que se frustran cuando menos lo esperas... "A veces, no caer en el embrujo de los premios y las alfombras rojas es más difícil que sobreponerse a un fracaso. Al fin y al cabo, no salvamos vidas. No hemos inventado nada. Contar una historia –mejor o peor– lo puede hacer cualquiera. Se viene haciendo desde que el mundo es mundo". Siempre arriesga con capital propio en cada proyecto, "es algo que siempre se desaconseja, y con razón; pero yo no escarmiento. Si me falta financiación pido préstamos y lo que haga falta. A veces me he visto con el agua al cuello, casi perdí mi casa con ‘Cenizas del cielo’. Por suerte, la película comenzó a funcionar muy bien en el extranjero, y pude salir del bache. Pero te digo una cosa, ni en esos momentos de ver que perdía mi casa, que me quedaba en la puta calle, me arrepentí. Yo sabía que había hecho una película que quería hacer".

Es "bastante exigente cuando ruedo. A veces me vuelvo un poco loco. Cuando me lo recriminan, lo admito. Me encantaría poder ser siempre simpático, pero no siempre lo soy. Es que cuesta mucho hacer crecer un proyecto y financiarlo, y cuando percibo que alguien de mi equipo no es consciente de ello, tengo mala gaita. No puedo evitarlo. En el set me molestan los móviles, los corrillos y las distracciones. Para mí, en ese momento no existe nada más que la película. Si no duermo o no como, no pasa nada. Pero no quiero que nadie me moleste con tonterías".

Zoom: "El problema de nuestra tierra es el cainismo y ciertos complejos. Si hablas mucho ‘yes un babayu’, si no cuentas nada ‘yes un zorru’". Asturias, escucha: "No apalancarse. Avanzar. Tener confianza en uno mismo y en lo propio. En muchas partes del mundo la gente no se pasa la vida justificando su acento, ni disculpándose por usar referencias locales, ni acomplejándose porque su historia transcurre en un pueblo perdido. En cambio, aquí todavía arrastramos una especie de timidez crónica. Como si nos costara dar valor a lo nuestro, como si nos pareciera que solo lo foráneo es moderno, válido o exportable. Y no es así. En Asturias tenemos talento, recursos, historia, paisaje, memoria y carácter. No necesitamos disfrazarlo de otra cosa. He visto muchos países que han hecho de su identidad su mayor fuerza. Y nosotros, con una cultura tan rica como la nuestra, deberíamos hacer lo mismo".

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