Un oviedista ansioso y encerrado solo en un salón de México, caminando kilómetros y llorando "modo bebé": el gran ascenso de Nacho Fernández

El empresario asturiano, que encabeza la expansión de su compañía en el país mexicano, ejemplifica como pocos la emoción con la que los seguidores del Oviedo vivieron, con un océano por medio, el regreso a Primera de su equipo

Nacho Fernández con un pequeño autobus con los colores del Real Oviedo

Nacho Fernández con un pequeño autobus con los colores del Real Oviedo / .

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

En 120 minutos -dos tiempos y una prórroga- se pueden condensar 24 largos años. Ese es el intensísimo viaje emocional que vivieron el pasado sábado 21 decenas de miles de oviedistas que, en este casi cuarto de siglo, acompañaron a su equipo desde el barro de Tercera División al regreso a la Primera.

Esta compresión de tantos años y tanto sufrimiento deportivo se dejó notar entre quienes vivieron el partido del ascenso en el Tartiere y en la ciudad de Oviedo a través de la pantalla, y después bañándose en la fuente de la Plaza de América. Pero también extendió sus efectos a miles de kilómetros de distancia.

En México D. F., ese chorro brutal de emociones lo percibió el empresario ovetense Nacho Fernández, a 8.790 kilómetros de distancia, pero con el corazón casi dentro de las botas de Portillo cuando su gol sentenció el ascenso. El ovetense que fuera jefe de Prensa del Oviedo, en la época de Eugenio Prieto como presidente del club, y una de las voces que retransmitieron en Radio Vetusta la derrota ante el Mallorca, el 21 de junio de 2001, y la dolorosa caída a Segunda División, siguió el partido desde su casa de México, donde encabeza la expansión al otro lado del charco de su empresa, Cronistar Comunicación. Tenía planes para verlo con amigos, pero vio la final solo, casi encerrado, porque no se sentía capaz de socializar en un momento así. La ansiedad le podía. Es una lástima que el lector no tenga la oportunidad de escuchar los audios de Whatsapp que Nacho Fernández envió a sus amigos cantando y celebrando los goles que su equipo iba marchando en el camino de vuelta a la Primera. Quizá algún día puedan usarse en un experimento acústico sobre los límites del sonido. Pero, de momento, para tratar de transmitir lo que sintió –lo que tantos sintieron este sábado- lo mejor quizá sea que él lo exprese en una suerte de monólogo, como si hiciera de nuevo una de sus retransmisiones del Oviedo: 

“Cinco de la mañana el sábado en México. El partido, en horario de acá, era a las 13 horas. Amanecí con unos nervios… A las diez de la mañana estaba tomando ya pistachos, almendras, cava, lo que fuera para matar la ansiedad. Los recuerdos que se me agolpaban: todos mis comienzos en la radio, la retransmisión del partido del descenso a Segunda División desde Mallorca; Carlos Novoa, Simón Fernández, que ya no están con nosotros; mi gran amigo Peter Duvovsky, mi paso como jefe de prensa por el Real Oviedo… Aprendí en poco tiempo lo que no está escrito con personas como Eugenio Prieto y como Pedro Luis Fernández. Todo esto se me agolpaba en la cabeza y esos veinticuatro años eran la mayor de las ansiedades si no conseguíamos el objetivo”.

“Después de desayunar a las seis de la mañana, como te decía, estuve ahí botaneando (en México se llama así a tomar ‘botanas’, aperitivos), todo lo que encontraba, todo lo que podía, mientras me iban llegando vídeos de Oviedo, del ambiente de las calles, de los bares. Mi padre (Enrique Fernández, ex jefe de protocolor del Ayuntamiento) iba a ver el partido en el Tartiere. Mis hermanos, desde Madrid. Cuando empieza la conexión de televisión y veo todo ese ambiente, más vídeos que me llegaban, la emoción era tremenda. Cuando Guti salta al campo de juego con la Banda de Gaitas e interpreta el himno de Asturias y el Real Oviedo ya la emoción era en forma de llanto, 'modo bebé', con todas las ganas de que pasase lo más rápido el trance del partido”

“Lo viví solo porque yo no estaba preparado para poder acudir a ningún lugar a verlo con más gente. Tenía dos o tres planes que me habían propuesto, pero imposible de poder verlo con gente. Tenía que verlo solo. Así que me agoté en el salón de la casa, caminando de un lado para otro, mientras iba intercalando mensajes con mis hermanos, con Eugenio Prieto y con mi hermano José Miguel acá en México (José Miguel Fernández, empresario asturmexicano, accionista de aguas de Fuensanta)”.

“Después de la primera parte, que fue angustiosa, cuando se adelanta el Mirandés y no empatamos hasta que prácticamente está finalizando la primera parte, de penalti, ahí ya dije: bueno puede haber opciones de nuevo. La segunda parte fue realmente muy angustiosa. Pero pensaba que sí, que éramos superiores, que físicamente teníamos más plantilla para aguantar que el Mirandés. Pero ya el gol de Portillo desató absolutamente toda la locura. Mensajes y más mensajes al móvil. Al acabar el partido nos fuimos hasta la peña del bar ‘La Aceituna’, la peña del Real Oviedo, acá en Polanco, en México. Y ahí pudimos compartir con más oviedistas la enorme alegría. Entre ellos estaba Arturo Elías (representante del grupo Carso, exaccionista de referencia del club azul), que estaba muy emocionado, y su hijo”. 

“La verdad es que vivirlo a diez mil kilómetros de distancia no ha sido fácil. Todos los vídeos e imágenes que iba recibiendo de los amigos de Oviedo me hacían tener una mezcla de felicidad y de envidia por no poder estar allí, pero el objetivo se ha cumplido. Unos días después uno todavía está borracho emocionalmente. Ha sido otro hito de los que nos ha regalado nuestro Real Oviedo y ya va a formar parte de nuestras vidas”.

(Fin de la retransmisión)

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