Los oviedistas de México también celebraron el ascenso: "Fue la euforia total, ahora estamos como si hubiéramos corrido una maratón"
Decenas de integrantes de la peña oviedista Isidro Lángara se reunieron en su restaurante de confianza en la capital mexicana, La Aceituna, para vibrar a mediodía (hora local) durante la retransmisión del partido contra el Mirandés y festejar hasta la madrugada la subida de su equipo a Primera

LNE
José Antonio Palacio Junco, “Toño", confesaba este martes que se sentía “como si hubiera corrido un maratón”. Tanto celebró el pasado sábado el ascenso del Real Oviedo que los días siguientes se sentía desfallecer. Lo festejó como si hubiera estado en el Carlos Tartierre y luego bañándose en la fuente de la Plaza de América –en adelante Plaza Santi Cazorla- pero Toño Palacio vió y vibró con el ascenso del equipo azul desde la ciudad de México, en concreto en el restaurante La Aceituna, donde se reúnen todos los asturmexicanos integrantes de la peña oviedista Isidro Lángara para seguir a su equipo. Que por fin está en primera.

Toño Palacio, en primer término, el sábado en las celebraciones en México del ascenso del Oviedo. / .
Toño Palacio, de 52 años, nacido en México de padres parragueses, es el alma de esta peña oviedista con dos centenares de integrantes. Es extraordinaria la vinculación que Asturias tiene con México, donde reside la segunda comunidad más numerosa de asturianos en el extranjero, después de la que existe en Argentina. Y eso se notó en la cantidad y la calidad de la celebración del ascenso del Oviedo el sábado en la capital mexicana.
“La verdad es que estábamos todos muy nerviosos e ilusionados. A las ocho de la mañana yo no me paraba en casa”, dice Palacio. El encuentro con el Mirandés, en horario mexicano, era a las 13 horas. “Me marché dos horas antes a adornarlo todo con mis banderas de la peña y la de Asturias”, indica. El centro de reunión es el restaurante La Aceituna, “que está a una cuadra del Centro Asturiano de México”. “Es el bar de un amigo, Alejandro Espinosa, 'Pixie'; él no es asturiano pero ya es oviedista, nos acoge muy bien a todos”, apunta el presidente de la peña Isidro Lángara.
El sábado era, casi, una cita con el destino. “Estábamos muy ilusionados, por la historia de todos estos años y también te marcaba que lo que había demostrado el equipo esta temporada: sabíamos que en casa éramos muy fuertes y que desde que quedó Paunovic nunca nos habían metido más de un gol. Teníamos la esperanza de que pudiera salir bien”, apunta Palacio.

Arturo Elías con dos integrantes de la Peña Isidro Lángara, en la celebración del ascenso del Oviedo en México D.F. / .
Así recuerda el partido. “Después del gol en contra y ahí te imaginarás el mazazo que nos dieron, pero mantuvimos la ilusión. Yo les decía en la mesa a todos: tenemos que meter un gol antes de que acabe el primer tiempo, con un gol lo sacamos adelante. Bueno luego llega el penal y Santi (Cazorla) lo mete. ¡Eso fue la euforia total! Porque los niños pequeños hasta lloraban de emoción. Todos brincamos. Estábamos todos muy metidos en el partido. Llegó el descanso y todo seguíamos con la euforia. Después, ya cuando cae el segundo gol ya empezamos a estar un poco más confiados. Luego nos fuimos al tiempo extra (la prórroga). Entonces consistía en aguantar y aguantar. Cuando cae el tres uno (el gol de Portillo) ahí ya ni los últimos minutos vimos. Ya estábamos festejando, pidiéndole al árbitro: ¡pita, pita, pita! Pitó y, pues, ya éramos de primera”.
Toño Palacio que fue uno de los momentos “más emocionantes” de su vida. “A ver, después de estar siguiendo el equipo tantos años…. Después el cascazo que nos dimos el año pasado en el último partido con el Espanyol… Con toda la ilusión de estar ahí y, de repente, todo mal… Pero este año sí lo conseguimos”

Integrantes de la peña Isidro Lángara celebrando el ascenso en México D. F. / .
El domingo, Palacio “estaba muerto”. La celebración comenzó, a la que se aceró Arturo Elías (directivo del Grupo Carso, es propietario del club), comenzó nada más teminar el partido “y no salimos de allí hasta las dos de la mañana”. Cantaron el “Volveremos” de Melendi “treinta mil veces”. “Iba llegando gente tocando la bocina y ya no quedaba sitio en el restaurante. Luego nos cayó un aguacero tremendo. Pero, bueno, como en Asturias. Tiene que llover. Si no, esto no tiene ambiente asturiano”.
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