Silvia Ribelles, la historiadora ovetense que rescata tesoros del cine en California

La investigadora, que cataloga el archivo Hearst ve en el turismo norteamericano una ocasión para Asturias: "Buscan cultura y buena mesa, no tanto playas y juerga; una vez los tengamos aquí, lo demás caerá por su peso"

Silvia Ribelles

Silvia Ribelles

Tino Pertierra

Tino Pertierra

La historiadora ovetense Silvia Ribelles es investigadora en el Packard Humanities Institute en Santa Clarita, California. Allí describe, contextualiza y cataloga los noticieros de la Corporación Hearst sobre la la guerra civil española. Un tesoro. Lo más gratificante de su trabajo es que "la investigación de estos noticieros de alto valor histórico está revelando aspectos más amplios de nuestro conocimiento sobre el pasado para las nuevas generaciones nacidas en el siglo XXI. Lo menos gratificante es el tráfico para llegar hasta allí, estar parada en una autopista de cinco o seis carriles por banda es desesperante. Aunque sólo tengo que ir en persona dos veces por semana, ya que puedo trabajar desde casa".

La vocación le llegó "a través de mi padre, Ulises Ribelles, gran amante de la historia y del cine. También era un gran narrador, y sus historias de la guerra, que vivió de niño en su Valencia natal, siempre me impactaron. Después, cuando se casó y se fue a vivir a Asturias y conoció la historia de la guerra en nuestra región, y más concretamente la historia de la familia de mi madre en la guerra, se interesó por la contienda en Asturias, y me transmitió ese interés. Lo echo mucho de menos".

Su primer viaje fuera de Asturias fue a Gran Bretaña, con toda la familia, cuando tenía 8 años: "Mi padre era un gran anglófilo y quería que hablásemos inglés. El curso escolar en Inglaterra no termina hasta finales de julio, y a través de amigos mi padre conseguía alquilar una casa y que nos admitiesen durante el último mes del curso en la escuela local de un pueblecito llamado Aylesbury, en el condado de Buckingham. Íbamos como oyentes. Era una inmersión total entre las 8 y media de la mañana y las 4 de la tarde. Los fines de semana íbamos con nuestros padres a Londres, a Oxford, a Bath, a Cambridge. Me llamó mucho la atención la diversidad, que entonces en España no existía, corría el año 1977. Fue la primera y única vez que vi a una maestra pegar a un niño por no comportarse. También me impresionaron las escuelas inglesas, con enormes campos de deporte, programas de música y teatro, y bibliotecas. Estamos hablando de escuelas públicas. Repetimos estos viajes todos los veranos durante varios años".

Aviso para jóvenes navegantes: "Mi consejo es que nunca dejen de hacer lo que les gusta, que no se desanimen. Hay ciertas profesiones que son como las carreras de fondo: el final parece que está lejos, pero con empeño, esfuerzo y pasión, se acaba llegando a la meta. Siempre me gustó la investigación, intenté entrar en la universidad, pero me resultó imposible. Me dediqué durante muchos años a la enseñanza, a todos los niveles: desde infantil hasta secundaria, también educación superior en community colleges donde la investigación y la publicación no son un requisito. Pero nunca dejé la investigación y la escritura, a las que dediqué mucho tiempo libre, por amor al arte. Esa dedicación ha dado sus frutos y ahora me dedico a la investigación profesionalmente para una fundación privada".

Fotogramas de su infancia: "El colegio de la Gesta, los bailes regionales que nos daba una mujer que se acompañaba de su voz y de un pandero y castañuelas, a la que parece que estoy viendo y oyendo, y nos enseñó el Xiringüelu, la jota de Avilés, y hasta sevillanas; los veranos en Andrín, primero, y después en Figueras; los domingos con pasteles de Santagar de postre, que traía mi abuelo; los sábados en la iglesia de Sograndio donde mis padres recogían en un merendero cercano algo de fiambre, pan y bebida, y pasábamos el tiempo jugando".

Le costó mucho encontrar un director de tesis. A pesar de ser licenciada en filología inglesa, "mi auténtica pasión es la historia, y yo quería escribir mi tesis sobre la presencia de la Royal Navy en Asturias durante la guerra civil. Nadie en el departamento de historia de la Universidad de Oviedo quiso dirigirme; pero alguien me recomendó que me pusiera en contacto con el profesor Enrique Moradiellos García, ovetense como yo, que estaba en la Universidad de Extremadura y es el mayor experto en las relaciones de España con Gran Bretaña durante la guerra. Estoy orgullosa de que mi tesis sea la primera que dirigió en su vida. Le estoy enormemente agradecida por haberme acogido bajo su ala y haberme enseñado el oficio de historiadora, sine ira et estudio".

Pocos estadounidenses que viajan a España recalan en Asturias. Del norte, como mucho, "conocen San Sebastián o Bilbao. Asturias no entra en su radar. Yo creo que se podría explotar más y mejor el Parque Nacional de los Picos de Europa, por ejemplo. Es un concepto muy querido y venerado aquí, y por ahí podríamos captar su atención. El turista americano busca la cultura y la buena mesa, no tanto las playas y la juerga, aunque tampoco es que le hagan ascos. Una vez los tengamos en Asturias, lo demás caerá por su peso: la gastronomía, los paisajes, la cultura, el Origen del Camino… Habría que darle una vuelta a cómo se explota nuestro parque, el de los Picos de Europa, que es verdad que comparado con los enormes parques de este país resulta ‘piquiñín’, pero galano".

Tomemos nota: "En EE.UU. hay mucho sentido de comunidad. Cuando mis hijos eran pequeños jugaban al béisbol y al fútbol en ligas locales de nuestro barrio. Todo estaba organizado por padres voluntarios. Se utilizan los campos de deporte municipales, los padres pagábamos una contribución de 75 dólares y durante tres o cuatro meses nuestros hijos practicaban deporte, socializaban con otros niños y aprendían el valor del trabajo comunitario. En las escuelas, tanto públicas como privadas, el voluntariado de los padres también es inmenso. A final de año nos daban un informe del dinero que el distrito escolar se había ‘ahorrado’, y la cifra ascendía a más de un millón de dólares".

Heredó de su madre la curiosidad, "que es la madre de la sabiduría, y una clara señal de inteligencia. Es una mujer que siempre llega hasta el fondo de las cosas, que no se conforma con una contestación simple, que hace preguntas y se hace preguntas. Además de todo eso, es muy, muy trabajadora". Y el profesor David Wingeate Pike fue su mentor, "el hombre que me abrió puertas, que me dio lecciones de trabajo constante y concienzudo. Cuando le decía, a sus 86 años, que tenía que bajar el ritmo de trabajo, contestaba: ‘Tengo toda la eternidad para descansar’".

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