La casa regional más antigua del mundo cumple 144 años de “cultivo saludable de la identidad”
El Centro Asturiano de Madrid celebra su supervivencia animando a perseverar en el “entusiasmo” que ha convertido a la institución en "foro de diálogo y encuentro y espacio de convivencia donde lo propio y lo universal se entrelazan”, afirma su presidente
La entidad entrega este sábado su “Manzana de oro” al prestigioso oncólogo cangués Pablo Martínez

Por la izquierda, Andrés Menéndez, presidente adjunto del Centro Asturiano de Madrid; María Rosa Benito Lozano, coordinadora del Distrito Centro del Ayuntamiento de Madrid, y Valentín Martínez-Otero, presidente del Centro, durante el acto de conmemoración de los 144 años de la institución.
Cuando abrió sus puertas, reinaba Alfonso XII y España todavía terminaba en Cuba y Filipinas. El Centro Asturiano de Madrid, que presume de ser la casa regional más antigua del mundo, nació el mismo año que Pablo Picasso y Alexander Fleming, el de la muerte de Dostoyevski y el zar Alejandro II, y sigue aquí. Acaba de cumplir 144 años con buena salud, niveles de actividad cultural más que aceptables y más de 2.500 socios que mantienen encendida la llama de a asturianía en la capital.
La “embajada de Asturias en Madrid” festejó este 2 de octubre su cumpleaños y con él la supervivencia y el aguante de su casi siglo y medio “de encadenado esfuerzo, de trabajo fecundo y de disfrute, entusiasmo, apertura, convivencia y cultivo saludable de la identidad”. Eso dijo en el festejo del aniversario el presidente de la institución, Valentín Martínez-Otero, que entendió la efemérides como una invitación a detenerse para reflexionar sobre el camino recorrido y para proyectar el papel de la colectividad sobre un futuro en el que el Centro, afirmó en su alocución previa a la celebración, “está llamado a seguir siendo puente entre Asturias y la capital de España, foro de diálogo y encuentro y espacio de convivencia donde lo propio y lo universal se entrelazan”.
El presidente enfocó su intervención con un encuadre doble, una “mirada retrospectiva para “tomar conciencia de lo realizado” y una ojeada “prospectiva para renovar las energías de cara al porvenir”. Partiendo del testimonio de gratitud a los “rostros, voces y manos que aportaron generosamente su tiempo y su esfuerzo” a la institución, Martínez-Otero quiso usar los 144 años de historia del Centro como palanca hacia un futuro que se construye, proclamó, “con continuidad y renovación. Continuidad, porque es esencial mantener la fidelidad a nuestras raíces, a los valores de solidaridad, fraternidad y hospitalidad que siempre han caracterizado a esta institución. Renovación, porque el tiempo nos reclama capacidad de adaptación, apertura a nuevas realidades y sensibilidad ante las transformaciones sociales y culturales que nos rodean”.
Una vez quedó dicho que la entidad quiere ser sobre todo lugar de intersección colectiva, de diálogo y convivencia, y que presume de un calendario bien surtido de actividad cultural, el presidente asume “el deber de transmitir este legado a las nuevas generaciones y de brindarles un marco de pertenencia en el que puedan sentir orgullo de sus raíces y, a la vez, encontrar inspiración para afrontar los retos del mundo contemporáneo”. “Confiemos”, terminó, “en que los próximos años nos encuentren unidos, activos, creativos y con el mismo entusiasmo que animó a quienes nos precedieron”.
Y como todo esto sigue sin pausa, la “embajada asturiana en Madrid” tiene programada para esta semana, el sábado 11 en su sede de la calle Farmacia, una de las citas esenciales de su calendario, el acto de entrega de la “Manzana de oro” a Pablo Martínez Rodríguez, prestigioso oncólogo natural de Cangas del Narcea y afincado en Los Ángeles que ejerce como vicepresidente de desarrollo en la empresa biotecnológica Amgen, una compañía puntera del sector con más de 27.000 empleados y presencia en más de cien países.
Discurso de Valentín Martínez-Otero, presidente del Centro Asturiano de Madrid
Este 2 de octubre nuestro querido Centro Asturiano de Madrid cumple, para dicha de todos, 144 años de encadenado esfuerzo, de trabajo fecundo, de disfrute, de entusiasmo, de apertura, de convivencia y de cultivo saludable de la identidad. Se trata de una efeméride que nos invita a detenernos un instante para tomar conciencia de lo realizado y, al mismo tiempo, para renovar las energías de cara al porvenir.
En esta ocasión tan significativa desplegamos una doble mirada: retrospectiva y prospectiva.
La mirada retrospectiva nos conduce a evocar con respeto y agradecimiento a quienes, desde la fundación en 1881, hicieron posible que esta Casa fuera creciendo hasta convertirse en lo que hoy representa. Detrás de cada año, de cada celebración, de cada encuentro, hay rostros, voces y manos que aportaron generosamente su tiempo y su esfuerzo. Son los fundadores, los socios, los directivos y los trabajadores que, generación tras generación, levantaron esta institución y la consolidaron como un referente de la vida cultural y social de Madrid. Gracias a ellos, el Centro Asturiano es con justicia considerado la “Embajada de Asturias en Madrid”, título que honra nuestra identidad y nos proyecta más allá de nuestras fronteras nacionales.
La gratitud no se dirige solo al pasado. Se extiende también a todos los que hoy hacen posible la vida de esta Casa: socios, amigos, miembros del Consejo Superior, agrupaciones artísticas, trabajadores, directivos y Administraciones. Todos formáis parte de esta travesía colectiva guiada por la Santina de Covadonga, símbolo de esperanza y unidad para los asturianos.
La mirada prospectiva, por su parte, nos impulsa a pensar en lo que aún está por venir. Si algo nos enseñan 144 años de historia es que el futuro se construye con continuidad y renovación. Continuidad, porque es esencial mantener la fidelidad a nuestras raíces, a los valores de solidaridad, fraternidad y hospitalidad que siempre han caracterizado a esta institución. Renovación, porque el tiempo nos reclama capacidad de adaptación, apertura a nuevas realidades y sensibilidad ante las transformaciones sociales y culturales que nos rodean.
El Centro Asturiano de Madrid está llamado a seguir siendo puente entre Asturias y la capital de España, foro de diálogo y encuentro, espacio de convivencia donde lo propio y lo universal se entrelazan. Tenemos el deber de transmitir este legado a las nuevas generaciones, y de brindarles un marco de pertenencia en el que puedan sentir orgullo de sus raíces y, a la vez, encontrar inspiración para afrontar los retos del mundo contemporáneo.
Que este aniversario sea, pues, celebración del camino recorrido e invitación esperanzada a perseverar en la tarea común. Confiemos en que los próximos años nos encuentren unidos, activos, creativos y con el mismo entusiasmo que animó a quienes nos precedieron.
¡Feliz aniversario, queridos amigos, y que la Santina nos acompañe siempre en esta noble empresa!
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