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Entrevista | Jesús Álvarez Cervantes Periodista deportivo, galardonado con uno de los Premios Iberoamericanos de Asicom

Jesús Álvarez, periodista deportivo: “En Madrid pensaban que era del Barça y en Barcelona, del Madrid; es una de las mejores cosas que me ha pasado”

“Yo soy periodista de la vieja escuela, en el periodismo actual es todo más inmediato, pero tal vez también más lejano, y quizá más peligroso”

“Para mí la Reina Letizia sigue siendo una compañera; me cuesta llamarla Majestad y, cuando puedo, le sigo diciendo Leti”

Jesús Álvarez Cervantes.

Jesús Álvarez Cervantes. / Luisma Murias

Después de 47 años entrando en las casas de la gente, a Jesús Álvarez Cervantes (Madrid, 1958) tuvieron que obligarle a dejar de hacerlo. Él no quería, pero una cláusula del convenio colectivo de TVE que se cambió poco tiempo después le jubiló a la fuerza al cumplir los 65. De TVE, no del periodismo, aclara. Rostro y voz del deporte en la televisión pública, periodista hijo del primer periodista que presentó un Telediario –Jesús Álvarez García–, deja una hoja de servicios llena de horas en pantalla con centenares de telediarios y retransmisiones deportivas a las espaldas. Aplaca el disgusto del retiro forzoso presidiendo la Asociación Española de la Prensa Deportiva y se ha parado a poner por escrito los recuerdos: tiene en la parrilla de salida hacia las librerías “Cerca de las estrellas”, el libro en el que resume sus vivencias, que estará a la venta el 30 de octubre. Este martes recibirá en Oviedo uno de los Premios Iberoamericanos 2025, que concede la Asociación Iberoamericana de la Comunicación (Asicom) en colaboración con la Universidad de Oviedo.

–Estos galardones dicen de usted que ha ayudado a construir Iberoamérica como región histórica. ¿Se ve así?

–Me veo muy honrado con este reconocimiento que no entraba en mis cálculos ni en mis posibilidades. La relación que yo he podido tener con Iberoamérica está determinada evidentemente por el periodismo deportivo, por mis intervenciones y los acontecimientos que he cubierto. Seguramente será por ese motivo por el que han creído oportuno reconocerme como talento iberoamericano, lo cual agradezco enormemente.

–¿Le pongo en un compromiso si le pido que escoja un momento, sólo un día en 47 años?

–No. Lo tengo muy claro, porque desde que lo viví supe que era mi momento y que después de aquello me podía retirar. Fue el 11 de julio de 2010, el día que la selección española ganó el Mundial de fútbol en el Soccer City de Johannesburgo. Tuve la inmensa fortuna y el enorme placer de poder verlo en directo y fue extraordinario comprobar que después de tantos avatares y tantos sufrimientos con la selección, después de seguir tanto tiempo a la generación del “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, al final España había deslumbrado al mundo con un juego brillante y con el primer título en noventa años de historia de los mundiales.

–¿Cómo empezó todo? ¿Cuánto influyó en la vocación periodística lo que sabía del ejemplo de su padre?

–De mi padre, por desgracia, no pude aprender prácticamente nada, porque murió cuando yo tenía doce años y en ese momento aún no tienes claro lo que quieres hacer o por qué derroteros te va a llevar la vida. Me dediqué al periodismo porque cuatro años después de la muerte de mi padre también falleció mi madre y tuve que plantearme mi futuro, buscar una carrera que me permitiera ganarme la vida desde el minuto cero y trabajar desde los primeros tiempos de estudiante. Elegí Periodismo y tuve la inmensa fortuna de empezar a trabajar nada más comenzar el primer curso en la facultad.

–¿Eligió usted el deporte o fue el deporte el que le eligió a usted?

–Mi contacto con el periodismo deportivo fue casual. A mí me interesaba hacer micrófono, redactar noticias y el deporte fue la única opción que después de insistir mucho, y de muchas negativas, me dieron mis jefes de entonces en Radio Exterior, la emisora de onda corta de Radio Nacional. “…A no ser que quiera hacer usted hacer información deportiva”, me dijeron. “¿Dónde hay que firmar?”. Entré y creo que acerté. Me dediqué al deporte porque me gustaba, evidentemente, pero también porque me dieron esa oportunidad y porque me llamó la atención que allí sí dejaran hablar a un chaval que aún estaba estudiando, que quizá consideraran que el periodismo deportivo era de segunda división. A mí aquello me tocó la fibra, me propuse dignificar la profesión del periodista deportivo y eso es lo que he intentado hacer durante todo este tiempo.

–La profesión vive en la encrucijada de las redes, de la inmediatez y la voladura de los accesos clásicos a la información. ¿Cómo lo vive alguien que viene de otro periodismo y que ha visto la transformación desde primera fila?

–El periodismo que se hace actualmente no tiene nada que ver con el que yo conocí. Yo soy periodista de la vieja escuela. Cuando yo estudiaba, corría un refrán que decía “con los titulares de hoy envolvemos los bocadillos de mañana”. Entonces los titulares duraban 24 horas, hoy casi no llegan a 24 minutos… Era otra forma de hacer, otra manera de trabajar. Yo recuerdo que teníamos una familiaridad y una cercanía en mi caso con los deportistas que hoy es impensable. Ahora es todo más inmediato, pero tal vez también más lejano, y quizá más peligroso. Esa premura por ser los primeros, en estas circunstancias en las que las redes generan noticias constantemente, da pie a muchas incorrecciones. Tenemos que ser muy cuidadosos, y si uno está pensando más en ser rápido que en el contenido de lo que está contando surgen los errores. Yo me sigo quedando con lo anterior, aunque evidentemente valoro muy mucho los adelantos tecnológicos y las nuevas formas y posibilidades de conseguir las noticias.

–¿No hay demasiada trinchera, mucho forofo y exceso de camisetas en la información deportiva?

–Yo no he entendido nunca que se pueda hacer información con la camiseta de un equipo puesta, y tengo muchos compañeros que lo han hecho. Siempre he querido mantener una neutralidad y una objetividad. Creo que es eso lo que se debe exigir a todos los periodistas, pero hay quien no lo ha entendido así. Quizá lo mejor que me ha podido pasar, cuando hacía información en los Telediarios, es que en Madrid pensaban que era del Barça y en Barcelona, del Madrid. Eso quiere decir que había un equilibrio, que quizá nos estábamos acercando a la objetividad que necesita el periodismo. No me parece lógico que un periodista se identifique con un equipo o un partido político.

–¿Puede que se haya contagiado también la información política?

–No sabría decir si ha sido por contagio, pero últimamente estamos asistiendo a una especie de bipartidismo periodístico que creo que no es bueno, que conduce a tergiversar las cosas que suceden y a que cada uno, al final, quiera llevar el resultado a su terreno.

–Se jubiló de TVE obligado. ¿Cuánto echa de menos la tele?

–Lo que me da pena de esta situación es que cuando uno tiene experiencia y conocimientos, cuando sigue estando en un estado aceptable de forma física y mental se tenga que retirar porque lo diga una norma que además en mi caso se cambió a los diez meses. El convenio colectivo te obligaba a jubilarte en TVE si cumplías 65 años y llevabas más de 37 medios cotizados, pero luego ese apartado se suprimió. Supongo que sí lo echo de menos. Cuando has estado 47 años ahí te duele un poco, pero no tengo tiempo de aburrirme. Me eligieron presidente de la Asociación Española de la Prensa Deportiva y ahora llevo un ritmo más frenético que antes. No digo que no a nada y me lleno de responsabilidad y a veces de trampas. Me llaman para dar una clase, para dar una charla o presentar un acto…

–¿Eso se parece a haber triunfado?

–Hay dos o tres cosas que me han pasado últimamente que me recompensan un poco. La gente que me dice “como tú no lo hacía nadie”, o “yo he crecido contigo”, o “me dediqué al periodismo porque quería ser como tú”.

–¿Cómo cambia la relación cuando una excompañera se pasa al otro lado y de pronto es la Reina de España?

–Sigue siendo muy cordial. Estoy en ese momento de desear que no me pregunten más por eso, pero le voy a contestar porque ella es asturiana. Para mí sigue siendo una compañera. Especial, pero una compañera. A mí me cuesta mucho llamarla Majestad, a no ser que sea un acto oficial en el que yo esté presentando y que esté ella presente, o esté también el Rey. Normalmente, procuro saludarla en un momento de despiste de la gente, cuando no nos vea nadie, y la sigo llamando Leti.

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