Crónicas desde Ingolstadt: un cormorán llega al Danubio, que fluye como el jazz
La ciudad se prepara para celebrar el Ingolstädter Jazztage del 4 al 15 de noviembre, que este año cuenta con la visita especial de Elvis Costello

Chusina Carrero Moure.
Chusina Carrero Moure firma sus "Crónicas desde Ingolstadt", una serie de artículos sobre la vida cotidiana de una asturiana en Alemania. La autora de estas crónicas desde esta ciudad alemana del estado de Baviera se define así: "Nací en Oviedo y viví toda mi juventud en Salinas, estudié Filología en la universidad de Oviedo, viví en muchos lugares de España y, desde hace diez años, estoy en Alemania, aprendiendo de esta tierra y enseñándoles nuestra lengua y nuestra cultura".
Aunque la temperatura de hoy me haya permitido tomar el sol a mediodía y pensar en el verano, no deja de ser una ilusión, ya que llegan por todos lados señales de alarma: llega el otoño. El cormorán ha dejado el lago para posicionarse en su roca en medio del Danubio, en esa roca que no abandonará hasta bien entrada la primavera y en la que extiende las alas cada vez que sale un rayo de sol. Los conejos que invaden los parques en primavera se van retirando para dejar paso a las ardillas y a los erizos. Cuando atravieso la ciudad en bicicleta, los carriles bici están llenos de erizos de castañas, de avellanas y de las hojas de los árboles. La niebla ya se ha instalado en la ciudad tras un verano que ha sido, por lo menos para mí, demasiado corto. Me ha sabido a poco.

Un cormorán en el Danubio. / Ch.C.M.
Y ahora a esperar. Tengo que reconocer que me da miedo pensar en cinco largos meses, o quizás aún más, de nieblas, temperaturas bajo cero, humedad y a veces semanas y semanas sin un rayo de sol y de días cortos. Pero con el otoño llega a nuestra ciudad el jazz. Y del jazz al cielo, porque en Ingolstad el jazz nos acerca al cielo, al cielo desde hace la friolera de hace casi cuarenta años con la visita de monstruos de la música como Miles Davis, Ray Charles, Al Jarreau, Chick Corea, Paco de Lucia… y tantos otros. La ciudad se llena de música, de ese jazz en el que la improvisación, el buen gusto, la generosidad, la comunicación perfecta y la alegría hacen olvidar la niebla, el frío y la nostalgia. Y aún en los tiempos de crisis que corren la organización del festival ha luchado para seguir adelante ofreciendo doce días de buen jazz para todos los gustos y a todos los precios. Jazz en los bares, en iglesias, en el teatro, en centros culturales, en el hotel, en los colegios… y lo mejor de todo es que el poso de esos cuarenta años ha dejado en esta ciudad una cantera de jóvenes músicos que adoran el jazz y que serán, con toda seguridad, figuras del mañana.
Por fortuna, podré verlo todo “hinter den Culissen”, desde detrás del telón os lo contaré. Ingolstädter Jazztage, del 4 al 15 de noviembre. Este año con la visita especial de Elvis Costello.

El cartel del festival de jazz de Ingolstadt / .
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