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El análisis desde México del sportinguista volador: Tenemos once jinetes y dieciséis jabatos

Ante el Zaragoza vimos al Sporting que queremos: valiente, sólido, con alma y corazón; un equipo que sufre, pero que sale adelante, que deja la piel en el campo y que se mantiene unido ante la adversidad

Gijón. El Molinón. Partido Real Sporting - Real Zaragoza

Gijón. El Molinón. Partido Real Sporting - Real Zaragoza / Juan Plaza / LNE

Diego Álvarez Bada

Diego Álvarez Bada

Diego Álvarez Bada trabaja como sobrecargo de aviación en la línea bandera de México. Es fundador y presidente de la peña "La villa de Quini", la primera y la única peña sportinguista oficial en México y fuera de España. Hasta diez veces al año vuela a España para ver los partidos del Sporting.

Semana de partidazo en la Liga Hiperemociones. El Zaragoza visitaba el templo rojiblanco, un histórico venido a menos, que en este momento llegaba colista y en horas bajas. Esos partidos que parecen fáciles, pero que siempre resultan ser una trampa, y que al Sporting suelen atragantársele. Era, sin duda, un encuentro difícil de digerir, y que se sufrió hasta el último suspiro.

El inicio fue flojo, de menos a más. Poco a poco, el Sporting se fue sacudiendo la presión de querer ganar y, a mediados del primer tiempo, un córner permitió a Otero, con un gran remate de cabeza, marcar el 1-0. Todo parecía ir bien, pero pronto la jornada se tornó gris. Se lesionó Gaspar, después Otero, y en un añadido prolongado, Dubasin recibió una expulsión muy difícil de explicar por un codazo. El VAR incluso anuló un gol del Zaragoza tras una falta clara a Yáñez. Al medio tiempo, el Sporting respiraba, pero solo un poco: Gelabert quedaba como único jugador y creativo de ataque, sin compañeros que lo acompañaran. Borja Jiménez tuvo que modificar y metió a Amadou, dejando al equipo en un 4-4-1. Aunque también por momentos parecía mas un 5-3-1 con Diego como tercer central y la tarea era clara, replegarse, resistir y aguantar.

El Zaragoza, con urgencias y un hombre más, se lanzó al ataque durante los primeros quince minutos del segundo tiempo, y parecía que el empate y la remontada eran inevitable. Pero el Sporting, como un grupo de machos y Jabatos, supo sacudirse la presión. Con el paso de los minutos, el Zaragoza fue perdiendo fuerza, mientras el Sporting resistía cada balón como si fuera el último. Paradones de Yáñez, esfuerzo colectivo, una defensa que se partió la alma, esto fue un ejercicio de fe, coraje y compromiso. Contra todo pronóstico, el equipo se mantuvo firme, transformándose en un bloque unido en el que ahora sí el mister supo leer el partido y comprender que, a veces, ganar es simplemente resistir.

Dani Carrera, de la peña La Villa de Quini, en El Molinón

Dani Carrera, de la peña La Villa de Quini, en El Molinón / .

El Molinón empujó como nunca. La grada entendió la situación y acompañó al equipo con cada aliento. Desde Gijón soplaba un aire diferente, que empujaba a los “11 jinetes” que defendían su marcador. Y desde México, la emoción fue igual de intensa. La Villa de Quini estuvo doblemente presente, Dani Carrera directivo de la Peña y Aline su novia en primera fila en el Molinon sufriendo por todos nosotros que no podíamos estar en el templo. Mientras aquí en México viéndolo en la Bolera durante la Romería del Socio, una de las grandes fiestas del Centro Asturiano de México. La patata latía a mil por hora, una auténtica prueba cardíaca.

Este Sporting no es el de los días con Garitano, cuando en los finales de los partidos el equipo se derrumbaba y permitía que los rivales nos remontaran. Este Sporting ha aprendido a sufrir, a resistir y a ganar desde el sacrificio. Lo demostró frente al Racing, contra el Valladolid y, especialmente, ante un Zaragoza que llegaba necesitado. Hoy, más que nunca, el triunfo fue de 16 jabatos. 16 jugadores que en el campo si supieron sufrir y aguantar, y de toda una afición, que desde la grada, la televisión y la distancia pudimos vivir.

Este es el Sporting que queremos, un Sporting valiente, sólido, con alma y corazón. Un equipo que sufre, pero que sale adelante, que deja la piel en el campo, que se mantiene unido ante la adversidad. Porque, a pesar de todo, seguimos creyendo. Creyendo en ellos, en los “11 jinetes” que defendieron su tierra y su honor, y en los 16 jabatos que hoy nos recordaron que el Sporting siempre puede soñar y nunca se rinde.

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