Opinión

La historia de "Pepe Cojones" y la toma revolucionaria del Centro Asturiano de La Habana

El día en que el castrismo despojó a los 90.000 socios de una institución ejemplar por su función social

Momento en el que el capitán de la motonave "Covadonga”, Víctor Pérez Vizcaino, hacía entrega en 1958 al presidente del Centro Asturiano, José Fernández Gutiérrez, de la Cruz de la Victoria

Momento en el que el capitán de la motonave "Covadonga”, Víctor Pérez Vizcaino, hacía entrega en 1958 al presidente del Centro Asturiano, José Fernández Gutiérrez, de la Cruz de la Victoria

La mañana del 2 de enero de 1959 no fue precisamente un día animado, tanto en la taberna como en los salones del Centro Asturiano de La Habana. Fueron pocos los socios que ese día acudieron al Centro, no sólo por la celebración del Año Nuevo, sino por los acontecimientos que desde la víspera estaban aconteciendo en La Habana con la llegada de los revolucionarios a la ciudad.

Y, aquellos pocos socios se encontraban agrupados, desde muy temprano, en el amplio vestíbulo del Centro Asturiano, bajo «el criticódromo», la tribuna circular desde la que se podía observar, con ocasión de las esplendorosas veladas y bailes del Centro Asturiano, la entrada a los salones de los elegantes asistentes luciendo sus mejores galas.

La atmósfera era de silencio y las expresiones solemnes, como si fuese a acontecer un suceso íntimo y extraordinario.

A las 9,30 horas, se personan en el Centro, José Abay Abay, militante del Movimiento del 26 de julio, acompañado de Ramón Suárez Fernández, vocal de la Junta Directiva del Asturiano, siéndoles franqueada la entrada por Manuel Rodríguez Arroita, Jefe de Despacho del Centro Asturiano, y por el conserje y delegado general de la sección sindical de los palacios sociales, Juan Fernández Gómez, empleado, además, de la Casa de Salud Covadonga.

Se formó inmediatamente un ambiente de corrillo con los socios que, previamente convocados para esperarles y confabulados para el momento, se erigieron espontáneamente en poder revolucionario que asumió la toma del Centro Asturiano de La Habana.

La asamblea no era espontánea ni casual. Los allí presentes asumiendo la representatividad de miles de socios, acabaron decidiendo que, cumpliendo un presunto mandato de sus superiores del Movimiento de 26 de julio, procedían a destituir en esa mañana a la Junta Directiva del Centro Asturiano de La Habana, y, en su virtud, hacían entrega inmediata al grupo de socios allí presentes de todas las pertenencias existentes en el palacio, procediendo a sellar la caja y documentos del archivo del Presidente. Algún rubor debió de producirse ante lo extraordinario y expeditivo del procedimiento.

El Centro Asturiano de La Habana ha sido considerado como obra cumbre del mutualismo social de la emigración asturiana, y aún española, a América. Las normas democráticas internas, el funcionamiento de la institución, su naturaleza benéfico-social, parecían aconsejar que ésta agrupación debería ser el último sitio que precisase ser intervenido de manera inmediata por una Revolución que pretendía implantar una sociedad socialista. El Centro Asturiano ya era, por su trayectoria y realizaciones solidarias, un trasunto de tal sociedad.

"El criticódromo". La rotonda sobre la escalera de honor del Centro Asturiano de La Habana, en el salón de billares, con su preciosa lamparería.

"El criticódromo". La rotonda sobre la escalera de honor del Centro Asturiano de La Habana, en el salón de billares, con su preciosa lamparería. / .

En todo caso, había que dotar de cierta formalidad tanto la destitución como la designación que, el grupo de socios –a modo de populus- y miembros del Movimiento 26 de julio, pretendían realizar. A tal efecto, siendo ya las 15,30 horas de la tarde, se requirió la presencia de un notario, al que se le manifestó cuanto aconteció desde primera hora de la mañana, y pidiéndole que verificase el estado de la caja de seguridad y de los archivos de la Presidencia y los timbrase con su sello reglamentario.

A continuación, Ramón Suárez Fernández, directivo del Centro Asturiano, que se había hecho acompañar del citado José Abay Abay, éste en su carácter de jefe del grupo Movimiento 26 de julio y con el presunto mandato de tomar revolucionariamente el Centro Asturiano, le parece oportuno hacer constar lo siguiente: «que han estimado que las últimas elecciones celebradas el 14 de diciembre de 1958, fueron fraudulentas, habiéndose ejercido, además, la coerción y atropello, por parte de la entonces fuerza pública, contra los socios del Centro Asturiano y candidatos de la oposición; que asaltaron sus oficinas, detuvieron y enviaron a las estaciones de policía a los principales dirigentes, viéndose estos impedidos de realizar su labor electoral, con grave quebranto para nuestras organizaciones, e inclusive habiendo agredido brutalmente al candidato de la oposición a la segunda vicepresidencia, y otra serie de detenciones, coacciones y actos ilegales y considerando, sin más, que las personas aquí presentes representan el verdadero sentir de la masa de socios del Centro Asturiano y la más sólida garantía para los intereses sociales, por unanimidad, acuerdan designar provisionalmente y hasta tanto se convoquen y celebren nuevas elecciones a las siguientes personas,

Presidente: Alberto González López

Vicepresidente 1º: José Hoyo Castillo

Vicepresidente 2º: José Lamas Bestar

Tesorero: Amador Rodríguez Menéndez»

A continuación, por aclamación, se les autoriza a todos ellos, amplia e irrevocablemente, para designar o nombrar y separar o sustituir a los vocales de la anterior Junta Directiva, presidentes de secciones y, también, a los funcionarios, empleados, asesores profesionales y demás personal que estimen conveniente, incluso al Tesorero, firmar cheques, girar contra los fondos sociales y disponer de todas las atribuciones y facultades inherentes al gobierno, dirección y administración de dicho Centro, firmando cuantos documentos públicos o privados fueren menester. Todos quedan autoinvestidos de sus cargos y facultades y así dieron por concluido el acto.

La toma revolucionaria del Centro Asturiano se había consumado.

No todas las conciencias quedaron tranquilas.

El recién investido Presidente, Alberto González López, designado tan sumariamente por los comisionados del Movimiento revolucionario 26 de Julio, y los socios que casualmente se encontraban en el Centro Asturiano esa triste mañana, alguna anomalía debía de intuir. Sin siquiera haberse sentado en el codiciado sillón del Presidente General ni haber abierto los archivos de la presidencia o haber dispuesto de la caja del Centro, procedió a llamar de nuevo al notario actuante el día 5 de enero de 1959 e inmediatamente le manifestó que, como ya se había hecho constar el pasado día 2, el cargo tenía un carácter estrictamente provisional y que él lo había asumido con el único ánimo de cooperar con la sociedad y la nación cubana en circunstancias tan complicadas, y que, por tal razón, renunciaba desde ese momento a todas las funciones que se le habían encomendado. Los poderes se entregan a continuación al virtual gerente del Centro Asturiano, Manuel Rodríguez Arroita, cuya denominación exacta era Jefe de Despacho, que desde el primer momento colaboró con los revolucionarios. También, de repente, como por casualidad, se presenta un señor que dice llamarse Armando Menocal Armas y dice que es capitán de la Tercera Estación de Policía y que la gente que le acompaña son revolucionarios que se vienen a hacer cargo del Palacio Social y de sus pertenencias, cumpliendo órdenes de un comandante jefe de la Policía llamado Aldo Vera; solicitan, sobre la marcha, al Jefe de Despacho, Manuel Rodríguez, la entrega de todo lo que ha recibido hace unos momentos. A continuación, el capitán Armando Menocal Armas insta al notario que continúe en el Centro para que levante testimonio de que todo lo que a su vez recibe lo entregará, sin romper ni un solo sello, a José Fernández Gutiérrez, que, también como por casualidad, aparece apelando a su condición de último Presidente en ejercicio del Centro Asturiano de La Habana, previo al señor Manuel Rivero, cuya elección el 14 de diciembre último, para el periodo 1959-1960, se consideró nula por los socios convocados el día 2.

Estos son los hechos tal y como acontecieron en las difíciles jornadas del 2 al 5 de enero de 1959, a partir de cuyo momento el Centro Asturiano de La Habana quedó definitivamente intervenido, despojando a todos sus socios que por entonces ascendían a 90.000, de los cuales, unos 11.000 eran asturianos de origen.

Se permitió durante un tiempo que continuasen reuniéndose en el Centro a las sociedades asturianas de base parroquial o municipal, agrupadas como federación, hasta los acontecimientos ya conocidos y relatados en el Libro del Centro Asturiano de Oviedo, de 1961, en que, definitivamente se les expulsa del Palacio Social, primero a un local de la Quinta Covadonga, luego a un local de Prado Altos, del que se había despojado, a su vez, a la Sociedad Canaria, una vez renunciada como sede el antiguo Casino Español. En la actualidad la Federación de Sociedades Asturianas de Cuba radica en el Paseo del Prado, en los locales que habían pertenecido al Centro Alemán. A los asturianos se les autorizó, por su carácter simbólico, retirar algunas pertenencias del Centro Asturiano de La Habana: la réplica de la Cruz de la Victoria, obsequio de la Diputación de Oviedo, el modelo de la escultura de Manuel del Valle, obra de Restituto del Canto, la escribanía de bronce y campanilla del despacho de la presidencia, así como una lámpara de pie con pantalla de pergamino, dos cuadros con fotos de los fundadores y los retratos fotográficos de los Presidentes del Centro.

Además de consignarse los hechos anteriores en las actas de ocupación del Centro Asturiano de La Habana, estos sucesos me fueron relatados, con más o menos detalle, por Constantino Díaz Luces (Caravia 1910 – Habana 2012), presidente que fue de la Sociedad Asturiana de Beneficencia de La Habana y antiguo empleado y vocal del Centro Asturiano. Decía, Constantino, que muchas sociedades habían sufrido igual despojo… pero siempre a manos del último cantinero.

El último presidente electo, cuya designación los revolucionarios consideraron fraudulenta, había sido Manuel Rivero; pero el último efectivo y repuesto, hasta ser sustituido por un interventor, fue José Fernández Gutiérrez, más conocido como «Pepe Cojones», apodo que Constantino decía que era debido a que continuamente afirmaba a los empleados del Centro que «las cosas hay que hacerlas por cojones y cojones».

En la actualidad, el palacio social del Centro Asturiano alberga el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Además de las colecciones de pintura, en su salón principal se despliega la colección Lagunillas de antigüedades clásicas. Los frescos de la bóveda han sido eliminados, restando de identidad asturiana al espacio, si bien es el más dignísimo destino para la que fuera Casa de los Asturianos en Cuba, donde, por cierto, «todo se sigue haciendo por cojones».

Santiago G. Romero es Director de la Fundación Archivo de Indianos-Museo de la Emigración.

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