Anda Aurelio “Yeyo” López atareado en la nave para atender su rebaño de cabras, más de 200. No tiene prácticamente descanso, como les ocurre a todos los que se dedican al campo. Él es quesero, dueño de Picu Urriellu, una quesería familiar ubicada en el Valle Oscuro de Llanes. Entre tarea y tarea saca unos minutos para hablar con LA NUEVA ESPAÑA. Es el nuevo presidente de la Asociación de queseros artesanos de Asturias en sustitución de Isaura Souza, que estuvo 16 años al frente. “Lo que hizo Isaura será difícil de igualar, trabajó mucho, y ahora le tocaba descansar y darle el relevo”, dice.

–¿Algún proyecto nuevo?

–Sí, algunos. Estamos encantados con la buena predisposición de la Directora de Agroalimentación, Begoña López, a colaborar con nosotros.

–¿En qué se concretan?

–No podemos avanzar mucho, pero tienen que ver con la promoción de nuestro queso, fomentar la marca asturiana...

–Es usted quesero artesano, ¿renta dedicarse a esto hoy en día?

–Yo no sé hacer otra cosa, llevo toda la vida en esto. A ver, no es fácil empezar, como en todo. Pero económicamente se puede vivir de ello bien. Aparte que es una tarea que te llena y te da muchas satisfacciones. Es básicamente un proyecto de vida más que una profesión.

–Quizás es más fácil dedicarse a ello si hay base y trayectoria familiar.

–En mi caso yo soy la tercera generación. Por supuesto que la familia te facilita las cosas, hay que pocos queseros en Asturias que se dediquen a ello si no les viene de familia. Precisamente es algo en lo que debemos trabajar, en impulsar el relevo generacional, que llegue gente nueva, con ideas nuevas que nos incentiven a los que estamos en ello desde hace años, que sean un revulsivo y no permitan acomodarnos a los veteranos.

–Lo que se oye del campo no anima mucho, la verdad. Ahí está el problema del lobo para los ganaderos.

–El lobo y otra cosas, sí, pero nada es fácil. Todo tiene su complicación. Yo prefiero mirar hacia delante. Trabajar, tratar de mejorar.

–La crisis del campo, los bajos precios a los que se paga la producción, no anima mucho.

–Entiendo que es momento difícil. Quizás el modelo que tenemos no funciona y hay que cambiarlo, hacer esto atractivo y que la juventud se anime a hacer queso. No me atrevo a opinar del tema de los precios, porque se me escapa y no es algo que yo lo padezca. Yo tengo mi quesería pequeña, hago mis quesos con la leche, fijo el precio yo...

–Choca que en Asturias, donde presumimos de ser la gran mancha quesera de Europa, no haya formación para ser quesero, enseñar el oficio para dedicarse a ello.

–Sí, es cierto. De hecho, entre los proyectos que tenemos está ver cómo arreglamos esto, tratar de lograr algún tipo de estudios para que trabajar en esto no sea solo básicamente por herencia familiar. Así se facilitará el relevo y se regenerará el sector.

–¿Se notó en las ventas la celebración del World Cheese Festival en Asturias el pasado noviembre?

–Sí, claro. Todo lo que sea promoción y que se hable de nuestro queso es bueno. Este tipo de certámenes es muy positivo, y ya si se celebran en casa, pues mejor.

–¿Ayudan etiquetas de calidad como las denominaciones de origen, las identificaciones geográficas?

–En la comercialización, en los mercados es evidente que sí. Es muy importante acudir con una etiqueta que garantice al consumidor calidad.