La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El salmón camina hacia la extinción, avisan los científicos, que exigen vedar los ríos

Los pescadores niegan que la especie esté en peligro e insisten en que prohibir las cañas no es la solución, pues el pez tiene más “enemigos”

Público haciendo fotos al campanu, en la feria de Cornellana, en Salas, en 2019. | Carolina Díaz

Dicen los científicos que si el salmón no fuese un pez y si en torno a él no se hubiese levantado una industria turístico-deportiva, hoy al rey de los ríos no podrían tocarle ni una escama en Asturias. Alfredo Fernández Ojanguren y David Álvarez, biólogos de la Universidad de Oviedo, sostienen que la especie debería estar ya vedada en las cuencas asturianas, porque el pronóstico no es malo, sino terrible. “Nos vamos a quedar sin salmones”, advierten. Y si desaparecen, ya no hay vuelta atrás. Sería la extinción del salmón cantábrico. Los afectados, los pescadores, ven, sin embargo, los ríos con otros ojos: “Es mentira que el salmón esté en peligro y la veda no es la solución”. Ambos colectivos solo se ponen de acuerdo para decir que “el Principado debe hacer mucho más por la especie”.

¿Corre peligro de extinguirse? Según los científicos, sí. Y ponen como ejemplo las capturas de esta campaña: 36 en casi un mes. La pasada, que arrancó con retraso (el 19 de mayo) por la pandemia, llegó a 856 salmones. Un número superior a las temporadas 2019, 2018 y 2017, pero inferior a las anteriores. Lo cierto es que la gráfica de la evolución de capturas tiene muchos picos. “Hay años peores y hay años mejores”, dice Antón Caldevilla, presidente de la sociedad de pescadores “El Esmerillón” del Sella. Caldevilla espeta que “el científico que censa por el número de capturas no es un científico”. “Cuando hagan un estudio en ríos y mar, hablamos”, agrega.

Enrique Berrocal, al frente de la sociedad “Las Mestas del Narcea”, reconoce que la temporada de este año es “mediocre”, pero también recuerda que “acabamos de empezar”. El último día de pesca será el 15 de julio. Berrocal tira de símil futbolístico: “No pueden juzgar lo hecho en un partido viendo solo hasta el minuto cinco, porque a lo mejor en el 99 se meten siete goles”. En cualquier caso, si se capturan menos salmones, apunta Antón Caldevilla, es “porque no nos dejan pescarlos”. Y menciona las principales restricciones de este año: en las zonas libres el cupo baja a dos y prohiben la ninfa, un tipo de señuelo muy efectivo, durante el último mes (del 15 de junio al 15 de julio).

Un declive generalizado. David Álvarez, profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo, explica que el declive del salmón afecta a toda su área de distribución, no es un problema único de Asturias. “En Estados Unidos está prácticamente desaparecido y en el norte de Europa las poblaciones están menguando”, apunta. Pero, aparte de esta tendencia general, los salmones del Principado nadan a contracorriente, ya que están en el límite sur de distribución y eso quiere significa que “la población es más sensible”. “La temperatura de los ríos está al límite para la especie”, apostilla Alfredo Fernández Ojanguren, también profesor de la Universidad de Oviedo.

Los número son los que son y desde el punto de vista científico, dicen, el salmón cantábrico debería estar catalogado en peligro de extinción a nivel local. “Si fuese otra especie –señalan–, lo estaría”. ¿Por qué no lo está? Los investigadores de la Facultad de Biología responden rápido: “Porque hay intereses económicos detrás y porque el salmón no despierta ese cariño que sí despiertan otras especies –el claro ejemplo del oso–. No tenemos la misma empatía con un pez que con un mamífero”.

¿Qué están haciendo en otras partes del mundo? Según Álvarez y Ojanguren, reducir capturas, imponer la pesca sin muerte o, directamente, vedar los ríos. Los dos científicos son partidarios de aplicar este último antídoto en Asturias. Aunque, explican, la pesca sin muerte es mejor que capturar salmones y comérselos, en el caso del Principado no sería suficiente, ya que esta modalidad siempre va a suponer una molestia para la especie. David Álvarez pone el ejemplo del urogallo cantábrico, una especie que está en serio peligro de desaparecer. “A nadie se le ocurriría permitir hoy cazar urogallos ni poner perros para asustarlos”, comenta. Cierto es que hay muchos menos urogallos que salmones: el último censo habla de menos de 300 ejemplares.

Volviendo a la pesca tradicional, Ojanguren cree que lo que se está haciendo en Asturias es “cargarse a los mejores ejemplares, a los que sobreviven en los ríos, cruzaron el mar y volvieron para reproducirse”. Desde su punto de vista, hay que ver las capturas no solo como peces muertos, sino como salmones que pudieron haberse reproducido y no lo hicieron. Como dato, una hembra pone “entre 5.000 y 6.000 huevas”.

Enrique Berrocal y Antón Caldevilla insisten en que la solución no es vedar, porque eso supone el abandono de los ríos. “En el Esva se contaron 110 salmones y solo se capturó uno el año pasado. ¿Es un problema la pesca? No”, subrayan.

La caña no es el único enemigo. Los propios científicos reconocen que en la mala situación del salmón influyen más factores. Aunque, lógicamente, prohibir las cañas ayudaría a que la especie remontase. Quizá sea también la solución más fácil. Los pescadores Antón Caldevilla y Enrique Berrocal hablan de unos enemigos de los que la Administración se olvida: los cormoranes, las lubinas, el mal estado de los ríos... “Se pescan lubinas de uno y dos kilos con varios alevines de salmón en su interior”, se queja Berrocal.

¿Por qué no cuaja la pesca sin muerte? No cuaja aquí ni en el resto de España. El presidente de la sociedad de pescadores Las Mestas del Narcea cree que el motivo es porque “no se impone”. Es decir, habiendo pesca con muerte también, los ribereños optan por esta. Ahora bien, esto no quiere decir que los pescadores no estén concienciados. De hecho, dicen, son los primeros interesados en que haya salmones en los ríos. “Yo estoy a favor de que no se maten salmones, pero no quiero imponérselo a la gente, trato de concienciar”, asegura Enrique Berrocal. Concienciar a través de su proyecto “Arca”, la iniciativa repobladora que ofrece a cualquier pescador la posibilidad de ceder los ejemplares que capture para destinarlos a la regeneración de la cuenca. El plan funciona, con sueltas de 60.000 o 70.000 alevines.

La repoblación, ¿sí o no? Aquí viene otra de los principales disputas entre científicos y pescadores. Los primeros dicen que no solo no son efectivas, sino que son “nocivas”, como señala David Álvarez. “En Gales están prohibidas y hay varios estudios en el mundo que dicen que los efectos son más malos que buenos: hay problemas genéticos, de reconocimiento de depredadores, tienen menos puestas...”. Los segundos, los ribereños, opinan justo lo contrario. Y aportan números. “De 92 salmones que entraron el año pasado en Valduno, 42 no tenían adiposa, es decir, provenían de la repoblación. Esa es la pura realidad”, comenta Berrocal. “Las repoblaciones son efectivas y estoy convencido de que si dejamos de hacerlo, en el Narcea –es el río que más capturas registra en toda la Cornisa Cantábrica– en diez años no habría salmones”, añade.

Compartir el artículo

stats