Oviedo, A. VILLACORTA

Gustavo Bueno libró ayer una batalla dialéctica con el escritor Abel Paz -seudónimo de Diego Camacho-, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. El filósofo materialista y el escritor libertario habían sido citados junto al presidente de la Fundación Isidoro Acevedo, José María Laso, por el Nódulo Materialista para analizar la guerra civil española con 70 años de perspectiva. «Tres viejos contando la guerra», resumió Bueno.

Laso, el más conciliador, dedicó su exposición a detallar los orígenes del Ejército Popular de la República. De la participación del Partido Comunista en la guerra dijo que fue «un ejemplo de disciplina y heroísmo». Destacó su papel en la conformación de «una gran milicia popular antifascista», de la que subrayó el empleo de «mandos que iban surgiendo del pueblo como Enrique Líster», junto a «militares de carrera leales al pueblo», una «eficaz organización de cuadros» que posibilitó avances como el del Ebro. «Las fuerzas rebeldes tardaron tres meses en reconquistar esa zona a costa de una sangría», Además, incidió en que «el PCE defendió la unión de todas las fuerzas antifranquistas, especialmente con el Gobierno de Negrín».

Paz fue esquemático en su defensa: «Una de las fuerzas más importantes en la lucha contra los golpistas, Franco y compañía, fue el anarquismo», empezó, para denunciar que, sin embargo, los anarquistas son los grandes olvidados de la contienda. «¿Cómo se puede recuperar la historia cuando los principales actores no cuentan?», preguntó. En su opinión, «el golpe significó un atraso de al menos dos siglos en la historia de España». Para él, «la guerra no fue una guerra, sino una lucha de clases: los ricos -los militares, los curas, los terratenientes, los burgueses- contra los pobres, los que intentaron llenar la República de contenido social, hacerla realmente una cosa pública».

«La derecha siempre significará en España la parte más retrógrada y analfabeta; una cuestión que no es de títulos, sino de inteligencia», señaló. «Y la derecha es lo que la impide avanzar. El periódico de hoy dice que hay tres millones de mayores que viven con menos de 300 euros, que no pueden comer, y nadie se preocupa de eso porque no ha habido una transición, sino un continuismo. Del franquismo a la actualidad. La gente sigue pensando igual que hace 40 años. Son las huellas de la guerra».

Cuando llegó el turno de Bueno, le achacó al anarquista: «Es imposible prescindir de la filosofía si no queremos hacer un discurso totalmente fáctico». Por esa misma razón, el filósofo rechazó el concepto «memoria histórica»: «La memoria histórica es una aberración, una ocurrencia personal del canciller Bacon, algo biográfico, una metáfora, algo completamente sesgado. Tiene un valor nulo más allá del psicológico. También», afirmó, «prescindiría de una perspectiva jurídica, legalista. Decir que Franco fue un golpista que trastocó la legalidad republicana no tiene sentido».

«¿Pero es verdad o no?», le interrumpió entonces Paz. «Ni es verdad ni es falso. No tiene sentido. Se puede contrastar cuando se produce una conculcación de un orden jurídico, pero las leyes tienen sus interpretaciones», respondió Bueno. Son cosas de abogados». «¿Cómo de abogados?», volvió a la carga Paz. «Usted se tiene que callar cuando yo hablo», se enfureció Bueno, que rechazó incluso debatir desde un punto de vista ético: «Los derechos humanos se utilizan como único criterio cuando provienen de la Declaración del 48, cuando no se sabía ni lo que eran. Invocar los derechos humanos para juzgar una cuestión histórica es algo muy peligroso», dijo. Puso como ejemplo a Pinochet y explicó cómo en Francia se critica a Napoleón por genocida pero no a Carlomagno. «También habría que eliminar a Alejandro Magno o a César. Nos quedaríamos sin historia. La República fue algo que no llegó a cuajar, no una cosa idílica. Franco frenó la tendencia hacia la instauración de un estado libertario mediante una guerra donde le correspondió el trabajo sucio de acumulación capitalista. Puso a España en el décimo puesto del mundo y el mismo Churchill reconoció que con Franco se vivía mejor y con muchas más libertades que en Polonia».

«Usted está contando chistes. Yo he venido aquí a hablar de la guerra y no a escuchar una conferencia suya», zanjó Paz, quien lo llevó a los orígenes y le recordó los fusilamientos de los capitanes Galán y García, el 14 de diciembre de 1930, dos días después de proclamar la República en Jaca.

«Bien fusilados estaban. Cuando se rebelaron contra la Monarquía, sabían a lo que se exponían», replicó Bueno. Los asistentes al acto aplaudieron a Paz. «Eso, todos contra el malo», resumió el filósofo materialista.