Oviedo,

Ángel FIDALGO

La asociación de lagareros de Asturias continúa logrando apoyos en su lucha contra el anteproyecto de ley del alcohol, que tanto el Gobierno regional como el sector consideran que puede afectar negativamente a la promoción de la sidra, e incluso a su uso en festejos tradicionales como las romerías o las espichas.

Izquierda Unida mostró ayer su respaldo a los lagareros en una reunión celebrada en Oviedo entre Eloy Cortina, representante de los lagareros, y el coordinador de la coalición, Jesús Iglesias, que calificó de «fundamentalismo o talibanismo» la forma con la que se pretende desde el Gobierno de la nación luchar contra el consumo de alcohol de los menores. Iglesias afirmó que aunque no se puede hacer «apología» de la ingesta de alcohol, tampoco se puede luchar contra él a «cualquier precio», aunque afirmó que es necesario buscar medidas para frenar el consumo entre los menores.

Un ejemplo singular de lo que supondría la aprobación del polémico proyecto de ley es el relativo al consumo en familia de esta bebida. Un ejemplo. Si unos padres ofrecen a un hijo menor de 17 años de edad una copa de sidra espumosa en una boda o celebración, un gesto que hasta ahora entraría dentro de la legalidad vigente y que incluso se puede considerar hasta habitual en determinadas ocasiones, tras la aprobación del anteproyecto de ley el progenitor se arriesgaría a multas desde 10.001 a 600.000 euros. La nueva norma pretende aumentar la edad para el consumo de bebidas alcohólicas de 16 a 18 años. El artículo 11 del borrador así lo estipula, lo que añade preocupación a los lagareros asturianos, que así lo hacen constar en un informe elaborado sobre el polémico anteproyecto.

¿Bolos y sidra?

El artículo 13 prohíbe la venta ambulante de bebidas alcohólicas, lo que también hace que los lagareros se formulen numerosas preguntas a las que, por el momento, nadie les sabe dar respuesta.

Así, se ignora lo que puede ocurrir con los restaurantes de las escuelas de hostelería e instalaciones similares. Además, la asociación de lagareros dice «no comprender ni compartir» la prohibición relativa a clubes deportivos, recreativos o las instalaciones de esparcimiento. «Ya no se podrá echar una partida a los bolos tomando una botella de sidra, ni se podrá tomar un aperitivo o acompañar una comida con sidra o vino en los clubes de golf, tenis o en cualquiera de las miles asociaciones e instalaciones deportivas que abundan en este país», advierten los lagareros.

Respecto a la publicidad, otro de los caballos de batalla, sostienen los lagareros que hay estudios que atribuyen una escasa repercusión en el consumo juvenil a la publicidad de la bebidas alcohólicas. Y como ejemplos señalan que el «calimocho no se publicita y es una de las bebidas más consumidas en los botellones».

Alegaciones

Por su parte, la consejera de Medio Rural y Pesca, Servanda García, se mostró ayer convencida de que saldrán adelante las alegaciones que esta semana presentará el Gobierno asturiano ante el Ministerio de Sanidad. También se mostró partidaria de «no castigar al adulto que quiere consumir alcohol», pues estima que «hay contradicciones o que en el borrador se contemplan cuestiones que pueden poner en peligro al sector», en alusión a la promoción de la sidra y del vino de Cangas, aunque admitió que el problema existe «con menores, e incluso niños de 11 o 12 años, que consumen alcohol», por lo que insistió en que «la labor y el deber de la Administración es protegerlos de ese consumo».

Servanda García subrayó que se deben proteger la sidra y el vino de la tierra de Cangas «porque ambos productos están necesitados de una promoción fuera de la región, y en ambos casos hay denominación de origen».

Por otra parte, en los plenos de la Junta General del Principado que se celebran los próximos jueves y viernes se debatirá una iniciativa del PP en la que se reclama la retirada del borrador de la ley por entender que es lesivo para el futuro de la sidra asturiana.

Oviedo

María José IGLESIAS

«El movimiento de julio de 1936 no hubiese tenido éxito en España sin el apoyo de países extranjeros como Alemania, Italia o Portugal». Así lo indicó ayer en el Club PrensaAsturiana de LA NUEVA ESPAÑA José Luis García Rúa, ex dirigente de la CNT, durante el coloquio titulado «El franquismo a debate», realizado en colaboración con la asociación Nódulo Materialista. El acto, presentado y moderado por Tomás García López, secretario de Nódulo Materialista, fue atentamente seguido por el público, que abarrotó el Club Prensa.

García Rúa explicó el origen del franquismo como traducción del fascismo italiano y alemán en España. En su opinión, una de las causas que alentaron el movimiento fue la necesidad de la pequeña y mediana burguesía de elegir un camino político que sirviese de cortafuego al gran incendio que avivaba el proletariado. Además, el fascismo en España también intentó atraer a una parte del movimiento obrero haciendo ciertas concesiones que se encuentran en la doctrina falangista. García Rúa indicó que el tipo de fascismo que se desarrolló tanto en Alemania como en Italia y en España fue más fuerte a medida que lo era la burguesía de esos países.

España no se caracterizó precisamente por contar con una clase burguesa sólida, derivada del propio concepto del trabajo que existía: «En España trabajaba el que no sabía hacer otra cosa; el trabajo era un valor depreciado», añadió el ponente, que repitió las palabras de Ortega, que definió el fascismo como un movimiento pequeño burgués. Señaló que el fascismo en España no tuvo la intensidad de Italia o Alemania porque, según García Rúa, otras fuerzas hacían sombra al movimiento falangista. Por su parte, Emilio Huerta, «Triqui», ex secretario general de Comisiones Obreras y ex miembro del comité central del Partido Comunista de España (PCE), habló del papel jugado por el sindicato durante el franquismo. Aludió a datos del Tribunal de Orden Público de la época para señalar que de 9.000 condenados entre los años 1963 y 1977, el 95 por ciento eran miembros de Comisiones Obreras, y una mayoría del Partido Comunista. Distinguió tres décadas en la historia de las Comisiones Obreras: la de los cincuenta, con el nacimiento; la de los sesenta, en la que se convierten en movimiento organizado, y los setenta, cuando ya son central sindical.