Francisco Álvarez-Cascos hizo unas declaraciones sonadas semanas antes de las elecciones generales de marzo. Fue cuando expresó su reticencia a que los alcaldes formasen parte de las listas al Congreso.

Justo por aquellos días se debatían los pros y contras de que Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, ocupase un puesto de relumbre en la candidatura por Madrid. Y también se supo, por una noticia publicada por LA NUEVA ESPAÑA, que Gabino de Lorenzo estaba dispuesto a liderar la lista asturiana.

Como es casi marca de la casa, Álvarez-Cascos no hizo referencias personales. Él reflexionaba sobre el modelo de partido. Durante su mandato al frente de la secretaría general del partido -responsabilidad que desempeñó con tal firmeza que se ganó el apodo de «general secretario»-, el PP procuró reducir el número de alcaldes en las listas al Congreso: «un hombre, un cargo», venía a ser el lema. Así se evitaba la acumulación de responsabilidades en una persona y, de paso, también se evitaban problemas colaterales, como celos y supuestos agravios territoriales.

Por descontado, aquellas manifestaciones de Álvarez-Cascos no sentaron nada bien a De Lorenzo ni a sus colaboradores. Indirectamente, el ex ministro se había convertido en uno de los pocos dirigentes regionales que no se había sumado a la ola de adhesiones a la irrupción electoral del Alcalde.

Aquel episodio, causa de algunos lances de la campaña, fue el más reciente, pero no el único en el que Cascos invocó el modelo y los principios del partido. También lo hizo a la hora de evaluar el resultado del congreso que asentó en la presidencia del PP gijonés a Pilar Fernández Pardo o cuando decidió darse de baja como afiliado en Asturias para trasladar su ficha a Madrid. Fuentes anónimas del PP gijonés habían cuestionado la idoneidad de Mercedes Fernández para formar parte de la Sindicatura de Cuentas por haber sido delegada del Gobierno en Asturias durante el 11-M. Algunos afines a Cascos culparon directamente a Fernández Pardo.

Cascos, que nunca se ha distinguido por hacer la ola a Rajoy, acuñó otra frase célebre en el PP asturiano. La pronunció a propósito del enfrentamiento con Sergio Marqués, entonces presidente del Principado. «Prefiero partido sin Gobierno que Gobierno sin partido», aseguró. Ahora vuelve a demostrar que, siempre que sea con su modelo de partido a cuestas, no le importa mojarse. Aunque sea para nadar contra corriente.