En USA el Tribunal Supremo ha declarado legal la ejecución mediante inyección letal, pues no se ha demostrado que provoque más sufrimiento del justo para morir. Estas sutilezas definen muy bien el sistema legal americano, y también su sistema de valores. Poca gente protesta allí frente a la pena de muerte, pero se puede montar un gran lío sobre la forma de matar. En realidad, la manera más rápida, infalible y quizá menos dolorosa es la decapitación, a ser posible por guillotina, para evitar el riesgo del mal pulso del verdugo. La decapitación tiene mala prensa, más que nada por razones estéticas y de presentación. Esos buenos americanos que asisten sin pestañear a la muerte del condenado a inyección o a silla, y notan reconfortado así su sentido de la justicia, no verían impertérritos la cabeza rodando y que los mira. Y si esa serena América desfallece todo se vendría abajo.