Oviedo, Alejandro ÁLVAREZ

Estela Barnes de Carlotto, (Buenos Aires, 1930), es la presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Estela era una ama de casa sin ninguna actividad pública, con cuatro hijos, cuando en marzo de 1976, un golpe de Estado de las Fuerzas Armadas desalojó al Gobierno constitucional argentino, y una política de «terror» y «avasallamiento» de los derechos humanos se instaló en el poder.

-¿Como vivió el inicio de la dictadura?

-Fue terrible. En pocos años, aquella política desembocó en una espiral de violencia oculta y silenciosa que asesinó y secuestró a más de 30.000 ciudadanos de toda edad y condición social.

-Entre los desaparecidos estaba una hija suya, Laura.

-Embarazada de tres meses. Hice gestiones para su liberación, llegué a entrevistarme con el general Reynaldo Bignone, quien más tarde sería presidente de facto elegido por la cuarta junta militar de la dictadura. Bignone me quitó toda esperanza de que mi hija permaneciera con vida y meses más tarde, el 25 de agosto de 1978, me fue entregado su cadáver.

-¿Qué hizo entonces?

-Comencé a buscar a mi nieto y a los demás niños secuestrados por las fuerzas militares.

-¿Como nació Abuelas de Plaza de Mayo?

-A raíz de las primeras desapariciones, en el año 1976, nada más comenzar la dictadura de Videla. Las mujeres comenzaron a salir a la calle a preguntar por sus familiares. Querian saber donde estaban sus hijos.

-¿Por qué Plaza de Mayo y no otro nombre?

-Fue un poco el lugar de encuentro. Las mujeres comenzaron a utilizarla como lugar de encuentro y como reclamo ante las autoridades de aquella dictadura.

-¿Cuál fue la reacción del gobierno ante las protestas?

-El silencio, la negación de los hechos y la represión en muchos de los casos. Hubo madres secuestradas y desaparecidas cuyos restos se han identificado hace muy poco tiempo. Nos humillaban y nos avergonzaban públicamente. En ese momento ya no eran solo las madres las que exigían una respuesta, sino también las abuelas. Por entonces no nos denominábamos aún Abuelas de Plaza Mayo; éramos tan sólo un grupo de mujeres desesperadas.

-¿Ha reconocido el Estado en algún momento que ocurrieran tales hechos?

-Durante la dictadura, no. Con la llegada de la democracia y el Estado de derecho comenzaron a darse los pasos necesarios hacia el reconocimiento de los hechos y se nos comenzó a respetar. Nunca hemos tenido tanto apoyo institucional como con el gobierno del doctor Néstor Kirchner, que fue quien decidió aclarar los hechos y perseguir a los asesinos para juzgarlos y condenarlos.

-Aquí, en España, se ha creado una Ley de Memoria Histórica para reparar, en la medida de lo posible, lo ocurrido durante la Guerra Civil y el Franquismo.

-Lo sé. Eso nos une aún más a los españoles, a los que nos sentimos tremendamente vinculados. Creo que todos estamos en nuestro derecho de poder recuperar y enterrar a nuestros muertos. Es descorazonador llevar flores a un lugar donde sólo hay tierra.

-¿Han puesto en marcha alguna iniciativa parecida a la Memoria Histórica en Argentina?

-Nunca dejamos de hacerlo. Cada 24 de marzo celebramos el Día de la Memoria. En Argentina hemos recuperado todos los campos de concentración como espacios del recuerdo y de la vergüenza.

-¿Que les queda por hacer a Abuelas de Mayo?

-Muchas cosas. Seguir andando el camino. Algunas, como es mi caso, todavía no hemos tenido la dicha de encontrar a nuestros nietos. No paraemos hasta saber donde están los 30.000 desparacedidos y los 500 bebés y hasta ver entre rejas a todos los responsables de todo lo sucedido.

-¿Hay casos de desaparecidos que han rechazado conocer a sus padres biológicos?

-Muy pocos. Tres mil jóvenes ya han reclamado volver a sus hogares. Esos a los que se refiere usted se resisten por miedo. No saben lo que encontrarán detrás.

-¿Que harán cuando todo esto termine?

-Yo, al igual que la gran mayoría de las abuelas, no lo veré. Espero que Argentina viva en paz y en democracia y que no vuelva a suceder nunca más algo así.

La sede de la Consejería de la Presidencia acogió ayer la presentación de «Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad», un libro que aborda la recuperación de la identidad de los jóvenes desaparecidos durante la dictadura militar argentina. -En la imagen, Claudia Carlotto, Valentín Rúiz y Estela Carlotto, durante un momento del acto.-

«La dictadura desembocó en una espiral de violencia que costó la vida a 30.000 ciudadanos»

«Los militares secuestraron a mi hija, la asesinaron y me entregaron su cadaver»

«La dictadura lo negó todo y detuvo, encarceló y asesinó a quienes exigieron respuestas»

«La Ley de Memoria Histórica nos une más a los españoles, a los que nos sentimos muy vinculados»

«Hay jóvenes que, por miedo, rechazan conocer a sus padres biológicos»