Gijón, J. M. CEINOS

El historiador gijonés Francisco Carantoña Álvarez sostuvo ayer, en el transcurso de una conferencia que pronunció en el Centro de Cultura Antiguo Instituto, titulada «El legado estandarte de la libertad. Gijón y Asturias en el levantamiento de 1808», que precisamente ese levantamiento que dio origen a la guerra de la Independencia puede basarse, entre sus causas, en «la idea de la nación que resiste», es decir, «un primer movimiento nacionalista» varias décadas antes de que en Europa triunfase la idea de Estado-nación, especialmente con los procesos revolucionarios de 1848.

Organizada por el Ayuntamiento de Gijón y el Ateneo Republicano, la de ayer fue la primera de las dos conferencias que versarán sobre los sucesos ocurridos en Gijón y en Asturias en mayo de 1808, al calor de lo sucedido el 2 de mayo en Madrid. La segunda conferencia se celebrará hoy, también en el Antiguo Instituto, y estará a cargo del abogado y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA Francisco Prendes Quirós, que ayer fue el introductor de Francisco Carantoña Álvarez.

Prendes Quirós, en su intervención, destacó que los sucesos de mayo de 1808 y la posterior lucha del pueblo español por «su libertad» no cristalizaron tras acabar la contienda contra los franceses, por lo que «España volvió a estar bajo el trono y el altar». En este sentido, no dejó escapar la ocasión el abogado republicano para criticar los «funerales de Estado» que se oficiarán esta semana en la catedral de la Almudena, en Madrid, en memoria del ex presidente del Gobierno recientemente fallecido Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo: «Me asombra que el Estado se ponga de rodillas en la Almudena», afirmó Prendes Quirós, «en un Estado aconfesional».

Por su parte, Carantoña Álvarez, tras repasar (en casi una hora y media de intervención) los antecedentes que desembocaron en el levantamiento contra Napoleón Bonaparte, aseguró que los sucesos ocurridos el 5 de mayo de 1808 en Gijón contra al cónsul francés, como los del 9 de mayo en Oviedo y en Gijón, fueron «espontáneos», tras conocerse, a través del Correo, lo que había acontecido el 2 de mayo en Madrid, «en los que murieron 48 asturianos».

No sucedió lo mismo, prosiguió Francisco Carantoña Álvarez, que es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de León, el 24 y el 25 de mayo, cuando la Junta General del Principado decidió declarar la guerra a Napoleón. Entonces, señaló el historiador, «estaba preparado».

También quiso dejar claro el historiador que una mínima parte de la población española apoyó a Napoleón, el emperador de Francia entonces dueño de prácticamente toda Europa, que «nunca tuvo la motivación de la regeneración de España», una regeneración que estuvo en manos de las Cortes de Cádiz y de la Constitución de 1812, abolida por el absolutista Fernando VII.