Despechado por la humillación tras las elecciones, cuando la buitrera del PP pretendía jubilarle casi en la noche electoral, Rajoy ha emprendido una poda a fondo. El resultado es una incógnita. Resulta imposible saber si, eliminadas las ramas viejas, surgirá una fronda renovada, empujada por la savia, o si el clareamiento de la copa dejará ver otras ramas más vetustas y rancias aún, que también habrá que cortar, y así hasta llegar al mero tronco. ¿Puede suceder incluso que la poda acabe en tala? Cabe también que tantas ramas cortadas, reacias a la jubilación, rebroten en la tierra y formen una masa forestal que termine ahogando al furioso leñador. La tarea de podador es la más difícil del político y en la que corre mayor riesgo. Rajoy debería pedir una entrevista secreta a Zapatero y, mirándole a los ojos, decirle suplicante: «De capador a capador, ¿tú cómo lo hiciste?».