Eurovisión fue la expresión de un orden. Un orden dual, sí, con una Europa a cada lado del muro de Berlín, pero orden al fin. Desde el punto de vista de aquel orden, la Europa actual, y el actual Festival, es un caos. Un caos no es desorden en sí, sino desorden respecto de un orden anterior, y perdón por el engorro. Quiero decir que un caos es otra forma de orden, pero aún no reconocido como tal. El orden actual, fruto de las fusiones étnicas, sociales, sexuales y culturales de hoy, es la mezcla. Los últimos chismes tecnológicos tienen una mezcla de usos: telefonía, mensajería, imagen, música, juego, etcétera. El comercio al alza es el que vende de todo, y mezclado. Incluso en un banco puedes comprar desde un seguro a un teléfono móvil, y salir con una vajilla. Es la cultura del zoco, del gran bazar. El envío a Eurovisión de un humorista-actor-cantante con diseño de cómic va muy a tono.