Lo que hoy define los distintos modelos de democracia es la relación entre los dos grandes poderes, o sea, el Gobierno y los medios de comunicación. En Italia el jefe del Gobierno es el dueño del mayor grupo de medios: un caso de Gobierno mediático. En Rusia el control estatal es casi completo, y asfixia la democracia. En Francia Sarkozy, que se cree víctima de los ataques de la prensa (en realidad lo es de su propia insensatez), amenaza con aumentar el control. En España reina un bipartidismo político-mediático, o más bien mediático-político. De estas varias químicas salen los distintos modelos. Como en tantas y tantas cosas, para aprender democracia hay que mirar al otro lado del Atlántico, hacia el Norte. Pero hay que mirar mucho, y con afán de aprender, pues una prensa libre, libre incluso de su propia pasión de poder, tarda tanto tiempo en nacer como un buen césped.