La fórmula es más vieja que la tos: se crea caos e inestabilidad y luego un salvador pone fin a la inestabilidad y el caos. La experiencia enseña que este método es el modo más eficaz de acabar con un poder. La lenta crucifixión de Rajoy pasará a la historia como una secuencia técnica o de detalle de la fórmula, aplicada a la lucha en un partido. Tiene más razón que un santo el acosado gallego cuando pide que si hay otro candidato salga y dé la cara, pero en el libreto de esta obra el candidato sólo llega en el último momento y en plan salvador. O sea: su aparición en escena es como elefante blanco (recuerden, el que iba a llegar al Congreso para poner orden en el caos, el 23-F). En realidad el PP no tiene hoy por hoy otro candidato mejor, y por eso la entrada del elefante blanco requiere, de forma inexcusable, que antes salga de escena Rajoy, o que los camilleros retiren sus despojos.