Gijón, J. MORÁN

«Fui, y soy, un periodista que de joven quiso ser ingeniero de caminos, canales y puertos, porque sonaba muy grande, pero mis padres no tenían recursos para darme esos estudios. Fui periodista, pero me tocó entrar en la política activa durante la República, para luchar contra el fascismo, y ése ha sido el gran objetivo de mi vida, porque, además, en España, se prolongó el franquismo muchos años. Después de todos esos años, no tengo nada de que arrepentirme, porque, en política, eso del arrepentimiento no tiene ningún valor. La política no es la religión. En política, lo que hay son errores, no pecados. No considero haber cometido ningún pecado en política; errores, sí, pero no fundamentales».

Ésta es la síntesis vital a la que Santiago Carrillo (Gijón, 1915) ha llegado a sus 93 años, y que describió a LA NUEVA ESPAÑA en su domicilio madrileño, al tiempo que recogía algunos de los episodios más significativos de su vida, desde la guerra civil hasta su contribución a la transición española. Dentro de lo que él considera su actividad periodística del presente, sí inscribe su último libro publicado: «Dolores Ibárruri, Pasionaria: una fuerza de la naturaleza».

l Pasionaria, un punto de apoyo. «Durante la guerra civil. Pasionaria permanece en Madrid prácticamente todo el tiempo, y es un sostén, no sólo para mí, sino para toda la defensa de Madrid. Tenía una gran influencia popular y sus discursos, sus visitas al frente, sus intervenciones públicas contribuyeron sin duda de una manera muy importante a la defensa de Madrid. Pasionaria ha sido un motivo de inspiración política, una maestra, una camarada y un sostén muy sólido a la política eurocomunista que yo defendí. Comencé a trabajar con ella al iniciarse la guerra, cuando ingresé en el Partido Comunista (PC), porque a los pocos meses de ingresar me eligieron ya para el comité central y el buró político. Después, en el período de la clandestinidad, hemos estado trabajando juntos prácticamente desde el año 1945, cuando ella regresa a París desde Moscú, y, a partir de ahí, el contacto fue diario, cordial, estupendo, y no hemos cesado en la colaboración prácticamente hasta que yo dejé la secretaría general del PC».

l Pasionaria y Asturias. «Pasionaria, en el período de la guerra y de la clandestinidad, es el sostén más firme de la unidad del partido. Pero vuelve a España muy tarde, cuando es muy mayor. Franco tardó demasiado en morir y ella no está ya en condiciones de mantener una actividad política de primera línea. En 1977, es elegida diputada por Asturias, recordando que lo había sido ya en el año 1936, porque ella jugó un gran papel de solidaridad con los hijos de los mineros presos después de la Revolución de Octubre de 1934. Pero, en 1977, Pasionaria no está en condiciones de ser activa como diputada y en el PC de Asturias surge, efectivamente, la opinión de que ellos necesitan un diputado que conviva con ellos, que trabaje con ellos, y siga muy atenta y cotidianamente la situación en la región. Es entonces cuando, en las segundas elecciones, Pasionaria deja la plaza a Horacio Fernández Inguanzo, "El Paisano"».

l El paso hacia la reconciliación nacional. «Los primeros grandes problemas personales que yo tuve en el PC fueron en el momento en el que la ONU acepta el ingreso de España. Ahí se produce una ruptura de opiniones en la dirección del partido. Coincidía con los días en los que la mayor parte de los dirigentes del partido estaban reunidos en Bucarest, con Pasionaria, festejando su cumpleaños. En París, habíamos quedado de guardia yo y Manuel Delicado. En Bucarest redactan una resolución condenando la entrada de España en la ONU sobre la base del mantenimiento de la legitimidad de la República. Esto pasaba en 1956, muchos años después de perdida la guerra, y cuando el Gobierno de la República ni existía, salvo un pequeño grupo de gente en París que se había puesto esa denominación. Recibo el documento de Bucarest, con el que no estoy de acuerdo, y redacto un artículo en "Mundo Obrero", porque aquello era una falta de disciplina. En el artículo muestro otra posición, favorable a esa entrada. Aquel artículo es el punto de partida de la política de reconciliación nacional que propugné después».

l Fraga, presentador de Carrillo en el Club Siglo XXI. «Se ha hablado estos días de cuando Fraga me presentó en el Club Siglo XXI. Aquello fue la entrada del PC en sociedad. El Club Siglo XXI, por intervención muy elevada, decide invitarme a una conferencia. Varios dirigentes del club, algunos militares, dimiten, y entonces Fraga se presta a ser el presentador de la conferencia, después de convenirlo con un militar muy próximo al Rey. Aquello ayudo al PC, que acababa de ser legalizado. Fue una de las conferencias que más público ha reunido en el Siglo XXI».

l Las renuncias del PC durante la transición y su debilitamiento posterior. «Al PC no le debilitaron las renuncias de la transición, que yo llamaría, en todo caso, concesiones políticas. Los que en ese tiempo renunciaron de verdad a algo fueron el Rey y los reformistas del franquismo, que tenían el poder omnímodo y aceptaron devolvérselo a los españoles. Los comunistas no teníamos nada a qué renunciar. Éramos un partido perseguido, o en la cárcel, o en el exilio, en la clandestinidad... Y tampoco hubo renuncias a la ideología. Pero gracias a las concesiones se llegó a realizar la transición. Lo que debilitó al PC, como a todos los partidos comunistas, fue el hundimiento y fracaso del bloque soviético. Lo que sí sucedió después es que los elementos prosoviéticos que había en el partido consiguieron que, al desplazarme a mí, el PC renunciase a reivindicar uno de los valores políticos más grandes: haber sido uno de los principales creadores del sistema democrático en España. El partido renunció a reivindicar esa contribución a la política española, que hubiera ayudado después al PC a no pagar tanto precio por el fracaso soviético y a mantener su prestigio político. Pero los elementos prosoviéticos terminaron imponiendo la visión y el criterio de que el Partido Comunista había renunciado a demasiadas cosas durante la transición,

l Sus sucesores asturianos al frente del PC: Gerardo Iglesias y Gaspar Llamazares. «A Gaspar Llamazares le veo bien. Es un hombre de buen sentido, con criterios políticos, muy razonables, serio, que está luchando por mantener a Izquierda Unida como una fuerza a la izquierda del PSOE. Gaspar y Rosa Aguilar son personas muy válidas. No veo qué porvenir va a tener IU si Llamazares sale de la coordinación. Por lo que respecta al otro asturiano, no creo que Gerardo Iglesias haya hecho grandes méritos en el período en que fue secretario general del PC. Tengo noticia de que en el presente está enfermo y lo siento, pero su gestión no fue precisamente notable».