Oviedo, Idoya RONZÓN

En unas semanas se emitirá el último DNI con formato «antiguo». Dicho de otro modo: antes de que finalice el año, todos los documentos nacionales de identidad serán electrónicos, con un pequeño circuito integrado (chip) que permite, entre otras cosas, firmar digitalmente documentos electrónicos, otorgándoles validez jurídica. Este sistema comenzó a implantarse en Asturias hace dos años y, desde el 7 de octubre pasado, equipos móviles rurales del Cuerpo Nacional de Policía se desplazan a los municipios asturianos que no disponen de oficinas para su tramitación o incluso a los domicilios de las personas que -por causa justificada- no puedan acudir a las dependencias de expedición. Se pone fin así a una etapa de la historia del documento, desde su creación en marzo de 1944. Ésta es su «biografía», repleta de curiosidades.

Juan Carlos I tiene el número diez en su carné. Al crearse el documento, el uno se reservó para el entonces jefe del Estado, Francisco Franco. La Familia Real «ocupa» hasta el número 99, a excepción del trece, que se anuló por superstición. El Príncipe Felipe tiene el quince, según fuentes del Cuerpo Nacional de Policía.

Desde su creación, el DNI se ha vestido de muchas formas y de muchos colores: verde, azul, rojo... Su historia se remonta al descubrimiento de América: los marineros que iban y venían llevaban consigo lo que se llamó la «cédula de composición», que daba fe de sus identidades. No obstante, su verdadero origen se sitúa en el siglo XIX, cuando, en 1824, Fernando VII creó la Policía y le dio autoridad para crear padrones que incluyeran «edad, sexo, estado, profesión y naturaleza del vecindario». Así, comenzaron a crearse cédulas de identidad, antecedentes directos del DNI. No tenían foto, aunque incluían señas personales de su propietario, como la estatura, el color del pelo y de la piel, de los ojos y hasta la forma de la cara. Era obligatorio para todo mayor de 16 años y viudas o solteras cabezas de familia. Costaba cuatro reales. La picaresca se frotaba las manos.

La Guerra Civil hizo necesaria la creación de un nuevo DNI, que se puso en marcha a través de un decreto en 1944. Fue Franco quien tuvo la iniciativa (en 1946 se llegó incluso a convocar un concurso, con un premio de 30.000 pesetas, para quien diseñara el mejor modelo de DNI). En 1951, el generalísimo tuvo su documento. El número uno de todo el Estado, con el escudo del águila imperial. El segundo lo llevaba su mujer, Carmen Polo. Para su hija Carmen Franco fue el tres. Del cuarto al noveno quedaron vacantes. Volviendo a la Familia Real, tras el Rey, se encuentra la Reina doña Sofía, con el once. El doce lo luce la Infanta Elena y, el catorce (saltando el trece), Cristina. En la variante del carné de 1981 se incluyó el escudo constitucional.

El documento se fue haciendo obligatorio: primero, para los presos: después, para los que estaban en libertad vigilada. A éstos le siguieron los hombres que cambiaran mucho de domicilio, los varones residentes en ciudades de más de 100.000 habitantes... y así sucesivamente. ¿El principal problema? que el carné incluía una casilla para clasificar al ciudadano por su estatus económico. Esto, tan arcaico a la vista, se mantuvo hasta 1981.

La primera capital de provincia donde se expidió el DNI fue Zaragoza. Después Valencia. En los agentes que tramitaban antaño los documentos se encuentran los antecedentes de los actuales equipos móviles: los encargados de la expedición se desplazaban a los lugares en burros, visitando cárceles, personas impedidas, hospitales... Llenaban las alforjas de los animales con plumas, bolígrafos, botes de tinta y pletinas para imprimir. Para realizar su trabajo, concertaban una cita previa con el Alcalde, que comunicaba a los ciudadanos la llegada del «equipo». Hasta 1962, el DNI se entregaba también a los extranjeros residentes en España. Desde esa fecha, es exclusivo para los nacionales.

En torno al DNI giran varias leyendas. La primera, sobre los dígitos, se desploma con los datos: nadie lleva en su carné el «número de un muerto». Cada persona ostenta su número y éste «muere» con ella. Y otra leyenda, quizá la más extendida de todas, también falsa: el DNI no refleja, en ningún sitio, la cantidad de personas que se llaman exactamente igual que uno. Un «misterioso» número que aparece en el lado contrario a la fotografía es sólo un dígito de control, nada más, sin «fantasmas».

Desde la puesta en marcha del DNI electrónico, hace dos años, se han expedido en Asturias un total de 238.982 documentos.