Se extiende el temor al crecimiento de la burbuja financiera pública con la que los estados han absorbido la privada, evitando que estallase y nos pringara a todos. En el fondo la burbuja financiera pública funciona como un intermediario, una especie de asentador, para endosar al contribuyente de forma ordenada el coste de la crisis. El problema es que esto tiene coste político, y además mengua el bolsillo del consumidor, con lo cual no llega aire bastante a los pulmones de la economía. Más o menos así está la cosa. ¿Cómo inyectar oxígeno al sistema, para darle empuje y aumentar la recaudación sin apretar con los impuestos? Hay quien dice que la única solución es una nueva burbuja. Las vida misma funciona así, vamos de burbuja en burbuja, corriendo delante del toro de la depresión, calle de la Estafeta abajo, y cuando logramos esquivar el asta notamos el subidón.