Gijón, J. M.

Pese a los elogios de Obama o a las visitas al AVE español del rey Carlos Gustavo de Suecia o del secretario de Transporte de EE UU, Ray LaHood, en la Alta Velocidad europea sigue mandando Francia. Con un tope legal de 320 kilómetros por hora, los TGV franceses son capaces de alcanzar una velocidad comercial de 280 kilómetros por hora en la relación Lorraine-Champagne o de 260 en la de Valence a Avignon. Son las velocidades medias más altas del mundo, seguidas de cerca por las japonesas y las taiwanesas. Si se considera Alta Velocidad a una marcha superior a los 200 kilómetros por hora (según el criterio que emana de la directiva 96/48 de la UE), el pelotón de cabeza lo ocupan Francia, Bélgica y Alemania. A continuación, viene España, pero justo en la frontera con los países cuya velocidad comercial es inferior a 200 kilómetros por hora. El Reino Unido y Suecia cuentan con trenes cuya media máxima es de 173 kilómetros por hora; Italia, 170, y Finlandia, 159. Fuera de Europa, China cuenta con trenes a 198 kilómetros por hora y Corea del Sur, a 194.