Oviedo, Raquel L. MURIAS

El obispo auxiliar de Oviedo, Raúl Berzosa, no está a favor de que los católicos opten por la incineración como alternativa funeraria cuando fallecen. El motivo: «Va contra de la doctrina de la Iglesia, y sólo se admite por razones de higiene pública o motivos muy especiales», argumenta Berzosa. El Obispo defiende así la doctrina de Roma, que acaba de anunciar que elaborar una directiva sobre ritos funerarios acordes al catolicismo. Berzosa reconoce que «aumentan las incineraciones» -la cifra de creamaciones ya casi iguala en Asturias a la de enterramientos- pero señala que «la doctrina católica dice que hay que enterrar el cadáver en tierra porque creemos en la resurrección de la carne y porque el cuerpo humano es el templo de Dios».

La Conferencia Episcopal acaba de anunciar que diseñará un código de los ritos funerarios para impedir que se tiren las cenizas de los muertos, al consideralo un acto pagano, y que la urna con los restos se lleve a casa, lo que se tilda de «fetichismo» y «banalización de la muerte». Más rígido se muestra Berzosa aún con estas costumbres. «¿Qué es eso de esparcir las cenizas de un cristiano en cualquier sitio?», se cuestiona. Berzosa defiende que de llevarse a cabo la cremación, los restos deben llevarse a un cementerio o a un columbario, y se opone de frente a la actitud de los que optan por lanzar las cenizas al mar, por ejemplo. «Nosotros tenemos un gran respeto al cuerpo y por eso cuando procedemos al rito le echamos agua bendita e incienso», argumenta.

Sin embargo, no todos los que representan a la Iglesia católica en Asturias se posicionan de lado de la Conferencia Episcopal. Aunque con matices, la mayoría de los párrocos asturianos consultados por LA NUEVA ESPAÑA defienden que las familias puedan esparcir las cenizas de sus difuntos donde les plazca. Lo cierto es que arrojar las cenizas de los muertos en el mar o en otros lugares no constituye delito, y aunque hay comunidades, como Cataluña, donde se recomienda no hacerlo, cada vez son más las personas que optan por incinerar a sus muertos, con lo que también aumenta el número de quienes avientan las cenizas. Desde Funerarias Reunidas explican que el precio de la incineración es igual al de un entierro pero corroboran que «cada año se incinera más».

Según Antonio Domínguez, párroco de Sariego, «la gente normalmente lleva las cenizas de sus familiares a los nichos o a su casa, y sólo en algunas ocasiones optan por arrojarlas al mar o en algún lugar que les resulte emotivo», explica. Domínguez no ve problema alguno en que se esparzan las cenizas de los muertos, «es una cuestión de sentimiento que hay que respetar y creo que la Iglesia debería preocuparse antes de otras cuestiones que de ésta», argumenta el párroco saregano.

José María Bardales, párroco de La Calzada, en Gijón, es contundente ante la postura de la Conferencia Episcopal. «La resurrección no es una cuestión del cuerpo, es una cuestión del alma. Creo que hay que respetar la voluntad de la familia y del fallecido y personalmente me parece muy bonito cuando se lanzan unas cenizas al mar o en un lugar especial para la persona fallecida», concreta el párroco de La Calzada.

Pero no todos los párrocos se muestran claramente a favor de que se esparzan las cenizas de los fallecidos. «Aunque no lo prohibiría», matiza de antemano el sacerdote Javier Gómez Cuesta, de la parroquia de San Pedro, en Gijón, «no me gusta», concreta. Gómez Cuesta explica que «yo no soy partidario de la cremación porque el cuerpo siempre supone un recuerdo y un lugar en donde los seres queridos pueden ir a recordar a la persona fallecida», matiza.

«La incineración va en contra de la doctrina de la Iglesia católica»

Raúl Berzosa

Obispo auxiliar de Oviedo

«La resurrección es una cuestión del alma, respeto la voluntad de las familias»

José María Bardales

Párroco en La Calzada, en Gijón

«No soy partidario de la cremación porque el cuerpo siempre supone un recuerdo»

Javier Gómez Cuesta

Párroco de San Pedro, en Gijón

Datos

Morgue asturiana en 2008

El Príncipado tuvo la tasa más alta de mortalidad.

La media regional se situó en 11,75, la nacional en 8,57.

El 43% de los fallecidos en la región optaron por la cremación.

En España, la tasa de incineración fue del 30%.

La postura del clero

La Conferencia Episcopal italiana quiere prohibir que se esparzan las cenizas de los muertos.

La mayoría de párrocos asturianos defiende la libertad de las familias para aventar los restos.

El obispo auxiliar de Oviedo rechaza la incineración.