Cuenta una de esas estadísticas imposibles de verificación, pero que hacen inevitable fortuna, que cada trabajador español con acceso a internet en su puesto laboral pierde una media de 75 minutos diarios en juegos y demás visionados lúdicos en la red. Mejor no entrar en detalles al respecto.

Setenta y cinco minutos al día. Echemos cuentas. En un año con, pongamos, 200 días laborales, la navegación improductiva a lo largo y ancho de la red suma 15.000 minutos anuales, unas 250 horas de nada, y unas 30 jornadas laborales que se van por el desagüe. Una sangría, aunque en muchos casos la alternativa laboral a andar dando vueltas por internet es cero. Si uno no tiene nada, pero nada que hacer en sus ocho horas al pie del tajo, pues que se divierta el pobre, que la jornada se hace larga larguísima.

Pero lo digital ha llegado a la escuela de la mano del padre nacional Ángel Gabilondo y del padre regional, consejero Riopedre, y hay algunos que en clase no han perdido el tiempo. Ayer, José Luis Iglesias Riopedre celebró en el colegio La Gesta II, en Oviedo, la llegada de la primera remesa de ordenadores portátiles para las clases asturianas de quinto de Primaria. Y mientras la profesora explicaba en la pizarra digital la ubicación de las provincias españolas sobre un mapa mudo había algún escolar que experimentaba sensaciones menos académicas enfrentándose a un «solitario spider», que es una forma más o menos evasiva de montarse un recreo digital en plena clase de Conocimiento del Medio. Así cualquiera.