Oviedo,

María José IGLESIAS

La granja Fall Creek, un gigantesco vivero de arándanos de 50 hectáreas en Willamette Valley (Oregón, EE UU) -considerado el mayor del mundo, con una producción anual de 15 millones de plantas- aplicará la primera técnica de injerto para estos arbustos, desarrollada en el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (Serida). El propietario de Fall Creek, David Brazelton, viajó a Villaviciosa hace quince días para conocer la tecnología de primera mano.

El mérito es de Juan Carlos Rubio, técnico del Serida y entusiasta de los arándanos, que desde hace veinte años tiene su propia plantación en Villaviciosa y ha trabajado durante casi cuatro en el desarrollo de una nueva técnica de injertos, que consigue simplificar la sustitución de variedades que se han quedado obsoletas sin que sea necesario arrancar y volver a plantar. Rubio, que ha realizado el trabajo con Guillermo García y Marta Ciordia, explica que su técnica aumenta la productividad de los campos de arándanos y abarata los costes de producción. A nadie, hasta el experimento de Rubio, se le había ocurrido injertar arándanos. Ni siquiera al californiano Brazelton, que hace 30 años se empeñó en crear en Oregón, tierra de origen del pequeño «blueberrie», una plantación de arándanos que fue creciendo hasta pasar a ser un auténtico mar de macetas. Brazelton también conserva una parte dedicada a la producción de fruta.

En Asturias se producen al año unas sesenta toneladas de arándanos. La mayor parte corresponde a la cooperativa Asturianberries, ubicada en Villaviciosa. Y en Asturianberries está el origen del viaje de Brazelton a Asturias. El representante en Europa del «Rey de la planta de arándano» es Antonio Álamo, que trabajó para Hortifrut, socio de Asturianberries, en Huelva. Por sus viajes a la región, Álamo se hizo amigo de Juan Carlos Rubio y conoció su trabajo. Según comentó a LA NUEVA ESPAÑA, ya llevaba años hablándole a Brazelton de Asturias y de sus potencialidades para cultivar arándanos. «Cada vez que iba a Oregón le enseñaba las fotos de las fincas asturianas y no se creía que era España». La publicación de los trabajos de Rubio coincidió con un viaje del empresario americano a la Feria Alimentaria de Berlín. Álamo le convenció para que viajase a Asturias.

El granjero estadounidense por fin conoció los paisajes que le recuerdan a los de Oregón y a los suyos natales del norte de California. Se ha quedado tan impresionado, que además de aplicar la técnica de injerto en Oregón se ha ofrecido a colaborar con el Serida, aportando material para realizar futuras investigaciones.

Brazelton también se ha quedado impactado con la sidra, muy diferente al zumo de manzana que se elabora en Oregón, tanto que se ha llevado unas botellas. También ha invitado a Rubio a visitar los viveros de Fall Creek. Rubio asegura que se siente orgulloso de que su trabajo haya cruzado el Atlántico. «Si hubiera intentado hacer esto en Estados Unidos, me hubieran llamado loco». Estados Unidos es líder en producción y consumo de arándanos.

A la nueva técnica también le han salido «novios» en Chile y Argentina. En estos países las plantaciones suelen ser antiguas. Hasta ahora, cuando llegaba el momento de reponer y actualizar variedades se optaba por arrancar y volver a plantar.