Oviedo,

R. L. M. / J. A. A.

En los partidos de la NBA (la competición norteamericana de baloncesto) los últimos instantes de los encuentros ya sentenciados se conocen como «los minutos de la basura». Una expresión análoga a la más española de «todo el pescado está vendido». La incineradora de Serín, tras varios lustros de debate, empieza a vislumbrar ese horizonte, largo tiempo ansiado por el PSOE y, sobre todo, por los técnicos de Cogersa.

La incineradora, como la presa de Caleao y la oficialidad del asturiano, llegó a ser un tema tabú en las relaciones entre PSOE e IU, en la anterior legislatura, cuando se estrenaron como socios de gobierno, y también en la actual. Tanto que ambas organizaciones, con Javier Fernández y Jesús Iglesias al frente, decidieron dejar tan espinosa cuestión fuera del acuerdo de gobierno suscrito en noviembre de 2008, por mucho que Izquierda Unida consiguiera colar en el documento final «el plan de choque» para la gestión de los residuos en Asturias. La coalición se ha cansado de denunciar en el último año que las tasas y las políticas de reciclaje van muy por debajo de lo acordado. Pero como si de una partida de ruleta se tratara, «no va más».

Cuando PSOE e IU hicieron balance hace unas semanas sobre la marcha del pacto, ya dejaron entrever que la acción de gobierno y la estabilidad política del Ejecutivo están por encima de la incineradora.

Ayer, la diputada Emilia Vázquez resultó de lo más elocuente y sincera al valorar la situación con sus socios: «Si las dos partes se llevan siempre muy bien, todo resulta más fácil, pero somos dos fuerzas distintas, tenemos que asumir las discrepancias con naturalidad. Y en esas estamos».