Oviedo, J. L. S. / P. G.

A Kike Gómez Haces (Puebla, 1954) el mundo de la empresa le había llamado desde muy pequeña. De hecho, uno de los más fuertes recuerdos que tenía de su infancia era el de una pequeña máquina registradora que le habían regalado sus padres. Los primeros siete años de la vida de Gómez Haces transcurrieron en Puebla, México, adonde se habían desplazado sus abuelos, naturales de Porrúa (Llanes). «Ya desde pequeña tenía un gran espíritu emprendedor y de aventura», recuerda su hermana, Charo Gómez Haces. Al poco de su llegada a Oviedo, falleció su padre, y su madre, Magdalena Haces, tuvo que sacar adelante en solitario a sus cinco hijos, dos de ellos discapacitados psíquicos (ya fallecidos).

Pese a su vocación de empresaria, a la hora de elegir un futuro profesional Gómez Haces optó por el periodismo. En la Universidad de Navarra, donde estudió la carrera, compartió aula con dos compañeros que luego llegaron a ser grandes figuras de la radio española: Antonio y Luis Herrero. Haces ejerció como periodista en varios medios de Valencia, antes de regresar, en el año 1992, a Oviedo, en donde comenzó a abrirse paso en el mundo de la empresa, su gran pasión. En la comunidad levantina fue donde fomentó también su afición por el mundo del asociacionismo.

Cuando volvió a pisar su Asturias, comenzó para Gómez Haces una nueva etapa profesional en la que borró con todo lo que había hecho hasta el momento. Fue en esa época cuando las dos hermanas pusieron en marcha la Escuela Europea de Negocios, un centro que ha alcanzado un gran prestigio y que sigue gestionando Charo Gómez Haces. Paralelamente, comenzó con su primer proyecto empresarial en solitario. Una pastelería en una de las más céntricas calles de Oviedo, que años más tarde acabaría convirtiéndose también en una compañía de catering.

De profundas ideas religiosas, nunca ocultó su afiliación al Opus Dei. De hecho, siempre que tenía ocasión presumía de ello en público. Salvador Tejedor, capellán del Hospital Monte Naranco y profesor de Kike Gómez Haces en el Colegio Peñaubiña, recuerda que «fue la primera alumna del centro que pidió abiertamente el ingreso en el Opus Dei». «Siempre decía», señala su hermana, «que ella tenía que luchar el triple que el resto por ser mujer, empresaria y del Opus».

Aunque el proyecto del que estaba más orgullosa, aseguran sus amigos y familiares, era de la Asociación Empresa-Mujer (ASEM) que fundó en 1996 junto a su amiga Carmen Rodríguez. Un colectivo al que dio vida con el objetivo de apoyar a las mujeres que montaban empresas, fomentar en ellas una cultura empresarial, una cultura emprendedora y promover la conciliación entre familia y trabajo.