Decimos buena memoria para significar memoria sana (aunque sea de cosas horribles), o sea, memoria sin rencor, que no pide venganza, sino sólo la justicia del no-olvido. Léase cualquier artículo de Reyes Mate al respecto. Ejemplo para toda España de la buena memoria es lo hecho por el Ayuntamiento de Gijón en el cementerio de Ceares, donde había una fosa común con restos de casi 2.000 personas, todas ellas asesinadas o ejecutadas cuando la ciudad ya estaba en poder de Franco. Un monumento de estremecedora sencillez y funcionalidad relaciona, en murales, los nombres de esas personas. Un folleto, a modo de guía, nos dice lo bastante: su edad, lugar de origen, residencia, profesión, fecha de defunción y si fue ejecutada por los vencedores, asesinada sin juicio o si murió en prisión. La dignidad de los muertos pide bien poco, caramba, y nadie con decencia debería negarla.