Mi generación sufrió la invasión de los extraterrestres. Llegaron por el cine, la radio, los tebeos, las noticias de extraños sucesos. En general eran hostiles, aunque el más inolvidable haya sido el sabio Klaatu (Michael Rennie) de «Ultimátum a la Tierra», de 1951. ¡Qué lejos estaba Klaatu del viscoso marciano que muestra sus dedos de espátula al final de «La guerra de los mundos», de 1953! La ideología de «Ultimátum a la Tierra» era optimista: como un alto desarrollo incluirá un progreso moral, no hay nada que temer: si sólo puede llegar a la Tierra una civilización superior, será también moralmente avanzada, y por tanto benéfica. Hawking ha retomado la cuestión, con su proverbial maldad, llegando a conclusión contraria. Y la experiencia humana muestra que el progreso consiste en pasar de pequeño depredador local a gran depredador global. Si son como nosotros, ¡a correr!