Ahora que Garzón va camino del Tribunal Penal Internacional seguro que podrá ampliar su radio de acción y seguir persiguiendo a más villanos de esta película llamada Historia de la Humanidad. Por si anda un poco despistado a la hora de elegir malvado que poner en el punto de mira, este humilde gacetillero le ofrece el caso que anda investigando el forense de Cartagena Alfonso Sánchez Hermosilla. Tal y como publicó LA NUEVA ESPAÑA el pasado día 18, Sánchez Hermosilla forma parte del equipo de expertos que estudian la muerte de Jesucristo. Entre otras utilizan como fuente de información el Santo Sudario que se guarda en la catedral de Oviedo. Una de las vertientes del estudio investiga si la condena de Jesucristo fue legal. Estos expertos piensan que el de Nazaret fue condenado doblemente por el gobernador de Judea Poncio Pilatos -a flagelación y crucifixión- por un mismo delito de traición (haberse autoproclamado Rey de los Judíos) tipificado en el Derecho Romano de la época. Sin embargo, la ley romana tenía entre sus principios el «non bis idem»: que nadie podía ser condenado dos veces por el mismo delito. Si esta teoría se confirmase, la condena sería ilegal y por tanto podría impugnarse el proceso.

Ya se pueden imaginar qué ocurrirá si Garzón lee estas líneas y se pone manos a la obra. Veríamos, por ejemplo, en la acusación popular a Benedicto XVI, en calidad de presidente de la asociación de recuperación de la memoria histórica de Jesucristo, y al mismo Yahvé imputado por un posible delito de denegación de auxilio, pues, sabiendo que el asunto era totalmente injusto, no hizo nada por remediarlo. Ser omnipotente sería, en este último caso, una agravante. En fin, la lista de testigos sería infinita, desde el «caganer» del nacimiento a Judas Iscariote...

Si finalmente Garzón pudiera acabar su instrucción y se llegase a condenar a Poncio Pilatos, lo mejor es que, en ausencia del reo, habría que empurar a todos los que desde entonces se han lavado las manos en algún asunto turbio, con lo que Garzón podría finalmente empurar a Franco, del que se dice que firmaba sentencias de muerte al tiempo que decía a sus ministros: «Haga como yo, no se meta en política». El único problema del caso, por si ustedes no se han dado cuenta, sería exhumar el cadáver. Inconvenientes de la resurrección.