El sacerdote jubilado Alberto Torga Llamedo recordó en LA NUEVA ESPAÑA al sacerdote reducido al estado laical Víctor García de la Concha que hoy es director de la Real Academia Española. Fue en la sección «Memorias» donde evocó cuando recibió una llamada del hoy académico y entonces (a comienzos de los años sesenta del pasado siglo) portavoz del Obispado: «Oye, Torga, me llama el gobernador, endemoniado, porque dice que hablaste del genocidio de los norteamericanos en Hiroshima y Nagasaki y después defendiste las huelgas». Torga, que estaba entonces en Tapia de Casariego, donde había ido destinado al confín occidental por su participación en la Huelgona minera de 1962, le respondió al portavoz: «Pedí que se firme el pacto de no proliferación de armas nucleares y pedí por los mineros, simplemente». Al portavoz le valió de sobra: «Me alegro mucho: ahora hablo yo con el gobernador». Seguro que lo desendemonió sin más exorcismo que la palabra, de cuyo uso magistral sigue viviendo.

El director de la Real Academia Española, asturiano de Villaviciosa, recordó otra anécdota de sus años de cura en una entrevista al periodista José Luis Gutiérrez, leonés de Busdongo, puerta y panadería del Principado. Lo publica «Leer», la revista refundada y dirigida por este periodista de larguísima y notable trayectoria que fue director de «Diario 16» y es Erasmo de «El Mundo».

Cuenta el académico su anécdota ovetense a pregunta del periodista: «Tuve una etapa clerical en el seminario de Oviedo donde recibí una muy buena formación y después fui a estudiar a Roma, lo que me dio una excelente formación en lenguas clásicas, tradición que venía del Siglo de Oro y de los jesuítas, frente a las corrientes erasmistas, y que empezó a implantar la Ratio Sudiorum (plan o método de estudio) que fomentaba la latinidad». «A finales del Siglo XVI», continua, «Fray Luis de León, en la introducción al Libro Tercero, De los nombres de Cristo, defiende que la lengua romance servía para poder tratar materias nobles, ya que todos los tratados estaban escritos en latín y esa formación continuó así hasta el siglo XX. Lamentablemente, las humanidades se han abandonado o postergado en la enseñanza en nuestro país, lo que es algo que resulta deplorable, una gran, una enorme pérdida.

La gran literatura del Siglo de Oro se asienta sobre la esencia grecolatina de la lengua y de la cultura española. En este punto conozco una anécdota sin duda elocuente. En Oviedo donde estudié con Emilio Alarcos, había un cura muy popular que era capellán del Real Oviedo y malvivía a base de dar clases en colegios de monjas, clases que le malpagaban y pensó que si tenía un título universitario quizás le iría mejor. Alarcos era un agnóstico con fama de anticlerical aunque no lo fuera en la realidad. Marcelino, que así se llamaba el cura, se acercó a Alarcos y le pidió su ayuda para estudiar una carrera y hacerlo de manera rápida. Alarcos habló con (José María) Roca Franquesa que era un profesor de literatura y éste le dijo al cura: "No estudie más a autores que sean curas o monjas". Y al cabo de unos días el cura le respondió: "¡Coño, pero si lo son todos, o son curas o son monjas!". Y la verdad es que hasta un determinado momento histórico así había sido?».

Después de esta anécdota de sus años de cura verdadero, refresca Gutiérrez que también fue clérigo de pega porque hizo un «cameo» en la serie de TVE sobre Teresa de Ávila, investido como arzobispo de Sevilla, rodeado de doctorandos y ayudantes de cátedra que sostenían el palio de rigor ataviados como monaguillos o canónigos, mientras el «Arzobispo» le propinaba la consabida «bendición apostólica» a «Santa Teresa» (Concha Velasco)". El «cameo», según definición de Wikipedia (el diccionario de la Real Academia no recoge el término), «es la aparición de una persona o un material conocido en una película, en una serie de televisión o en cualquier medio, sin que se refleje en los créditos de la misma, ni se cobre por ello. Normalmente son apariciones cortas y sin importancia para la trama».

Víctor García de la Concha sí está en los créditos de «Teresa de Jesús», una serie del año1983 dirigida por Josefina Molina. Lo hace como guionista -con la escritora Carmen Martín Gaite- muy dedicado a reproducir el habla del siglo XVI de forma fiel pero inteligible que no espantara al gran público.