Oviedo, Pablo GONZÁLEZ

O el «tijeretazo» o el colapso del estado del bienestar. Este es el mensaje, más o menos edulcorado, que ayer Alfredo Pérez Rubalcaba lanzó durante la fiesta de la Agrupación Socialista de Mieres para justificar la congelación de las pensiones y el recorte del 5% de los sueldos de los trabajadores públicos. Esta fue la noticia menos mala. La buena, el compromiso expresado por el ministro del Interior de que «cuando esto mejore volveremos a hacer lo que hemos hecho siempre: repartir». Es decir, que las pensiones y los sueldos de los funcionarios volverán a crecer cuando amaine la crisis.

Pero antes de reanudar el reparto, toca explicar el por qué del «tijeretazo» de Zapatero. En eso se afanó el ministro más valorado del Ejecutivo socialista ante más de medio millar de militantes socialistas asturianos en lo que fue la primera visita de un primer espada socialista desde el anuncio de los recortes. De mano, Rubalcaba reconoció que hacer pagar el déficit público a los funcionarios y pensionistas «es una política complicada de defender para nosotros» y que el Gobierno de Zapatero está tomando «medidas muy difíciles de explicar». Pero es que, según el ministro del Interior, «gobernar es muy difícil, y a veces tienes que hacer cosas que no te gustan para preservar las que te gustan. No hubo más remedido».

¿Y qúe se pretende preservar con el recorte de 15.000 millones del déficit público en los dos próximos años?. Pues el estado del bienestar. Hasta en cinco ocasiones Rubalcaba vinculó el recorte para «defender», «seguir manteniendo» o «preservar» el sistema público. Al tiempo, hizo un repaso de cómo nació, creció y se desarrolló la crisis económica; de las medidas tomadas por los Estados y de sus consecuencias. Y de paso, defendió al Gobierno de las críticas sobre cómo ha gestionado la crisis. Para empezar, Rubalcaba recalcó que el déficit público que ahora hay que recortar se generó porque «nos gastamos el dinero que no teníamos para impedir que la economía siguiera cayendo. Lo conseguimos. La economía, aunque poco, ya crece». Prosiguiendo con su relato: «Hace un mes los bancos dejaron de fiarse de la economía europea y del euro por que hubo un problema en Grecia». Y como el euro «es nuestro seguro, nuestro refugio, tomamos (en referencia a toda la UE) decisiones valientes y muy rápidas». De nuevo, de vuelta a los recortes aprobados por el Consejo de Ministros el pasado viernes. Y como no, otra vez el «tijeretazo» a los sueldos de los funcionarios y a la congelación de casi todas las pensiones, a cuyos sufridores pidió «esfuerzo y sacrificio» para entender la medida, recalcando que fue el Gobierno de Zapatero quien subió nóminas públicas y pensiones.

Mientras, Rubalcaba negó que las medidas se hayan articulado «tarde», ni hayan sido fruto de la «improvisación» y que España no ha sido el único país que ha tenido que hacer algo parecido. «Sí que las hemos tomado arrastras, pero no tarde», señaló. En su defensa de la gestión de la crisis, cargó contra la posición del Partido Popular (PP), personificando las críticas en Rajoy, Camps y la trama Gürtel.

Sobre esto último bromeó cuando Balbino Dosantos, secretario general de los socialistas mierenses, le regaló como recuerdo una lámpara de mina. «Con esto de los regalos siempre se pasa mal. Imaginaros que llega a ser un traje... un traje de asturiano», ironizó. Sobre las críticas del PP, acusó a Rajoy de «ver la crisis como una oportunidad que le ha dado Wall Street para llegar a La Moncloa. Sabe que de otro manera no podría. Ha hecho una alianza con la crisis».

Al tiempo, tildó al líder popular de «poco serio» cuando plantea que el recorte «hay que hacerlo quitando ministerios, cuando sabe perfectamente que lo único que elimina es al ministro, los funcionarios hay que transferirlos a otro lugar». Y así el ministro mejor valorado por los españoles agotó su tiempo sin entrar en el debate surgido en el seno del Gobierno y del PSOE sobre la subida de impuestos a los más ricos.