De todos los escenarios posibles para gobernar una crisis, el más malo es el de un presidente sin apoyos y sin crédito, por lo cual la urgente tarea de Zapatero debería ser tratar de recomponer una amplia mayoría que apoye su estrategia económica, remodelando el Gobierno en la medida en que sea necesaria y dándole la fuerza de la que hoy carece. Si no fuera capaz de ello, ya sabe lo que debe hacer. Pero, a la vez, el peor escenario posible de oposición política en tiempo de crisis es el de la que tenemos, con un discurso cada vez más reducido al «váyase, señor Zapatero». Esa actitud de bronca permanente, esa indisposición a pacto de ninguna clase (ni respecto de medidas que ayer defendían), ese oportunismo soez, no son propios de una nación, o sea, de un colectivo humano capaz de unirse ante las dificultades. El que hay entre gobierno y oposición sí es un separatismo disolvente.