Director de «Els Joglars», hoy presenta en Avilés la obra «2036 Omena-g»

Avilés, Saúl FERNÁNDEZ

Albert Boadella (Barcelona, 1943) es director de «Els Joglars» desde hace medio siglo y ejecutivo de los teatros públicos de la Comunidad de Madrid desde hace unos pocos meses. Esta noche (20.15 horas) la veterana compañía catalana representará su último montaje, «2036 Omena-g», en el teatro Palacio Valdés, en Avilés.

-Si hace medio siglo le dicen que iba a tener que hacer balance de 50 años sobre los escenarios...

-Me habría atemorizado y me hubiera largado. Me pasa lo que a aquellas parejas que recuerdan aquella primera vez en la cama... Le diré, en todo caso, que si seguimos aquí es porque hemos seguido al pie de la letra el principio de libertad, y así nos hemos divertido más que nadie.

-¿No todo habrá sido diversión?

-Desde luego que no. Cuando hemos sufrido lo hemos hecho juntos y juntos el sufrimiento duele menos...

-¿No le resulta raro salir en los libros de texto que explican la historia del teatro en España?

-Lo que más me gusta del teatro es que el espectáculo se muere mientras se representa. Me gusta porque cuando llega al final ya ha desaparecido. Teniendo en cuenta esto, hemos forjado nuestras propias bases de actuación... La conclusión es obvia: lo importante es lo que sucede en la escena.

-Y si encima esa escena está pegada a la cotidianidad...

-En general, nuestra inspiración la encontramos, es verdad, en nuestro entorno más cercano..., preferimos dejar la metafísica social por la física; de ahí que nuestros personajes se puedan identificar con claridad, con nombre y apellidos...

-¿Y eso no recorta la recepción del espectáculo?

-¿A qué se refiere?

-Jordi Pujol, Josep Pla no me parecen, en principio, héroes universales.

-Cuando vemos alguna de las tragedias de Shakespeare, con reyes medievales, no nos centramos en la peripecia de los monarcas, vamos a la sustancia del relato... En el caso de Pujol pasa lo mismo. Se trata de un espectáculo que reflexiona sobre un determinado uso del poder político que nace de una enfermedad colectiva que es el nacionalismo. Así que, un espectador francés, por poner un ejemplo, no tiene dificultades para llegar a la idea que pretendemos transmitir.

-¿El teatro puede cambiar la sociedad o acaso el que cree eso es un poco ingenuo?

-Las artes, todas, han contribuido a cambiar la sociedad siempre. El Renacimiento no es fruto del devenir de filósofos y políticos, lo es de grandes artistas que fueron capaces de lograr una nueva cosmovisión del mundo. Los artistas, en suma, tienen capacidad de influir en la vida y los que nos dedicamos al teatro también somos artistas. Lo que pasa es que no todos los que se dedican -nos dedicamos- al teatro quieren cambiar las cosas, prefieren sólo divertir.

-No parece éste su caso.

-Lo que hacemos nosotros son tragedias cómicas: ponemos sobre el escenario aspectos ridículos y negativos, lo menos agradable..., a todo eso le ponemos un algo de sentido del humor y conseguimos que el público se ría de ello... y eso no está mal del todo: la risa es un acto sanitario de primera magnitud.

-¿Los artistas tienen algún pito que tocar en la acción política?

-La farándula siempre ha sido un gueto para la transgresión, una especie de ONG que recibía en su seno a la gente más marginal... y así, con esta idea, era natural la transgresión, pero las cosas están cambiando, la homosexualidad está en el teatro, pero también en los ministerios..., los artistas creo que estamos liberados de esta obligación.

-No todos opinan como usted.

-Lo cosas no gustan si las hace el adversario. Tengo que decir que los artistas donde mejor se expresan es sobre los escenarios, pero algunos, como son figuras públicas, son utilizados para tener sus firmas en manifiestos o fotos en las manifestaciones.

-Las cosas cambian, incluso para usted...

-Me aplico el mismo presupuesto: donde mejor me expreso es sobre las tablas. Los artistas no son los mejores predicadores de las cosas de la política.

-Usted es uno de los fundadores de Ciutadans o UPyD...

-No soy un político, soy un artista. Cuando surgió la oportunidad de crear un frente antinacionalista en Cataluña quise dar el paso, pero nunca me vi en el Parlamento. Nunca he subido al tren de la política, al tren que subí fue al cívico. Ahora me he interesado por UPyD porque se trata de un partido nacional y no sólo catalán.